ENTREVISTA A DANIEL ARAGONÉS, autor de EFIALTES

Antes de meternos en harina, preséntate. ¿Quién es Daniel Aragonés?

Es un tipo extraño que se gusta a sí mismo y tiene confianza. Aunque piensa que la vida es un obstáculo, avanza sonriente y con ganas de que al menos una de sus huellas quede fosilizada en un barrizal apartado y oscuro. Ese sería un buen resumen.

¿Cuál es el germen que terminó convirtiendo a Efialtes en una novela?

Tenía muchas ganas de escribir una novela de terror, llevaba años buscando el camino adecuado. Entonces, un día se me ocurrió que la sociedad merecía un castigo y empecé a planificar una obra que tocase ese tema concreto (y amplio). Fue bastante casual. Todo empezó con relatos sueltos en segunda persona.

Entiendo Efialtes como una experiencia inmersiva que te hace identificarte mucho con el protagonista. ¿Has escrito la novela pensando en el lector, o solo como medio para soltar el mensaje que querías?

Al estar escrita en primera y segunda persona, tienes que tener cuidado de muchas cosas, y una de ellas es el lector. Aunque la obra está marcada por la crueldad y el sadismo, no es el protagonista el encargado de infligir ese dolor tan agudo. Su misión es contar la historia, observar y anotar. Y los pasajes narrados en segunda persona son víctimas. En conjunto, crean cierta sugestión en el lector que facilita la descarga de contenido filosófico. 

¿Dónde te inspiraste para crear la escenografía tan detallada de ese teatro del horror?

El golpe definitivo, lo que realmente me impulsó a escribir Efialtes, tuvo mucho que ver con una escenografía de teatro. La noche de las tríbadas, de Miguel del Arco. La puesta en escena de la obra es brutal, la escenografía, la potencia de las dos actrices principales.
Como apunte diré que llevo años trabajando en el mundo del teatro. Inspiración continua. Los edificios que dan cobijo a un escenario tienen vida propia, cada uno con su fantasma y su historia oscura de trasfondo.

Según avanza la novela, el protagonista, Danilo Argento (gran nombre, por cierto), parece tender a abrazar el horror de manera consciente. ¿Es por puro masoquismo, o con ello propugnas la aceptación de nuestro lado oscuro?

Aunque me gusta dejar una senda abierta hacia las profundidades del conocimiento humano, en una lectura más superficial hablo de cualquier ser humano en su día a día: cómo abrazamos la hipocresía de una vida que tiende a convertirse en esclavitud disfrazada de regalo navideño. Si profundizamos, enseguida nos damos cuenta (o igual no) de la singularidad del ser y la atracción que todos sentimos hacia el mal más atávico e incomprensible. En algún momento de nuestras vidas, y nadie puede decir lo contrario, nos vemos atrapados en una espiral de malas decisiones y gestos horribles. Todos hemos estado en el agujero.

Pese a lo onírico y surrealista de la novela, ¿hay algo de Efialtes basado en hechos reales o experiencias personales?

La parte velada de la obra está basada en mis propias vivencias, en historias encontradas, en la esencia de lo cotidiano. La capa más sádica y sangrienta no está relacionada con nada concreto (enciende la tele, sintoniza un programa de sucesos y déjate atrapar por el terror más auténtico).

¿Cuáles son tus mayores referentes a la hora de escribir?

La literatura weird es lo que más me inspira. En especial Lovecraft y su obra relacionada con Los Mitos de Cthulhu. Sin aquellas lecturas no habría explorado lo suficiente, estoy seguro.
Soy un enamorado del mal atávico. Autores como Machen, Meyrink y El golem, Bierce, Crowley, Chamber y El Rey de Amarillo, Palanhiuk y su demoledora manera de narrar, Las ratas de Herbert. Una de mis obras fetiche es La guardia de Jonas, de Jack Cady. Pero hay muchos autores a los que suelo recurrir y otros tantos por descubrir.
En estos momentos, por acotar un poco, busco obras atrevidas, surrealistas, y dotadas de un estilo fresco y novedoso. Editoriales como El transbordador y Orciny Press forman parte de mi dieta mensual de títulos.
Como referentes nacionales podría nombrar a David Roas, David Jasso, Pilar Pedraza, Miguel Córdoba, Jesús Gordillo, Alejandro Castroguer, Darío Vilas. Por citar algunos.
Ahora mismo me estoy leyendo Invasión, de David Roas; e Imagen corporativa, de José Torres Criado. Producto nacional de calidad.

Efialtes, con portada de Sergio Bleda

Has escrito ciencia ficción, noir, poesía, surrealismo, terror… ¿te sientes más cómodo en algún género o prefieres la libertad creativa total?

Desde que empecé en esto de la literatura (en serio) quise remarcar mi carrera literaria, y lo hice por fases. En un primer momento opté por la comodidad y el aprendizaje profundo. Narrando historias criminales y soltando poemas en el papel sentía ligereza. El objetivo principal era experimentar con el estilo y aprender a jugar con los personajes.
En mi segunda fase (la actual) el objetivo consistía en crear híbridos libertarios, perder el miedo, reconstruir los viejos modelos y ahondar en mi verdadera pasión: el terror y sus distintas formas.

¿Crees que falta “mala leche” en la literatura en general, y en el género en particular?

Faltan historias más canallas y crueles, pero eso no significa que sobren otras novelas. Creo que muchos autores tienen miedo, y optan por simplificar sus deseos creativos. No es mi caso, desde luego. Si tengo que morir lapidado será un placer.

Aparte de escritor, eres editor del sello Open City. ¿Cómo ves el panorama de la literatura de género en nuestro país?

Me podría tirar toda la noche hablando del tema, pero lo resumiré de una forma corta y concisa. Existen varias lecturas. Por un lado está la parte buena: creo que la cosa no va mal, quizás falten lectores y una sociedad más amoldada al tiempo libre, pero no pasa nada, solo hay que buscar un hueco en el mercado y mantenerse firme. Se puede ser positivo sin perder el norte. Hay que escarbar, pero existe un público dispuesto a invertir su tiempo en leer.
Mi parte crítica, la mala, es bastante dura. No existen facilidades reales. Ser lector apenas se valora, es un acto secundario muy al margen de objetivos publicitarios. El mercado es un monopolio muy bien estructurado que apenas ofrece huecos libres para cierta literatura. ¿Tienes dinero para invertir? Seguro que obtendrás beneficio, o igual no. ¿Por amor al arte, dices? Vas por mal camino, amigo.
Leer implica tiempo y dinero, y en el mundo actual se buscan cosas mucho más inmediatas. Es más fácil echar un polvo sin condón con una desconocido o una desconocida y acabar con un ETS que te joda la vida. Leer está pasado de moda.

¿Qué opinas del auge de la autopublicación gracias a plataformas tipo Amazon? ¿Es realmente beneficioso para la industria o para el lector?

Todo tiene un lado positivo y otro negativo. En este caso, es beneficioso para todo el mundo, pero ha traído ciertas consecuencias. Un cambio sustancial al que nos hemos acostumbrado sin pensar.

¿Cuál es tu libro perfecto, aquel que te hubiera gustado escribir?

El club de la lucha, de Chuck Palahniuk. Nunca tendré dudas con esta pregunta. Me identifico al 100% con esta historia.

Recomiéndanos alguna joya oculta que piensas que nos estamos perdiendo.

Ciudad de heridas, de Miguel Córdoba.

La guardia de Jonás, de Jack Cady.

¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Alguna otra novela en mente?

Ahora mismo estoy promocionando Efialtes y arrancando con Open City. Tengo una novela acabada y en proceso de revisión profunda. Una novela que saldrá en 2019 con mi propio sello. Varios relatos en vías de ser colocados. Y una nueva novela en mente, también de terror surrealista. La verdad es que no puedo parar, soy un tiburón de asfalto que navega en un mar de tinta negra. Puta locura interna.

Podéis seguir a Daniel en su blog Surrealismo Subjetivo y en su página personal.