Introducción
Todos, en nuestros años mozos, hemos realizado alguna travesura que, con el tiempo, recordamos con nostalgia. Faltar a una clase para ir a fumar, «tomar prestada» una moneda a nuestros hermanos o amigos (de vez en cuando, curiosamente, ambos se transmutan en una sola persona), mover el dedo en una ouija grupal, redactar entrevistas inventadas… Minucias graciosas que podrían tener cierta relevancia de no ser por su volatilidad y su carácter intrascendente.
Pensamos que no son como nosotros, pero los más grandes también fueron jóvenes. En este caso, nos centramos en el gran Enrique Vila-Matas, al que Francisco Santos Muñoz Rico quiere homenajear a través de una entrevista a la que el buen Enrique ha accedido amablemente. ¿Nos contará algo de su juventud? ¿O quizá se centrará en su última publicación, Ocho entrevistas inventadas? Siga leyendo, querido lector, para salir de dudas. A no ser, claro, que sea usted joven.
ENTREVISTA A VILA-MATAS
FRANKY: En primer lugar, Enrique, me gustaría agradecerte que te hayas prestado, no tengo idea de por qué, a esta entrevista. Hace años que mi hermano y yo te leemos y supongo que te rendimos pleitesía: verás, nuestra teoría es que tú eres Dios, y has decidido encarnarte, tras el estrepitoso fracaso de tu actuación como Jesús de Nazaret, en el mejor escritor del universo. Por aburrimiento o diversión, supongo. ¿Es esto cierto?
ENRIQUE: No (risas). Claro que no podría decir otra cosa si fuese cierto, tendría que continuar el engaño; aunque me parece, te confieso, una idea muy divertida.
FRANKY: Eso me recuerda a estos versos de Valéry, que tú conocerás perfectamente (por tu omnisciencia divina, digo, y por haberlo leído):
«Siempre me ha gustado la mentira
Que tú expandes en el absoluto,
¡Oh rey de las sombras vuelto lumbre!»
De cualquier manera, la excusa para entrevistarte es la publicación por H&O Editores de Ocho entrevistas inventadas. Permíteme que te lea lo que ponen en su página de internet a propósito del libro, que en verdad lo deja todo muy claro y casi que hace esta entrevista superflua:
«En 1968 Enrique Vila era un joven aspirante a director de cine. Hizo sus pinitos laborales en la revista Fotogramas, donde le encargaron la traducción de una entrevista a Marlon Brando. Sin saber apenas inglés, y con el ánimo de no perder el trabajo, se la inventó. A esta, siguieron otras. Y así empezó a forjarse una imaginación particularísima y un autor singularísimo. En esa época y con estas entrevistas inventadas apareció la que es hoy una firma de referencia obligada de nuestra literatura: Enrique Vila-Matas.
El volumen se completa con el relato «Recuerdos inventados», auténtica bisagra en la trayectoria del autor entre estas entrevistas inventadas y su ya inconfundible narrativa».
Yo creo que este libro es humorístico, después de leer esto. ¿Lo es?
ENRIQUE: Desde luego; no es una humorada propiamente, y de hecho, en su día, inventarme estas entrevistas me ocasionó bastante ansiedad, sobre todo con la primera, la más famosa, la de Marlon Brando. Casi temía que Brando, en el papel de Corleone, tocara un día el timbrecito de mi casa, en París entonces, y me pegase, o me pidiese explicaciones.
Cubierta de Ocho entrevistas inventadas (H&O Editores)
FRANKY: Ahí, en ese texto citado, dicen que la tuya es firma de referencia obligada en nuestra literatura. Desde luego, esa frase no significa nada y tiene tanto de verdad como de tontería. ¿Cómo haces para pasar estas cosas por alto?
ENRIQUE: La verdad es que ni me había fijado, pero es verdad que es una tremenda boutade. Hemos llegado a un punto en que no puede existir «referencia obligada», ya ni el pobre Cervantes es eso. La sociedad debería componerse de solo diez personas (la sociedad española en este caso) y que además fuesen amigos entre ellos, para que existiese tal cosa. Por otra parte, la boutade es necesaria en ese tipo de textos, casi un requisito sine qua non…
FRANKY: En alguna otra entrevista dijiste algo como «yo no era nadie y por eso podía permitírmelo todo». Yo mismo, como sabes, a pesar de llevar más de veinte libros publicados, no soy nadie, es decir: nadie me lee; y este estado, este estado mío de nomen nescio, me permite a mí también hacerlo todo, y de hecho: lo hago; así que comprendí muy bien a qué te referías con aquello. ¿Echas de menos no ser nadie? Porque, reconozcámoslo, ahora eres alguien…
ENRIQUE: Sigo sin ser nadie. Pero no te falta razón al acusarme de lo contrario; lo que sucede es que, paradójicamente, en aquella época, lo confieso, me creía alguien. Fíjate que, sin ser nadie, me creía alguien, y ahora, como tú dices, siendo alguien, pretendo volver a no ser nadie. Debe ser cosa de la edad, más que del supuesto éxito.
FRANKY: Esas orejas draculinas y draculonas, ¿son de usted o se las ha prestado su madre, la Gran Culona?
ENRIQUE: (Después de un buen rato riendo) En efecto, son mías, aunque las heredé de mi madre. Tal vez sea Tongoy mi personaje más querido.
FRANKY: Siendo, como soy, un auténtico don Nadie, alguien podría pensar que esta entrevista es, como las tuyas, falsa, que tú eres, al menos en estas líneas, uno de mis personajes… ¿Cómo distinguiremos lo falso de lo verdadero? Recordemos que el Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao.
ENRIQUE: En efecto, no es ese el verdadero Tao y quizá toda literatura sea impostura, querámoslo o no. Supongo que la literatura que puede ser expresada no es la verdadera, y por eso seguimos escribiendo como orates…
FRANKY: Gracias, Enrique, ha sido un gran placer hablar este ratito contigo.
ENRIQUE: El placer ha sido compartido. (Risas de nuevo. Fundido a negro).
Fco. Santos Muñoz Rico
Redactor
4 comentarios
Qué grande lo de Marlon Brandon
Me parece escalofriante que se haga alusión al tamaño del pandero de la señora madre del entrevistado.
Jajajajaja… Que grandes los dos. Me gusta mucho Vilas Mata.
Vila-Matas, joder. Me traiciona el teclado. Sigo riendo, porque conozco a Enrique y es capaz de haber montado este tinclado.