CUENTOS DEL MAR III: “NANA”

por Lorena Escobar de la Cruz

Ea, ea, ea.

 

¿Qué es lo que le ocurre a mi niña?

No alberges tú tanta peña, pequeña.

Si tenemos un mar ante la vista.

Un amanecer que nos llora.

No te pongas triste, que me muero de pena.

 

Ea, ea, ea.

 

¿Acaso no te sacia la sal que nos mima? ¿La roca que nos sustenta? ¿El cielo que nos cobija?

Mira, princesa.

Reina de mi casa y de mi vida.

A lo lejos resuenan los truenos.

Truenos que esconden la vista.

Hasta ellos nos tienen respeto.

¿Por qué sigue llorando mi niña?

Ea, ea, ea.

 

Aquí te di forma y sentido.

Una noche de luna llena.

Tu padre me tomó de la mano para ayudarme a escalar la piedra.

Borrachos de amor y dicha.

Borracha de una piel que me besaba sin tocarme.

De una juventud que aún tersaba los pechos que te alimentan.

De unos pezones húmedos por la saliva.

Subamos a lo más alto, dijo tu padre. Aquí nadie nos mira.

No recuerdo si contesté algo o fue el viento quien tomó partida.

Lejos de la orilla la cabeza se volvió una jungla y la jungla una súplica que él convirtió en mentira.

¿Ahora me dices no?

 

Ea, ea, ea.

 

El no solo lo escuchó la noche.

El mar tenía sus propios problemas.

Grité a la nada y en la nada su calor me destruyó el vientre.

Me carcomió las entrañas.

Me desplazó la dignidad y solo dejó un coladero para fantasmas.

Cimientos en ruinas.

Fisuras que treparon por mi sexo y llegaron a la garganta adormecida.

Anestesia para fulanas, dijo tu padre, mientras sus dedos me profanaban.

Y, después, escupían en la herida.

Ea, ea, ea.

 

¿Qué tiene mi niña si mi niña nació del último rayo de una luna que también pidió clemencia?

Fabricada entre lágrimas,

¿existe manera más hermosa de ser la espina que nunca dio forma a la rosa?

Fabricada entre embestidas de cruel poesía.

Entre arañazos de metáforas y metafórica saliva.

Construida a base de gritos.

De golpes que destronaron la piedad de mis mejillas.

Hecha de semen traidor que descargó en zona prohibida.

Cuando terminó

(con un jadeo insoportable)

tu padre se despegó de mi cuerpo.

Y se arrastró como una rata coja y tuerta.

Buscando el perdón de una espuma miserable.

De unas olas en protesta.

 

Ea, ea, ea.

 

¿Qué tiene mi niña si la mar nos vela?

Si muero cada vez que tu risa se envenena.

Si nazco de nuevo entre los rizos de tu melena.

Ahora cierra los ojos, amor.

Reina de esta playa perecedera.

Toma la mano que tomó tu padre.

Escucha la última nana que supuran mis venas.

Lo que nace torcido

debe

morir

recto.

Es la única forma de saldar deudas.

Recuérdalo cuando el agua te cubra

y cubra los rizos de tu melena.

Ea, ea, ea.

 

¿Qué tiene mi niña si la roca la mastica y el mar la vomita?

Existen peores formas de morir

(recuerda que hay versos sin rima).

No me mires así, princesa.

O mírame como quieras.

La sal se lleva la culpa.

La culpa se la beben las estrellas de mar y después lloran.

Sin que nadie las vea.

 

Ea, ea, ea.

Dale recuerdos a tu padre.

Cuando te coma la marea.

1 comentar

vicente febrero 24, 2023 - 9:50 pm

No me había enterado de que hoy tocaba cuento del mar.
Eres genial, Lorena.

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