El infierno. Cueva de pecadores, profunda y eterna celda de castigo, fuente de sufrimiento y calor, estigma para erradicar al que no piensa como nosotros… El inframundo.
En pleno siglo XXI, la creencia en el infierno está bajo mínimos. Quizá sea porque el modo de vida que llevamos en la sociedad occidentalizada se asemeja bastante a lo que muchos predicaban en la antigüedad. Nos movemos como pez en el agua entre pecados de todo tipo, tratando de dar sentido a nuestras vidas a través de pequeñas faltas y grandes omisiones, alimentando el ego y pisando al prójimo. ¿O quizá no? El caso es que nadie cree en el infierno salvo los exorcistas. Y es curioso, porque:

Hell es una prueba palpable de la existencia del averno. Lo es porque Seymour Chwast y Steven Heller muestran, a su manera sucinta y colorista, cómo las mitologías de todo el globo edificaron constructos infernales para sus dogmas, coincidiendo una y otra vez en unas raíces comunes. La filosofía religiosa, sin importar el credo, apunta directamente a ese lago de fuego donde arden las almas de los corruptos. Desde ahí, se versiona en distintos parámetros y características pero siempre conservando la simbología inicial. 

Para realizar tan vasto y variado viaje, los autores se inspiran en el Canto primero de la Divina Comedia, siendo su intención el arrastrarnos a un trayecto por los distintos avernos existentes. Y digo existentes para citar a continuación una frase que, en buena medida, explica y define el concepto de infierno:

No existe un infierno universal; cada pueblo tiene uno hecho a su medida.

De esa manera, Hell se conforma como una guía ilustrada de los infiernos imaginados (o reales, quién sabe) por las distintas mitologías y folclores repartidos por el globo. Así, los autores recorren los cinco continentes señalando las más destacables interpretaciones de los abismos llameantes.

El libro se estructura a base de breves textos, no más de una somera introducción, de estas geografías ardientes. Y digo ardientes aunque también encontramos simas frías y lagos congelados, como en la mitología nórdica, donde las almas quedan condenadas a helarse para toda la eternidad. A cada uno de los textos de Steven Heller le acompaña una ilustración de Seymour Chwast que, con un estilo de trazo casi infantil, muy cercano a algunas corrientes underground, sirven como perfecto complemento.

Además de las múltiples visiones del inframundo, también se aportan algunas curiosidades que tienen conexión con la temática. Por ejemplo, el Papa Guédé haitiano, un personaje que se manifiesta para recolectar almas para el más allá mientras fuma puros y come manzanas; o los fomoré de la mitología irlandesa, una suerte de seres tullidos que siembran caos y destrucción en la Tierra bajo el comando del dios Balor; o la historia de Isobel Gowdie, granjera escocesa que declaró que vivía un ardiente romance sexual con el mismísimo diablo.  

Con todo esto, Hell nos regala más de 120 páginas de folclore, misticismo, sobrenaturalidad y visiones de los tantos y tantos infiernos que nos rodean. Desde Oriente Medio hasta el último rincón de América, este recorrido resulta una impagable puerta de entrada a este mundo que nos recuerda algunas concepciones ya conocidas y nos descubre muchas otras. Fantástico libro.