Los niños 6 (Jesse Ball)

por José Luis Pascual

Título: Los niños 6

Autor: Jesse Ball

Editorial: Sigilo

Nº de páginas: 168

Género: Narrativa contemporánea

Precio: 18,50€

RESEÑA

Los caminos de la literatura son inescrutables. Hay temporadas en las que uno es capaz de vislumbrar tendencias, ya sea en temáticas, tonos o estilos. Épocas que parecen discurrir dentro de unos parámetros que se van enriqueciendo pero que, en el fondo, siguen siendo unas directrices determinadas. Más allá de los adornos estilísticos o de las voces autorales preponderantes, esos caminos van abriendo otros caminos paralelos que pueden hacernos pensar, engañosamente, que estamos ante algo nuevo. Y luego hay novelas como Los niños 6, que te apalean mientras tú tratas de buscar una catalogación, una explicación, un referente. En esas estás cuando se acaban y te noquean y te matan.

Cuando leí que Jesse Ball estaba considerado «uno de los escritores contemporáneos más originales y audaces», no pude evitar pensar que la misma frase se ha aplicado a múltiples autores cuyas obras no acaban de romper. Con ese escepticismo en vena, consumí raudo —la novela se lee en dos patadas— Los niños 6. Pues bien, esta vez las frases promocionales no mentían. Para bien o para mal —intento que escribir esta reseña me ayude a dilucidarlo—, Los niños 6 sorprende en varios aspectos:

Primero, en el contenido. La novela arranca con un niño y una niña, hermanos, escuchando golpes tras la pared de su habitación. No tardan en descubrir que sus padres, así como todas las personas adultas de la ciudad, se han suicidado. La premisa ya apunta hacia un enfrentamiento brutal entre inocencia y muerte, intercambio que se mantiene durante toda la extensión de la obra.

Segundo, en el estilo. Ball irrumpe como un vendaval minimalista, convirtiendo a su narrador en un observador que describe con sobriedad y contundencia, muy al estilo del McCarthy de La carretera, centrándose en lo esencial y descartando todo lo accesorio, adjetivos incluidos. Esto se moldea por lo que comentaré a continuación.

Tercero, en la estructura. Podría dividirse la novela en dos partes muy diferenciadas. La primera se puede considerar como una historia de terror apocalíptico que el autor utiliza para hablar de temas trascendentes. La segunda se transforma en algo muy distinto, una especie de pastoral que, de algún modo, viene a representar el nacimiento de un nuevo credo. El cambio es acusado a nivel formal, ya que la parquedad narrativa se convierte en una querencia por lo discursivo en voz de los personajes.

Esa voz puede ser un gran problema, ya que Ball dota a sus niños de una mente preclara capaz de estructurar argumentos de manera totalmente cohesionada y adulta. Ahí ya vemos que el autor “engaña” al lector con la palabra «niño», ya que en realidad sus personajes son otra cosa. Y ahí empieza a radicar la manera en que este autor rompe el molde. Esto se aprecia más explícitamente cuando, de pronto, la voz narrativa, provenga de donde provenga, le habla directamente al lector. Los códigos convencionales se quiebran, así como el propio sentido de la obra. Esa ruptura, guste más o menos, ya convierte a Los niños 6 en una lectura recomendable.

Es complicado articular las sensaciones tras pasar la última página. Y esto ya lo considero otro mérito. Lo que puedo decir es que la prosa de Jesse Ball nos regala aquí algunas imágenes memorables por su potencia, algunas ideas impactantes por su nivel de perversidad y humor negro, y algunas emociones difíciles de asimilar. Es llevar el eterno tema de la pérdida de la inocencia a un nivel insólito en el que hay una filosofía extraña y reverencial, un fuego que acaricia, un volteo en el prisma con el que observamos la realidad, una fraternidad del misterio.

OPINIONES

Una obra experimental en cuanto a forma, removiendo la temática apocalíptica de la extinción. Cargada de giros y cambiando el concepto al que estamos acostumbrados. No tiene nada de convencional, es sangrienta y tierna a partes iguales.

Daniel Aragonés

La novela comienza muy bien, con un ritmo altísimo que obliga al lector a no quitar ojo y leer de manera vertiginosa. El problema es la segunda parte, donde los niños (únicos supervivientes de un apocalipsis que afecta a los adultos) de repente se dedican a filosofar sobre la vida, la muerte y otras cuestiones profundas del alma humana.
Aparte de romper el ritmo de una manera brusquísima, es inconcebible reconocer en esas reflexiones las voces de niños comunes. Y la explicación que se da para ello me parece chusca.
Conclusión, ahora que tango gustan los anglicismos podemos calificar Los niños 6 como ¡epic fail!

Juan Carlos Pascual

Una idea genial, que empieza genial, se bloquea, no le da para más, y sigue hacia otro lado para acabarla. Es la única explicación que veo al cambio radical. Eso sí, convierte a la novela en algo diferente.

Cecilio Gamaza

Extraña, pero muy buena a su manera. Me ha recordado a ratos vagamente a Saramago. 
Creo que trata de decir que vivamos la vida sin más, que hay dolor, y que la muerte es parte de ella pero no por ello la vida tiene que girar en torno a ella y a tener que cumplir expectativas por ello, que debemos errar porque es parte de la experiencia de vivir, y no permitir que nadie nos diga qué podemos o no podemos hacer o querer o ser. Y lo hace a través de los niños porque ven la vida de manera más simple y debemos ver la vida con esa simpleza para complicarnos menos y vivir más.

Jota García

1 comentar

Daniel Aragonés febrero 21, 2023 - 6:29 pm

Coincido con tu reseña al completo.

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