William Schloss (1914-1977) —mejor conocido como William Castle— fue un director, actor y productor de cine estadounidense que ejerció en Hollywood desde los años 40 hasta mediados de los 70. Aunque al principio de su carrera —que comenzó dirigiendo la segunda unidad de La dama de Shanghái (Orson Welles, 1947)—, dirigiera varios thrillers, cintas de cine negro y algún western, se acabó especializando en filmes de terror de muy bajo presupuesto. Porque esto es algo importante a mencionar de la carrera de Castle, la mayoría de sus películas eran de Serie B.
Pero eso no impidió que pusiera en práctica muchas novedades para la época en su cine. De hecho, se hizo famoso por estas novedades más que por la calidad de sus cintas. Entre sus películas más recordadas se encuentran: Macabre (1958), The Tingler o Escalofrío (1959), House on Haunted Hill (1959), Los 13 fantasmas (1960), Homicidio (1961), El caso de Lucy Harbin (1964) y Proyect X (1968). Y también fue guionista y productor de Bug (1975), y produjo e interpretó un pequeño papel en Rosemary’s Baby (1968), del mismísimo Roman Polanski. Con todas estas producciones de terror Castle tan solo quería conseguir una cosa: traumatizar a la gente como él se traumatizó de niño viendo la obra teatral The Monster, de Crane Wilbur.
Collage de carteles de algunas películas de William Castle
Antes de continuar, hay que explicar qué es un gimmick. Los gimmicks son estrategias que dan valor e identidad a una película. También pueden ser conocidos coloquialmente como “ganchos” o “cebos”. Estrategias de marketing que, en este caso, eran únicas e irrepetibles, pero que ante todo fueron el origen de mucho de lo que se normalizaría en un futuro. Para comenzar, el primer ejemplo lo tenemos en su primera película de terror, Macabre (1958), por la que tuvo la idea de hacer firmar un seguro de vida —totalmente real— a cada uno de los espectadores que fueran a verla por si morían del pavor que provocaba la cinta. Para dar credibilidad al asunto, llenó los pasillos de los cines con enfermeras y las entradas de ambulancias o coches fúnebres. Esto hizo que la película resultase ser un éxito.
Para la película The Tingler, de 1959, usó el Percepto. Puso en todos los carteles publicitarios posibles: «Can you take Percepto?». Para entender este doble gimmick hay que saber de qué trata la cinta. The Tingler va de un médico que descubre que el cuerpo de un ser humano, cuando pasa mucho miedo, es capaz de crear una criatura que se extiende a lo largo de su columna vertebral y se alimenta de ese miedo. Para combatir a esta criatura hay que gritar muy fuerte. El Percepto, primer gimmick, era una serie de asientos vibratorios dispuestos de manera aleatoria en las salas, que vibraban cada vez que aparecía en pantalla la criatura. El segundo gimmick era un momento de la cinta donde el grandísimo Vincent Price le pedía a la audiencia que gritara, como se sugiere en la sinopsis de la película.
También en 1959, con La mansión de los horrores o House on Haunted Hill, protagonizada por Vincent Price de nuevo, decidió meter en tráilers y carteles de la cinta a Emergo. Se leían cosas como «Rodada en Emergo» o «Featuring Emergo». Y, ¿qué era Emergo? Emergo era un esqueleto fosforescente que flotaba sobre la cabeza de los espectadores en un momento puntual de la película, gracias a una suerte de tirolina. Y aunque, con el paso de las sesiones Emergo provocaba más risas que sustos, La mansión de los horrores fue un absoluto éxito.
Cartel promocional de House on Haunted Hill (1959), donde se puede leer un texto sobre el uso de Emergo.
Ya en 1960, para la película Los 13 fantasmas, si vemos el póster detenidamente —añadido antes en el collage— leeremos que pone Illusion-O. Esto se refería a una especie de panel con dos ventanas: una con celofán rojo y otra con celofán azul. Se podría decir que el Illusion-O era la versión barata de las famosoas gafas 3D de la época. Durante la película iban avisando —los personajes— cuándo ver a través de la ventanita azul y cuándo a través de la roja; a través de la roja se veían los fantasmas de la película en color rojo sobre fondo azul.
En Homicidio (1961), Castle detiene la película para que los espectadores se tomen un tiempo para elegir si continuar o no viendo la película, bajo la premisa de que si seguían viéndola se acabarían muriendo de miedo. Pero lo que ocurrió fue que mucha gente se marchaba y pedían que se les devolviera el dinero, y Castle se había comprometido a hacerlo. Así que creó un contragimmick: el rincón para los cobardes o Yellow Corner. Todo aquel que durante la película decidiera dejar de verla tenía que irse a un rincón iluminado con luces amarillas donde el resto de espectadores que sí seguían viendo la cinta podían reírse de ellos.
Ese mismo año, en Mr. Sardonicus, aparecía Castle en pantalla para hacer votar al público acerca del final de la película. El público decidía democráticamente, mediante papeles con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, el rollo que debía poner el proyeccionista para terminar la película. Para El caso de Lucy Harbin (1964) usó a la protagonista, Joan Crawford, para repartir algunas hachas de cartón llenas de sangre a la salida del cine. Y para 13 chicas aterrorizadas (1963) Castle afirmó que hizo castings por todo el mundo y que las protagonistas eran las modelos más hermosas del planeta, cada una de un país diferente.
Izquierda arriba: el panel con dos ventanas para 13 Ghosts; izquierda abajo: Emergo sobre el público; derecha: póster de The Tingler con el aviso de Percepto.
Se le conocía como “el Hitchcock barato”, ya que también el maestro del suspense se publicitaba y promocionaba sus films de formas similares, apareciendo al comienzo de Falso culpable (1956), poniendo sonidos de pájaros a la salida del cine en el estreno de Los pájaros (1963), y demás. Pero la estela de William Castle y sus gimmicks ha envuelto parte del cine que vino después. Joe Dante en Matinee (1993) puso a John Goodman a interpretar un papel que recuerda mucho a William Castle. John Waters, en su primera época, con la película Polyester (1981), dio a todos los espectadores una tarjeta con distintos olores que el espectador debía oler en momentos puntuales de la cinta; a esta tarjeta la llamó Odorama. Y el más que famoso director Robert Zemeckis creó una productora llamada Dark Castle con la que en los 90 y principios de los 2000 se encargó de llevar a cabo los remakes de algunas películas de William Castle. Y así, aún a día de hoy, podemos seguir recordando el talento feriante y desbocado de un genio de la serie B. Larga vida a William Schloss.
Aarón Wong
Redactor
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Larga vida!!!!