Tomie Kawakami ha fallecido. Su cuerpo ha ido apareciendo en pedazos en distintas zonas. Sus compañeros de clase quedan desolados, pues Tomie era la adolescente más bella, y también la más misteriosa. Poco después del hallazgo del cadáver, Tomie reaparece en clase como si nada. A partir de entonces, todo hombre que se cruce en su camino quedará irremediablemente embrujado, poseído por un deseo irrefrenable tanto de estar a su lado y amarla como de descuartizarla.

A partir de la historia inicial, que funciona como el clásico capítulo de origen de un personaje o un folclore, Tomie nos sumerge en una trama que, lejos de ser lineal de principio a fin, se ancla a lo capitular, convirtiéndose en una antología de historias breves, la mayoría autoconclusivas, en las que Tomie orbita como elemento central y nexo de unión. Junji Ito desarrolló estas historias durante más de una década. Es complicado mantener un nivel y una coherencia a lo largo de tanto tiempo, y es por ello que la colección resulta algo irregular, aunque el promedio de calidad es bastante alto. Sí que se aprecia cierta repetición en el esquema general de las historias, aunque también esto le da cierta identidad a la obra y la enmarca dentro de la concepción clásica del fantasma inmerso en un bucle que se repite ad aeternum. 

Como suele ser habitual en el autor, las situaciones que veremos en Tomie pertenecen al terreno de las pesadillas, de esas que se te quedan grabadas a fuego por lo impactante de su iconografía. Junji Ito juega con el concepto de doble moral, y lo hace aprovechando la figura del fantasma/demonio/resucitada que es Tomie, quien siempre se muestra adorable en principio para tornarse drásticamente en un ser mezquino y egoista. Esa dualidad evidencia la hipocresía imperante en el individuo moderno, solo que aquí el autor se decanta, como no podía ser de otra manera, por la maldad y el deseo como verdadero motor del ser humano.

El autor nos habla a su manera de obsesiones de todo tipo y sus consecuencias. Y es una manera retorcida y grotesca que conecta con nuestro subconsciente y nos acerca a una serie de miedos ancestrales, aunque estén basados en este caso en leyendas tan lejanas para nosotros como las del folclore asiático. Todo lo que cuenta Ito parece relacionarse con una perversión de la sexualidad, que subyace debajo de todas las historias del mismo modo que lo hace en nuestro subconsciente. Y hasta aquí la consulta del psicoanalista, que si no la tarifa se dispara.

Dejándonos de interpretaciones filosóficas, lo verdaderamente impactante de esta obra es su inmersión en el absurdo más inquietante, convirtiendo a sus relatos en auténticos cuentos de horror delirante. El resumen es que el japonés es un maestro a la hora causar mal rollo a través de una serie de situaciones bizarras. Punto.

Hablemos un poco del apartado gráfico. Se nota que Tomie es uno de los primeros trabajos del autor en cuanto a que en las historias iniciales el trazo es descuidado y poco trabajado. Ello le da a los primeros capítulos un aire sucio que no le viene mal, pero según avanzamos en la lectura apreciaremos cómo la técnica de Junji Ito va mejorando notablemente, alcanzando su máximo esplendor en las bellas portadas de cada historia o en las escenas más explícitas y surrealistas. Y es que, pese a esa continua repetición de un mismo esquema básico, el autor demuestra poseer una imaginación inagotable a la hora de plasmar situaciones pesadillescas.

Ito ha creado a un personaje tremendamente icónico, que se adapta perfectamente tanto al inquietante terror moderno asiático como a un horror más clásico, casi gótico, al que en algunas de las historias el autor parece querer homenajear. Por tanto,  es esta una colección de historias altamente recomendable para cualquier amante del terror macabro y surrealista. Vais a caer rendidos ante Tomie sin remisión, avisados quedáis.