Hoy me apetecía sumergiros en un mundo extraño, maravilloso y lisérgico de cuyas pesadillas nunca estaréis seguros si estáis despertando o solo hundiéndoos más en la sempiterna oscuridad.
Mi idea es recomendar y disertar un poco sobre cuatro videojuegos indie de terror. Cosas pequeñas hechas por «colgaos» en el sótano de su casa, en las que vais a vivir aventuras fuera de lo establecido en la red conocida.
No importa si sois ávidos jugadores o no habéis tocado un videojuego desde la Nintendo 64. Es irrelevante, estos cuatro fragmentos de horror existencial han sido escogidos para que cualquiera los pueda disfrutar, cuatro jinetes del apocalipsis, cuatro experiencias interactivas como pequeños relatos de terror que viviréis en primera persona. La parte jugable es sencilla, más una transacción para acceder a un cúmulo de historias atrevidas y grotescas y, sobre todo, en atmósferas pesadas que os embadurnarán el cerebro de un miedo primordial.
Olvidaos del término videojuegos, estos son el póker de ases del terror jugable, interactuable, de la paranoia que acude a vuestros cuartos. Os comento:
Iron Lung
Este es el más largo de los cuatro. Durante dos o tres horas os sumergiréis, literal y metafóricamente, en el peor lugar de la existencia.
La entropía se ha comido el universo.
No queda nada.
Ni nadie.
En una luna abandonada cubierta por un océano de sangre te sumerges en tu claustrofóbico submarino. Tienes que encontrar algo. Tienes que evitar que te encuentre algo.
Aunque no queda nada.
¿No?
En esta premisa tan alienígena y genial se mueve Iron Lung. Nuestro submarino es una lata de bronce en medio de un infierno indistinguible donde tendremos que guiarnos con un sonar y una especie de fotografías de mala calidad para averiguar (siempre con tensísimos segundos de espera) dónde estamos y qué tenemos delante mientras tratamos de entender qué sucede y qué nos acecha.
La introducción, que yo os he presentado resumidamente, ya nos pone en las botas de la depresión a la que nos vamos a hundir. No parece haber esperanza ni sentido en hacer lo que hacemos, es una medida desesperada en un universo que nos abandona y esa sensación está muy presente en todo momento. Los sonidos de nuestros propios pasos y la respiración reverberando en el metal serán nuestros únicos acompañantes y cada cosa que descubramos solo levantará más sospechas que la anterior.
Aquí no hay un horror lovecraftiano como en principio puede parecer, esto es puro existencialismo de pesadilla, de fábrica de terror hasta el punto de la ignominia como si de un relato de Ligotti se tratase, es pesimismo cósmico y la extrañeza que te inunda cuando escuchas un ruido en una habitación oscura y, supuestamente, vacía.
Eso es, durante dos o tres interminables horas, Iron Lung.
Podéis comprarlo aquí .
Buckshot Roulette
Cambiamos de registro para meternos de lleno en la discoteca parpadeante de un club clandestino en alguna ciudad olvidada. Vamos a jugar a una ruleta rusa, vamos a apostar y, desde luego, vamos a pagar.
Por el ridiculísimo precio de tres putos pavos vamos a poder disfrutar de la experiencia de jugar a la ruleta rusa con una escopeta. Jugando al ingenio con nuestro enmascarado rival, deberemos de jugar con el uso de fogueos, balas reales, cigarrillos para recuperarnos, sierras para recortar la escopeta… Una serie de argucias con la que intentaremos amañar el juego para que nuestro rival pierda antes que nosotros.
De la selección, este es sin duda el que tiene el punto más arcade de todos, el más videojuego al uso; sin embargo, la experiencia es sencilla de entender y difícil de dominar, tremendamente divertida de sumergirte en ella y el ambiente y el contexto ennegrecen todo el conjunto hasta volverlo opresivo.
La sensación de estar metiéndote a jugar a algo genuinamente peligroso donde no deberías, con un colgado de máscara terrorífica, es un sentimiento perenne durante todo el juego. Además, el diseño sonoro vuelve cada movimiento, decisión y terrible consecuencia algo de un peso atroz.
Podéis comprarlo aquí.
This heavenly bodies
Tres estatuas de ángeles con tres cuerpos ocultos dentro. Un científico y un sacerdote encerrados en un laboratorio para averiguar de qué va esto.
These heavenly bodies es una experiencia muy breve, cinco minutitos en los que investigaréis con una estética pixelada conchambrosísima este misterio entre religioso, cronenbergiano y algo de Barker (porque la religión de un hombre es el fetiche de otro), donde se os plantearán más dudas que respuestas.
Como digo, es una experiencia brevísima que podéis jugar en el momento que queráis y que bebe mucho de la imaginación humana, de los terrores que suscita y de una opresión en el pecho que no hace más que crecer hasta un hemoglobínico final. Hasta aquí puedo leer.
Podéis jugarlo gratis aquí.
Water womb world
Cualquiera diría que un juego de investigar peces abisales y reliquias arqueológicas no parece lo más apasionante del mundo, pero estaríais equivocados. Durante quince minutos solo sois tú, un sacerdote en busca de pruebas científicas del Edén y sus primigenios habitantes, y un diminuto submarino del que saldrás a buscar muestras a los fondos pelágicos.
Con una estética de VHS podrido y hecho mierda, de colores hipersaturados y sombras marcadas, viviremos esta experiencia cocida a fuego lento llena de conspiraciones, giros lovecraftianos (esta vez sí) y consecuencias más allá de la imaginación humana.
Para su corta duración es una experiencia que no teme en dejarse hacer sin prisas, sin por ello evitar que tengamos nuestras recompensas a lo largo de la experiencia en forma de algunas de las imágenes más perturbadoras que puedo recordar. En mi opinión, junto con Iron Lung, el más redondo de la lista.
Las implicaciones de lo que va contando y cómo su historia parece abarcar más de lo que en un principio podría. Diseños de puro delirio y monstruos atroces a más no poder son algunas de las perlas de horror que tiene, rasgando las fibras de la realidad cada vez con más decisión hasta un final que, si habéis estado atentos, es una delicia.
Podéis jugarlo gratis aquí.
Así que ya sabéis, esperad a que la noche caiga y, cuando los oscuros nubarrones cubran la luna y las estrellas no se atrevan a iluminar vuestro cubículo, os tocará ser el protagonista de cuatro pesadillas.
Sin principio, sin fin.
Solo sufrir.
De nada.
Carlos Ruiz Santiago
Redactor