RITUAL ROMÁN III: ALAN SMITHEE NO SALVÓ EL MUNDO (Sergi Álvarez – Orciny Press)

por Román Sanz Mouta
ALAN SMITHEE NO SALVÓ EL MUNDO (por Román Sanz Mouta)

Hablamos de una novela divertida, muy divertida. Una parodia que se ríe con alegría no solo de aquello que satiriza y a la vez homenajea, empezando por los propios escritores y escritoras, presas de nuestras neuras, y siempre ficcionando la realidad.

De ahí la disociación ya inicial que nos advierte la bicefalidad de la firma para el texto. Advertencia para desprevenidos: ahora ya sabes dónde te metes. Es buena señal que el autor empiece con las risas burlándose ufano de sí mismo.

Y pronto y raudo a la acción. Con ese personaje principal perfilado, que habla directo, sin dilación ni adornos, desde la fosa y sima de sus pensamientos, sean lo retrógrados o egoístas que sean. Para lanzarse a la vida. Y encontrarse metido en la escena no de una, sino de varias películas.

Ese Gizmo que no es Gizmo (derechos de propiedad intelectual), y las normas que no se le explican ni aplican. El cine, qué mejor teatro como desencadenante y clímax. La disrupción con los proto Gremlins que tienden a Critters.

Y después, ese delirio de personajes, Casablanca mediante, que se caracterizan por estereotipos a sí mismos; definidos, convenidos, poderosos, envidiables. Únicos.
Que usan las conversaciones y diálogos como armas cargadas. La mejor presentación de cada cual definiéndose.

Y avanza la trama entre desafío y broma, entre la impotencia de Alan que se deja llevar mecido por la marea de la causalidad y arrastrado por la avalancha de los eventos directos con que todos le relacionan. Porque es causa y efecto, y no le dejarán marchar a la paz y la pereza con su adorada mujer, ni siquiera al borde del apocalipsis.
Ese personaje protagonista sobre el que todo gira, cuyas diatribas son maravillosas (más aún la enumeración de razones para dar lógica al sinfín de su caótico pensamiento), intenta tanto en charla interna como externa frente a sus otros enemigos que a la vez son aliados y aliados que a la vez son enemigos, entrar en contradicción con (o contra) su coherencia. O viceversas.

Pues sucede entre peleas, reconocimientos, torturas, descubrimientos, sangrientas muertes y pactos forzados. Todos parecen querer lo mismo: sobrevivir y… ¿salvar el mundo?
Hasta llegar a la guerra con el ya ejército de criaturas, una masacre en danza cruenta que nos regala visiones memorables. Sin abandonar la sonrisa.
Y, como promete el título, termina como debe.

Estupendo texto que se hace ameno y raudo en su lectura, que combina elementos a los que se coge cariño. Entretiene y a la vez crea nostalgia con todas su referencias, homenajes y cameos. A pesar de que percibo una pérdida de ritmo entrando en el último tercio de la trama, me lo he pasado en grande.
Recomendada y recomendable, como varias otras obras del autor, que defiende un estilo propio de humor y aventura clásica.
¿Volvemos a los 90?

Pd: como reflexión final, si hubiere Alan cogido el paraguas…

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