UN DESCANSO PARA LOS MUERTOS Y OTROS RELATOS (Lucy Taylor – Pulpture Ediciones)

por José Luis Pascual
“No habiendo nada que me obstruya la vista, el desierto se despliega como una garganta negra y ávida que se traga un vertido obsceno de estrellas. Junto al hueco donde una vez estuvo la verja, ahora revolotea una convergencia antinatural de sombras, en algunas zonas tan espesa como las vigas que sostienen el porche, en otras vaporosas como una neblina. Algo gigantesco se mantiene allí encorvado con una inmovilidad tosca. Mi sangre se enfría un grado o dos”.

Pese a vivir en un mundo global en el que, cada vez más, todo parece al alcance de la mano, si nos preguntan por escritores que cultiven el género de terror seguramente responderemos con dos o tres nombres célebres e icónicos que todo el mundo conoce. Y es una lástima, porque hay toda una miríada de creadores de pesadillas a los que no es fácil acceder. En España, gracias a la ingente labor de editoriales modestas estamos empezando a descubrir algunos de los nombres que hasta ahora no nos sonaban de nada. En esta ocasión, Pulpture Ediciones ha tenido el acierto de dispararnos a bocajarro un puñado de relatos de Lucy Taylor, autora que espero tenga más oportunidades de ser traducida al castellano, viendo la tremenda calidad de su antología Un descanso para los muertos y otros relatos.

El volumen se estructura en tres segmentos temáticos. El primero lleva por nombre Desierto, y en él encontramos tres puñetazos que nos hacen morder el polvo dejándonos inconscientes en calurosas arenas fronterizas.
El primer relato, Bestias sin alas, es una increíble carta de presentación que ya nos indica varios aspectos del estilo de Lucy Taylor. El primero, que su prosa es contundente a la vez que literaria, expresándose en un tono de noir oscuro muy atrayente. El segundo, que sabe dibujar personajes con las pinceladas justas y precisas, dotándoles de un irresistible aire misterioso. Y el tercero, que su imaginario es novedoso e inquietante, con un decorado de fondo tan fascinante como un desierto que, perdonen el cliché, deviene en un personaje más de la historia. No se puede empezar mejor.
El relato que da nombre al volumen, Un descanso para los muertos, incide en el decorado desértico como erróneo oasis y verdadera puerta al infierno. En esta ocasión un infierno personal, representado por los descansos, pequeños altares en las cunetas que marcan el punto donde alguien murió trágicamente atropellado. Alrededor de estos objetos, Lucy Taylor construye la historia de una familia en la que el extrañamiento se hace paulatinamente palpable. La calidad de algunas descripciones o comparaciones que crea la autora me parece altísima, así como la generación de una atmósfera inquietante que explota en un tramo de desenlace magnífico. Es este un gran ejemplo del tipo de relato que más me gusta.
El segmento se cierra con El frenesí de la polilla, relato de contenido metafórico y brutal, que de alguna manera habla de las incesantes muertes de mujeres en el desierto de Ciudad Juárez, y al mismo tiempo nos pone en anticipo del tramo familiar que vendrá después. El desierto vuelve a envolver la historia, quizá de una forma más perversa que en los anteriores relatos, pero la prosa de Lucy Taylor vuelve a ser despiadada.

Con Acuerdo prematrimonial se inicia el segmento llamado Familia, que está dedicado al parentesco y el vínculo, vislumbrados desde diferentes ángulos. Lejos, muy lejos de cualquier mirada complaciente, la autora recrea aquí una historia de amor dictada por un maleficio. La relación entre la protagonista y su hombre amado-odiado es representada por Lucy Taylor con una carnalidad exorbitante, incidiendo una y otra vez en pasajes llenos de un sexo sucio, explícito y violento. Me parece ver aquí una mirada subversiva hacia la violencia de género, una denuncia en el fondo que adopta la forma de inquietante visceralidad.
En Un pecho peludo, una gran polla y una Harley el tono cambia ligeramente hacia el humor negro (muy negro, en realidad), pero no por ello abandona el estilo directo y contundente marca de la casa. El planteamiento gira hacia la amistad entre tres mujeres, y lo que desean cambiar en sus vidas, especialmente en cuanto a maridos se refiere. Aunque el desenlace se ve venir, no por ello el impacto se atenúa.
Vienen después una serie de relatos que rebajan la atmósfera, notándose que son textos más antiguos. En La familia sumergida tenemos un cuento en el que el surrealismo es utilizado como una metáfora que, en realidad, oculta toda una alegoría del maltrato y la necesidad de escapar. 

Tapiada y La señora blanca adquieren un corte más elegante, incluso diría que con ecos de gótico. Aunque pueden resultar más convencionales, encontramos una lírica innegable en algunos pasajes, con una gran estructuración en el primer relato y una buena utilización de la figura de la Santa Muerte en el segundo. La sensación de circularidad está muy conseguida.

El tercer y último bloque se enmarca bajo el título Futuro, y en él se nos ofrecen textos de ópticas lejanas con ecos de ciencia-ficción.
Subsunción es un fascinante relato postapocalíptico que vuelve a elevar la calidad del volumen por encima de lo habitual. Taylor logra describir lo indescriptible, con pasajes cargados de una prosa certera y contundente que gira alrededor de una original invasión.
Benditos sean los ligados tiene –como en realidad todos los relatos de la antología– retazos del segmento “Familia”, aquí situados en un planteamiento futurista que combina la distopía con el body horror, en un texto inquietante y perverso por algunos de los conceptos sugeridos.
Con En la cueva de los cantores delicados, la autora vuelve a tratar una temática ya vista anteriormente, pero abordándola desde un ángulo novedoso. De algún modo una actualización del imaginario lovecraftiano, el relato comienza con total normalidad para terminar estallando en una algarabía de imaginación, al retratar un ataque a la humanidad desde el sonido, en forma de un canto irremisiblemente mortal. La maestría viene dada, una vez más, por la capacidad de la autora de describir conceptos muy difíciles de transmitir, como por ejemplo la sinestesia que sufre la protagonista, o sentir el sonido a través de la piel. Sensacional.
La antología se cierra con Lujuria en la era de los demonios, pieza que se centra en la brutalidad de un coito que acarrea funestas consecuencias para la humanidad.

Editado en un coqueto volumen de pequeño tamaño pero que deja ver el mimo puesto por Pulpture en la publicación, podemos estar ante una de las obras más relevantes del año en cuanto al género de terror se refiere. En conjunción, y pese a la inevitable irregularidad que se desprende de este tipo de antologías en las que los relatos provienen de diferentes épocas, Un descanso para los muertos es una perfecta panorámica sobre lo que puede ofrecer Lucy Taylor. Hay en sus obras un tono seco y potente, que rasca en superficies pulidas para encontrar verdaderas piezas maestras. Un auténtico lujo para los aficionados al terror literario que busquen nuevas propuestas, háganme caso.

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