REBELIÓN 20.06.19 (Javier Miró – Triskel Ediciones)

por José Luis Pascual

Seguro que os suena la idea. Se produce una invasión. Hay una guerra que arrasa con todo. Y un grupo de rebeldes que intenta aguantar pese a verse recluidos en zonas insalubres y poco seguras. Rebelión 20.06.19 transita bajo ese trasfondo, el mismo que anteriormente ha servido de leit motiv a incontables obras de ficción. Pero no temáis, pues la novela de Javier Miró huye de mimetismos y semejanzas artificiosas, sirviéndose del escenario como una mera excusa para construir y deconstruir a un personaje y, por qué no, a una ciudad.

Rebelión 20.06.19 es la historia de Álex el Mono, uno de los sublevados, que ha llegado a alcanzar el estatus de mito por su capacidad de supervivencia bajo cualquier circunstancia. Desde las profundidades del antiguo metro de Madrid, los rebeldes se organizan a duras penas contra los invasores, con Álex el Mono inmerso en las operaciones más importantes, siempre pegado a Santateresa, su preciada ametralladora de asalto. 
Los elementos diferenciadores de Rebelión 20.06.19 son varios. En primer lugar, la narración comienza con el protagonista encerrado en una celda oscura, sin mayor aliciente que revivir su propia trayectoria una y otra vez. Por ello, la historia está contada desde los recuerdos de Álex, y va saltando temporalmente de modo caprichoso, tal y como lo hace el cerebro humano. Con ello, Javier Miró logra que el lector permanezca atento a la estructura temporal para ir, poco a poco, armando el puzzle que nos propone la novela. El escritor nos ofrece un narrador en tercera persona muy pegado al personaje, consiguiendo una sensación inmersiva muy alta. Tanto, que los tramos que transcurren en la celda dejan la sensación de estar narrados en primera persona. El efecto es potente e interesante, pero sobre todo efectivo. Esto se multiplica gracias a la capacidad de Miró de ofrecer pasajes puramente sensoriales, en los que la percepción del protagonista salta del papel (o del dispositivo electrónico, depende del formato en que estemos leyendo) y se traslada hasta el lector.
El otro aspecto que convierte a Rebelión 20.06.19 en un texto que merece ser leído es la sensacional orquestación de las diferentes escenas de acción que se suceden en la novela. El autor demuestra un dominio manifiesto a la hora de narrar este tipo de secuencias, que no son pocas, quedando resueltas con un sentido del ritmo admirable, avanzando frenéticas con una fuerte carga de tensión y velocidad, y transmitiendo una alta sensación de urgencia. Por algún motivo, muchos de estos pasajes me recordaron al ritmo de algunos cómics, cosa que solo puedo puntuar como algo muy positivo.
Encuentro un punto negativo en la obra, aunque he de aclarar que es un problema exclusivamente mío. He crecido leyendo novelas ambientadas en planetas lejanos, en futuros fantásticos, en ciudades remotas. Por eso, no suele gustarme cuando una novela transcurre en mi país o ciudad, me suena mal por la falta de costumbre. Rebelión 20.06.19 está ambientada en Madrid. Es una Madrid devastada, ruinosa e irreconocible, aunque conserva lugares y nombres que los vivimos aquí conocemos bien. Si solo fuera por esto no habría problema, pero la manera en la que los personajes se expresan me chirría mucho, ya que emplean localismos y vulgarismos del tipo “t’as quedao pasmao”, “Es un flipao. Se mola a sí mismo de una forma mu chunga” o “tienes que hacerlo putoya”. Evidentemente, se trata de jerga que el autor utiliza para generar un tono, pero la sensación que deja es que los personajes la utilizan a ratos, mientras que en otros momentos adquieren un tono más “literario”. Conforme avanza la lectura te acostumbras pero, como digo, es algo que me funciona solo a medias.

Aparte de todo lo comentado, Miró esconde muy bien la naturaleza de la invasión, permeando así la idea de que en realidad es lo de menos. Lo importante es la perenne sensación de falta de esperanza, de desolación (confirmado en el último y breve capítulo). Es ese tono sombrío tan característico de novelas postapocalípticas de prestigio, como puede ser La carretera, salvando las distancias. Lo novedoso aquí es que esa falta de luz, de algo real a lo que agarrarse, es compensado con la voluntad de supervivencia de los personajes, que parecen incapaces de rendirse sin importar la adversidad de su situación. En definitiva, es ese componente de cabezonería humana que siempre nos empuja a seguir adelante, y con el que Javier Miró impregna las páginas de su novela.

Me alegro de haberme sumergido en esta obra gracias a la iniciativa “Diseccionadores de novelas” que regenta la imparable Consuelo Abellán, ya que me ha permitido descubrir a un escritor muy interesante y estrenarme con Triskel Ediciones. Me quedo con el pesimismo, la urgencia y la explosividad que pone en juego Rebelión 20.06.19. Muy recomendable.

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