Tener la carne (Carla Nyman)

por José Luis Pascual

Título: Tener la carne

Autora: Carla Nyman

Editorial: Reservoir Books

Nº de páginas: 152

Género: Literatura contemporánea

Precio: 17 €

SINOPSIS

Una chica ha matado a su novio con la ayuda de su madre. Es verano y el calor aprieta en la costa de Almería mientras pasean su cadáver en una silla de ruedas. Tomando el sol y bebiendo cócteles en garitos de playa acompañadas del muerto, la hija llama insistentemente al juez que tal vez podría instruir su caso para ponerle las cosas fáciles: son culpables y está dispuesta a contarle con todo detalle cómo lo han matado y por qué. Pero el juez no contesta y salta el buzón de voz.

RESEÑA

Probé todos los donuts y jägers y zumos de mango para ver si podía, para ver si había forma de saborear lo que ella, de comenzar a rastrearla desde un punto tan primitivo como el paladar. Quería saber qué era vestir su mismo hábito, si podía transformarme, operar en mí el cambio, con un sorbo de esto o de aquello, introducirme en su organismo y entender en mi carne el reemplazo. 

Se afirma en la faja que acompaña la edición de Tener la carne que estamos ante «un delirante thriller almodovariano en la costa de Almería». Bajo mi punto de vista, esta estrategia comercial resulta algo engañosa, pues no identifico nada de Almodóvar en absoluto, ni siquiera de thriller, aunque esto lo matizaré más adelante. Este reclamo puede atraer a un amplio sector de público que, quizá, se sienta decepcionado al esperar algo muy distinto a lo que ofrece la obra. Esto no quita para que el debut de Carla Nyman en novela (también es discutible la propia consideración de novela) sea algo fascinante y embriagador que construye y sigue sus propias y originales leyes. 

A través de capítulos cortos, Carla Nyman juega a transcribir lo que vendría a ser una serie de llamadas telefónicas de la protagonista a un juez. O, más bien, al contestador del juez, ya que él nunca responde al aparato. Todo gira alrededor de la confesión de un crimen perpetrado por la protagonista y su madre, quienes parecen haber asesinado al novio de la primera por una presunta infidelidad. 

Con tal premisa, la autora se permite desplegar un discurso plagado de humor negro, procedente de una cabeza que no parece estar muy en sus cabales. El componente de thriller se queda apenas en anécdota, sepultado, como todo lo demás, bajo un torrencial flujo de conciencia que se antoja tan portentoso como arriesgado. Portentoso, porque el estilo de Nyman nos regala una prosa que huye continuamente hacia lugares imprevisibles y arrebatadores. Arriesgado, porque arrasará por el camino a un buen puñado de lectores que no acostumbren a las afrentas que aquí se despliegan.

Vuelvo a cuestionar la condición de novela de Tener la carne, porque la poesía lo impregna todo. En realidad, podríamos estar frente a un poemario mutante. Se nota la calidad de poetisa de Carla Nyman, pues dota a cada uno de los capítulos de entidad propia, convirtiendo lo que cualquiera anticiparía como un thriller cómico en un discurso sorprendente a cada línea, que se aprovecha de recursos poéticos plenamente modernos. La integración de dos estilos tan a priori opuestos da como resultado un torrente narrativo muy estimulante que, si bien a veces puede resultar confuso, nos sumerge en un mundo con sus propios códigos, códigos que, una vez entendidos, subyugan.

Sobre la trama principal, o agazapados bajo ella, hay gritos de reivindicación feminista, la ira y melancolía por la ausencia de la figura paterna, y sobre todo la relación tan difícil como simbiótica con la madre (Mi única patología es mi madre). Son aspectos que la literatura actual explora con fruición, y que aquí se disfrazan de una manera original. Se compone, al fin y al cabo, un retrato fidedigno de nuestros convulsos y confusos tiempos.

El misterio queda enterrado por sentimientos universales y únicos al mismo tiempo, una suerte de contradicción hipnótica, una antihistoria. Detecto, salvando las distancias de estilo, tono y género, similitudes con Los inamovibles, de Gary J. Shipley. Existe un juego de despersonalización magistral, que expone a las claras cierta intención de transgredir y romper con la literatura cursi, estandarizada, gastada.

En fin. El resultado es un tornado, con momentos en los que agarra una fuerza desmesurada y otros de vacilación fascinante. Siempre defenderemos este tipo de obras rompedoras y golpeantes. Siempre defenderemos los vendavales. 

2 comentarios

Vicente mayo 6, 2024 - 11:07 am

Enhorabuena a Carla por la novela. Genial reseña

Responder
Daniel Aragonés mayo 7, 2024 - 9:58 am

Me gusta que veamos obras distintas en los tiempos que corren. Leyendo la reseña me siento atraído por esa bipolaridad narrativa. Buen análisis.

Responder

Deja un Comentario

También te puede gustar

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del usuario a través de su navegación. Si continúas navegando aceptas su uso. Aceptar Leer más