Entrevista a Gemma Files en Territorio Extrañer

por Vicente Ortiz

Una de las voces más potentes de los últimos años, en cuanto a literatura de terror se refiere, es la de Gemma Files. Con varias obras publicadas en España (Experimental Film, Esto no es para vosotros y otras historias, En ese infinito, nuestro final), la autora canadiense reivindica el cuento y la mirada íntima a la hora de plasmar sus historias.

Román Sanz Mouta, Carlos Ruiz Santiago , Chris T. Nash y José Luis Pascual tuvieron la oportunidad de charlar con Gemma en el pasado festival Celsius 232, contando con la inestimable ayuda de María Pérez de San Román (una de las editoras de La biblioteca de Carfax) como traductora. Os dejamos la entrevista tanto en formato podcast como en texto. Esperamos que la disfrutéis.

Entrevista

Carlos: Lo primero que te quería preguntar: tus relatos tienen una manera de estar formados muy especial, tienes una voz muy tuya. ¿Cómo o cuándo encuentras tú esa manera de contar las historias tan tuya?

Gemma Files: Mis padres son actores y creo que la primera forma de contar historias que recuerdo es el teatro, donde todo depende de la voz. Así que cada historia es como un monólogo. Como en Shakespeare, cuando un personaje se gira hacia la audiencia y habla de qué piensa y cómo se siente. Ahí es, para mí, donde empieza cada historia. Incluso cuando haces una historia en tercera persona, ¿quién está contando la historia? Eso te dirá no solo lo que te cuentan sino también lo que no te cuentan.

Carlos: Otra pregunta que tenía muchas ganas de hacerte. En tus relatos hay muchos en los que aparecen monstruos y otras criaturas sobrenaturales. ¿Qué son para ti esos monstruos? ¿Cómo los entiendes tú? ¿Son una metáfora o algo más realista?

GF: Hay un concepto del que hablo mucho: el Orgullo del Monstruo. Creo que, de muchas maneras, viene de darme cuenta de que soy neurodivergente. Mi hijo es autista. Parte de ese viaje de aceptarlo y darme cuenta de quién era fue darme cuenta de que, si la gente hubiera buscado Asperger en mujeres en la época en la que tuve la peor etapa de mi vida, a mí me lo habrían diagnosticado. Sin embargo, dado que no fue así, pasé mucho tiempo sintiendo que el mundo decía: «¿Qué coño pasa contigo? ¿Por qué eres tan intensa? ¿Por qué no eres como debes ser? ¿Eres siquiera humana?». Así que siento mucha empatía por los monstruos. Porque, en cierto modo, yo me he sentido como un monstruo. Porque, a veces, lo más sencillo de hacer en la vida es decir «Sí, soy ese monstruo. Sí, estás en lo cierto: soy un capullo. Es verdad». Así que, cuando empecé a escribir desde el punto de vista del monstruo, surgió esta idea de sentirse orgulloso de ser un monstruo. El Orgullo del Monstruo como el Orgullo Mutante, ¿no?

Román: Me encantan tus historias. No he podido leer aún ninguna novela tuya, pero tengo la sensación de que eres una relatista nata. ¿Dónde te sientes más a gusto? ¿En el relato o relato largo, o en la novela? ¿Y qué prefieres para leer?

GF: Creo que me enamoré primero de las historias cortas. Quizás tenga algo que ver con el hecho de que las historias cortas son un poco como películas: puedes convertir una historia corta en una película de manera mucho más sencilla que a cuando quieres convertir una novela a una película. Porque, ya sabes, es más sencillo añadir cosas que cortarlas. También siento que con el tipo de historias que suelo escribir, llevarte a ese espacio mental durante trescientas páginas es muy complicado. Tienes que encontrar a alguien que de verdad te guste para pasar trescientas páginas dentro de su cabeza, o a alguien a quien simplemente conozcas muy bien. Esto es justo lo que ocurre en Experimental Film, porque la protagonista soy yo. No me gusta, pero la conozco.

¿Qué prefiero como lectora? Pues un poco de cada. No obstante, mientras haya un personaje en el que quiera habitar, pasaré con esa persona todo el tiempo que pueda. Por ejemplo, alguien de quien de verdad disfruto como escritor es John Connolly. He leído todos los libros de Charlie Parker, y algunos más de una vez. Y con todo, hay gente a quien solo conoces durante treinta páginas o incluso diez páginas y no quieres conocerlos más tiempo, pero se te quedan en el cerebro para siempre.

José Luis: Con lo que estabas comentando, se me ocurre: dices que es dificil ponerte en la cabeza de un personaje a lo largo de una novela, quizás sea más sencillo en una historia corta, pero ¿no te planteas escribir una novela o historia más larga? Simplemente para experimentar lo que sentirías o sentiría un personaje. Ponerte en la piel de alguien que sea opuesto a ti o muy distinto. Y también preguntarte si te ha surgido alguna oportunidad de trasladar alguna historia a cine o a serie.

GF: Sí, hay una historia que ha optado a ello muchas veces, que es «Todo lo que te enseño son pedazos de mi muerte», pero es difícil, es muy difícil. He visto cinco discursos de ventas distintos que iban desde que no podemos hacer que transcurra en Toronto porque tenemos que cambiarlo a Hollywood y todo el mundo tiene que trabajar en una cafetería en vez de ser estudiantes de cine, lo cual no tiene ni puto sentido. Y eso sin contar el concepto de la creación de cine experimental. ¿De qué va eso? También creo que es difícil porque la mera idea de algo que se mueve de película en película y que siempre está en el fondo es difícil de traducir a la pantalla. Y el otro es Experimental Film. Mucha gente lo ha intentado. Hubo al menos un grupo que trató de hacer una película, lo cual no creo que sea imposible. Yo lo encuadraría en el documental que Saphie está haciendo para la película maldita, creo que esa sería la mejor forma de hacerlo. Aunque, no sé, muchas vienen con «¿Es desde dentro o desde fuera?». ¿Por qué no ambas?

Lo que ando intentando ahora está formado por muchos personajes principales, así que, en lugar de haber una sola voz que lidere al resto, es más un coro rotatorio de voces. Lo cual es algo que nunca había hecho antes, ni siquiera en mis novelas más tempranas: A Book of Tongues, toda la saga de Hexslinger, está protagonizada principalmente por dos personajes y ocasionalmente aparece otra gente y ves un poco de su punto de vista. Sin embargo, esto será más «aquí hay un montón de gente haciendo un montón de cosas». Un poco un punto de vista omnisciente.

Carlos: ¿Y crees que eso que estás probando ahora es un punto medio entre el relato y la novela?

GF: Creo que va a ser más bien unas cuantas historias cortas conectadas. He hecho una novela así antes. Escribí una novela, llamada We will go all down together, organizada en torno a diferentes historias cortas que escribí durante diez años, en las que de repente me di cuenta de que «¡oh! Comparten los mismos personajes». Es casi como si siguiera a estos personajes a través de varias historias. Y cuando los pongo a todos juntos me percato de que puedo poner secciones que llevan a una conclusión. Y esto va a ser un poco como eso pero no exactamente como eso.

¿Conocéis a la autora Tanith Lee? Ella hace eso mucho. Enlaza historias cortas con los mismos personajes. Y eso era un poco de lo que trataba We will go all down together.

Carlos: Otro elemento que aparece en tus relatos, de hecho, los relatos que has hecho tú que son mis favoritos: incluyes siempre ángeles. Son una figura que ha sido muy recurrente, y quería preguntar, ¿por qué, de todas las criaturas, esa es la que se repite más?

GF: Esa es una buena pregunta. Lo que me interesa de los ángeles es que son criaturas bellas y poderosas, pero no tienen libertad de elección. La idea de vivir así, existir fuera del espacio y el tiempo y, de vez en cuando, colarte dentro del espacio-tiempo y hacer algo (decirle a alguien que se ha quedado embarazada de Jesús, transformar una ciudad en sal, matar al primogénito de alguien) es como «bueno, dios me pidió que lo hiciera». Y aun así hay ángeles caídos, ángeles de la guarda, hay otros tantos ángeles que me he inventado, que son los ángeles que crearon el mundo, el universo. Los cuales después dijeron «Bueno, ¿por qué no podemos hacerlo otra vez? ¿Por qué no podemos hacer las cosas para nosotros?». Son criaturas muy inhumanas y, aun así, ese es el impulso más humano que puedo concebir: ¿por qué no podemos tomar nuestras propias decisiones? Eso es lo que creo que me atrae de los ángeles. Y, enfrentémonos a ello, como en La profecía: ¿de verdad querrías conocer a un ángel? ¿No sería la cosa más horripilante que puedes imaginar?

Román: Creo entender, y leyéndote, hay tres partes siempre en los relatos: historia, personajes y atmósfera. Trabajas muy bien los tres pero creo que priorizas en el personaje. ¿Cuál es tu construcción del relato? Y también me gustaría saber qué te inspiró a escribir y qué es lo que más te gusta leer.

GF: La manera en la que construyo una historia suele consistir en empezar con ciertas imágenes o frases y tratar de averiguar quiénes son las personas que harían estas cosas , qué tipo de personas las harían y por qué las harían. Y el porqué lleva al cómo. Es como una reacción química en la que tengo el principio y el final pero no necesariamente tengo lo del medio. Ahí está toda la construcción. Las cosas siempre cambian en el último minuto, llevas el ochenta por ciento de la historia y dices «¡Ah! Eso es por lo que sucede». El segundo punto es que siempre estás lidiando con el problema de que en toda la ficción, especialmente el terror, le estás contando a alguien una historia que saben que es mentira, pero tienes que hacerles creer que podría ser verdad. Así que muchas veces me sorprendo a mí misma cogiendo fragmentos de mi vida como un recuerdo o un evento o una observación y usándolo un poco como basura con la que construir alrededor de la perla. Y dado que esa basura es real, la perla también lo parece. Es más probable que lo parezca. Esas serían las dos cosas.

(Respecto a los autores que le gusta leer) ¡Mucha gente! Kathe Koja es una gran persona, en mi opinión. Adoro todos sus libros, pero creo que Skin es el que más significa para mí. Nadia Bulkin es brillante, simplemente increíble. De nuevo, Tanith Lee. Tambien hay un libro de Melanie Tem, Wilding, que me enseñó cómo de demente puedes ser, el compromiso completo a esta sensación de «Guau, no tenía ni idea de adónde iba esto y, ¡ahí está!». Caitlin R. Kiernan es una gran, gran influencia para mi. Admiro enormemente a John Langan; no escribimos de manera demasiado similar, pero aun así. Dios, hay demasiada gente. Ahora ando leyendo un libro autopublicado por un hombre llamado S. J. Shank titulado Mountain Fast que se ambienta en Rumanía durante, yo diría, la misma época de Vlad Tepes, y es una obra de recreación histórica preciosa, y también muy terrorífica y con horror psicológico. Hay gente por todos lados. Estoy descubriendo a gente nueva todo el rato. Y, claro, también está Michael McDowell. Para mucha gente es Blackwater pero para mí es Gilded Needles y el de las trescientas casas malditas, Los Elementales.

José Luis: Si quieres vamos terminando, tampoco queremos robarte más tiempo.

Román: Ahora es el momento de gritar y llamar a seguridad.

José Luis: ¿Cómo es el espectro de autores en Estados Unidos, en Canadá? ¿Cómo es la relación entre autores? ¿Y cómo veis el mercado los autores? Porque aquí en España sí que es verdad, al menos es la sensación que tenemos nosotros, que es muy de nicho y se llega a muy poco público, y tengo entendido que allí es al menos bastante más reconocido por el gran público. No sé si es así o es una percepción subjetiva.

GF: A mí me dijeron durante mucho tiempo que no tenía sentido escribir historias cortas, que no podría hacer carrera de ello, que tenía que escribir novelas. Y yo pensé «Vale, estoy jodida», porque no empecé a escribir novelas hasta que no tuve cuarenta y dos años. Creo que hemos superado eso en Norteamérica. Así que, sí, las novelas son el grueso de la industria de la publicación de terror, pero cada vez más gente dice «No, espera, me gustan las historias cortas porque puedo leerlas de camino al trabajo, puedo leerlas aquí y allí, puedo leerlas estando en ropa interior Calvin Klein», pero es casi como la diferencia entre escuchar un álbum al completo y ser capaz de escuchar canciones individuales en tu iPod. En Canadá tendemos a apreciar mucho nuestra escena literaria, ya que nuestra literatura es un producto cultural y nos quedamos un poco en que debe ser alta literatura, nada de literatura de género, sucia, sucia literatura de género, como hace Hollywood. No puede ser fantasía, es realismo mágico; no es terror, es como terror pero es elevado. Que le jodan. Tenemos un país grande y una población pequeña, así que no somos muchos y todos nos conocemos entre nosotros. Yo he sido más aceptada como escritora en Estados Unidos que en casa. Quizás eso cambie o quizás no.

Una vez estaba en una convención literaria y una persona se me acercó y me dijo «¡Oh, tú eres Gemma Files! He oído hablar de ti, escribes libros de terror, ¿no?». Le respondí que sí y me respondió: «Oh, ¿y por qué?». Escribimos lo que escribimos, por dios.

Creo que todos tenemos que defendernos a nosotros mismos y nuestras elecciones. Es un poco como cuando la gente pregunta por qué hay tanto de la estela del cine canadiense en Experimental Film. Primero, son tres páginas de trescientas. Segundo, porque me da la puta gana, ese es el porqué.

Román: ¿Cuál es en original el nombre del Hombre del Fondo del relato «Todo lo que te enseño son pedazos de mi muerte»?

GF: Background-man.

Román: Es importante para mí. Quiero verlo hecho (en cine).

GF: ¡Yo también! Solo que no quiero pensar en el cómo.

Carlos: Podríamos estar aquí preguntándote cosas toda la tarde pero no queremos robarte más tiempo.

GF: No os preocupéis. ¿Queréis preguntarme algo más?

José Luis: Pues no sé.

Román: Él es el jefe.

José Luis: No sé, me habéis quitado todas las preguntas.

Cristina: Hay una pregunta importante y que creo que aún no se ha hecho. Yo soy Cristina y soy redactora en la misma web. Mi pregunta: ¿consideras que el escribir terror, de nicho, ser canadiense y que te hayan considerado un monstruo y escribir sobre esa figura, crees que es más difícil todo al ser mujer y triunfar en un género tan de hombres?

GF: Cuando empecé en la década de 1990 todo era bastante masculino. Había esa sensación de que, a menos de que llevara un corsé y el pelo bonito, era un poco como «¿Qué haces aquí?». Creo que la columna vertebral del terror siempre ha sido femenina, empezando por Mary Shelley. En cierto punto, las historias de fantasmas se consideraban de mujeres. La primera persona que creó antologías de historias de fantasmas era una mujer llamada Lady Cynthia Asquith, y le costaba encontrar hombres que escribieran historias de fantasmas para ella porque era una cosa muy femenina. Y entonces surgió Stephen King y todo siguió a partir de ahí. O, mejor dicho, Stephen King y Clive Barker, el cual me ha influido más que King, porque puedo hacer lo que hace Barker pero no lo que hace King. Hay algo en la fisicidad de ser mujer que hace que te enfrentes constantemente a cosas desagradables: «Oh, te sale sangre del cuerpo. Oh, te entran cosas en el cuerpo. O quizás un ser humano crezca en tu interior y tengan que extirparlo y puedas morir». Además, tienes que lidiar con la mierda de los demás de manera constante. Y creo que si aceptas eso puedes escribir casi lo que sea. Abraza tu ira y tu confusión. ¿Tengo que ser una buena madre? ¿Tengo que ser una buena persona? No, que te jodan. No tengo que ser el ángel del hogar, puedo ser el ángel terrorífico de tu hogar.

Todos: Muchas gracias.

GF: Ha sido muy divertido, la verdad. 

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