Ritual Román 176: Espacios salvajes

por Román Sanz Mouta

Título: Espacios salvajes

Autores: S. L. Coney

Traductora: Carla Bataller Estruch

Editorial: La biblioteca de Carfax

Nº páginas: 160

Género: Terror familiar

Precio: 17,90 € 

SINOPSIS

Un chico de once años vive una infancia idílica, explorando las llanuras costeras y los humedales de Carolina del Sur, junto a sus padres y su perro Teach. Pero cuando un día aparece el abuelo, una figura turbadora y distante, unas grietas empiezan a formarse en esta familia, puesto que hay muchos secretos ocultos que los adultos se niegan a explicar. La tensión aumenta cada día que el abuelo permanece con ellos. La relación entre los padres se tensa; el chico empieza a notar cambios físicos en su cuerpo que no entiende y que, sin embargo, su abuelo parece ansiar, y su madre, temer. Algo abisal, algo monstruoso.

RITUAL

Novela breve y brutal, ritual breve. Al grano pustuloso.

Una familia feliz, junto a la mar. El niño con su perro, su mejor amigo, aparecido de la nada. El padre explorador que lo lleva a sus aventuras. La madre literata que le cuenta historias de piratas. Todo perfecto en su infancia feliz. Hasta que llega el abuelo. El padre de su madre. Sangre de su sangre.

Torna la atmósfera. La felicidad se va evaporando. El abuelo y su rudeza lo contaminan todo. Hasta el perro, Teach, lo nota, y no le gusta el viejo. No le gusta nada. Ya ni la playa es igual. Ni las excursiones. Irá a peor.

Esta trama contada y sentida desde los ojos de un niño de once años, desde su tierna e inocente visión, desde sus cariños y segundas oportunidades, desde su no maldad, nos permite padecer suave el cómo empeora la familia, en comportamiento, en humor, en palabras. Hasta el clima se metamorfosea en tumultuoso. Todo por ese hijo de la sal, ese viejo desconocido y atávico para el crío. Al que su padre no traga. Al que su madre no tiene más remedio, como hija, que tragar. Y el viejo, el abuelo, se queda, y no se va, y todo lo enturbia hasta devenir irreconciliable. Con sus paseos hasta la cueva de la playa.

Relaciones enfermas de antigüedad, momentos que quiebran clanes, tensiones densas y masticables. Por lo que no sabe el niño narrador, lo que a medida que avanza la obra se niega a reconocer pero nosotros, tú y yo, sí intuimos, para mal. El desastre. Y el pequeño sigue valiente, esperanzado, curioso. Apoyado en ese cánido, en su madre, en su padre. Familia, en lo bueno y en lo nefasto.

La novela es un viaje despiadado a la madurez instantánea, a la metamorfosis de Kafka, a la transformación forzada, a la comprensión y pérdida del protagonista.

También, es necesario decirlo, el argumento supone un largo preámbulo para ese final de la historia, la verdad, todo al servicio de la trama.

Como digo, el argumento es sólido, breve y progresivo. Simple. Un hombre tóxico que estropea todo cuanto toca o allá donde está, más incluso cuando es familia. Y las reacciones del resto,  de asunción o resistencia. Hasta la ruptura irreversible, en muchos sentidos.

Los personajes, muy bien. Perfilados. Comportamiento quirúrgico que les define. Interrelaciones. Con el niño como nexo, como futuro, como premio. El niño al que sentimos como amigo. Ya no os digo Teach, el perro. Maravilloso, fiel, clarividente desde su posición animal.

Y la atmósfera es esa oscuridad que el viejo trae, la sombra del clima que arrastra, la mar que se funde con la vida, los peligros pequeños por doquiera. El fondo sin fondo de sus intenciones.  

El estilo, la arquitectura del manuscrito, sin un vocabulario ampuloso, es letal. Ayuda en la lectura. Te sobrecoge. Llega a afectarte.

En resumen, la obra te coge del pecho directamente, te empatiza debido al chaval, sin nombres. Odias lo que le pasa, lo que sucederá a toda y todo lo que le rodea. Alucinas con el desenlace en dos fases, crudo, horrendo, con una imagen que no olvidarás. Porque el niño que soñaba con piratas acabó con monstruos. Triste. Tratando sobre orígenes y herencias. Lectura necesaria. Una muestra más del buen trabajo de las editoras de Carfax. Pese a su brevedad, factor positivo en este caso, muy recomendable. Así que, a leer.

 

Pd: ¿notas el aroma a Lovecraft? Yo también.   

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