La sensación de déjà vu es conocida por todo el mundo, pero, aun así, extraña. Los acérrimos de la saga de les hermanes Wachowski dirán que no es más que un fallo de Matrix. De esta forma tan sencilla se cierra uno de los grandes misterios de la mente humana. Aunque en el interior de la nuestra masa gris siempre quedarán muchos otros por desentrañar. Tampoco me gusta la palabra «siempre», ya que, «siempre» es demasiado tiempo.

No hace tanto que escuché en algún lado a un neurólogo decir que en laboratorio se han conseguido implantar recuerdos falsos en ratones. A mí el argumento me suena haberlo visto en alguna película de ciencia-ficción, en más de una en realidad. Resulta perturbador pensar que lo que recordamos es pura falacia. Una mentira piadosa, sería un buen argumento del gobierno para que lo hiciésemos de manera voluntaria. Por ejemplo: «Implántese recuerdos felices para terminar con su depresión bajo prescripción médica». Los gastos correrían a cargo de la seguridad social, no se preocupe el lector por ese detalle.

Los ciudadanos sin duda recurrirían a esa novedosa técnica de sanación y, al regresar a sus casas, además de contar con un estado de ánimo envidiable, tendrían recuerdos maravillosos, algunos de esos recuerdos les hacen creer que el presidente de ese gobierno es poco menos que un dios.

Hasta aquí todo bien, se parece a la trama de cualquier novela pulp de ciencia ficción, aunque por lo visto no hay tanta ficción en esta idea. Sin embargo, ¿quién quiere escribir otra novela del montón? Yo mismo ya he escrito alguna, con peor o mejor resultado. Ahora aspiro a cotas más altas ─apenas estoy unos metros por encima del nivel del mar, no nos pongamos estupendos─: desearía crear una leyenda urbana, una conspiración, que sé yo, me sirve cualquier mentira con tal que se difunda y algún desaprensivo la haga suya. Me gustaría levantarme una mañana y descubrir que un youtuber está dando pábulo a mi mentira, o Tele5, aunque eso ya casi lo doy por hecho.

No puedo imaginar una sensación de éxito mayor, así que, hagamos nuestra esta mentira y exportémosla al mundo entero. Así quizá algún día nos sentiremos orgullosos de poder decir: «yo sabía que era mentira y colaboré en difundirla». Las conspiraciones existen, y podemos formar parte de una de ellas.

El caso es que pienso que alguna de todas esas conspiraciones debe de ser cierta, por descabelladas que se nos antojen. Quizá la de que la Tierra sea plana. Está bien, reconozco que esa es demasiado estúpida, pero ¿qué me decís del hielo falso de la pandemia? ¿Microchips circulando por nuestro cuerpo gracias a las vacunas del Covid-19? ¿Soros en realidad es una momia sacada de un museo y la manejan mediante cables invisibles? Cómo saber cuál es la cierta, complicado acertijo este.

Soy consciente de que desde este púlpito predico en una iglesia vacía. Al fin y al cabo, no digo otra cosa que pinipolleces. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde. No estoy del todo convencido de esto, pero lo repetiré como un loro amaestrado hasta que se convierta en un mantra.

Recordad, el gobierno va a comenzar a implantar recuerdos falsos antes de las elecciones para cambiar el voto de los electores. Si votas a Vox o al PP será sospechoso que te den cita para antes de que termine el año. Es cierto, miles de ratones ya sueñan con ovejas eléctricas y nuestra sociedad todavía no lo sabe.

Podría seguir con esto un rato más, podría intentar convenceros, pero o mucho me equivoco o los que no están ya convencidos han abandonado el texto hace bastante rato. Así que solo queda esperar a que internet haga su magia.