XIV CLUB DE LECTURA DE TERROR: LAS BABOSAS (Shaun Hutson)

por José Luis Pascual

Ya tocaba en el Club de Lectura una propuesta que fuera gamberra, divertida y que no tuviera pretensiones más allá de hacer pasar un buen rato al lector. Creo que con Las babosas (Slugs) el objetivo ha quedado cumplido, ya que además de presentar una trama un tanto descerebrada, Shaun Hutson nos ha dejado unas impagables protagonistas generadoras de babaza y comedoras de carne, humana a ser posible. Además, nos ha permitido debatir sobre el concepto de calidad literaria, cosa que se apreciará en las minirreseñas de los participantes en la lectura.

Sin más dilación, os dejo con mi reseña de Las babosas seguida de las opiniones de algunos de los miembros del Club.

 


LAS BABOSAS (Shaun Hutson)

 
 

«El cuerpo de Watson se convulsionaba alocadamente y sus músculos se contraían espasmódicamente, como si alguien lo manejara con unas cuerdas invisibles. Entonces, mientras el americano seguía mirando atónito, la carne de uno de los párpados de Watson pareció resquebrajarse, como si alguien hubiera tirado del mismo con demasiada fuerza. Un pequeño chorrito de sangre salió disparado hacia lo alto, parte del cual salpicó las perneras de Canning, y el ojo comenzó a sangrar. El blanco de sus globos oculares se tornó bermellón, y el chorrito pareció apagarse un instante para volver a estallar con inusitada violencia.
Una segunda forma blancuzca apareció desde el interior de la órbita».

Cuando comencé la lectura de Las babosas, me di cuenta de que estaba ante una prueba de fuego. Y es que, como amante del género de terror, hay una cuestión que me preocupaba. Las obras con alto componente de gore son especialmente disfrutables durante la adolescencia, pero con el paso del tiempo uno se va haciendo más «delicado» respecto a estas cuestiones, relegándolas a un concepto estético que, más allá de su intención de transgredir, no parece aportar demasiado a un género en el que actualmente prefiero un contenido más sutil. En otras palabras, bajo mi punto de vista el terror se encuentra en lo velado o sugerente antes que en lo explícito y evidente. Por todos estos motivos considero que el mérito de Shaun Hutson no es baladí en esta obra, ya que demuestra que mi percepción es incompleta al pretender devaluar este tipo de novelas.

Las babosas presenta una historia que puede resumirse en: babosas empiezan a comer carne, se convierten en plaga y amenazan la seguridad de Merton, pequeño municipio situado al sur de Londres. Con ello, tenemos una propuesta que evidentemente bebe del terror de las creature features que proliferaron en las décadas de los 40 y los 50, actualizándolas para introducir mayores dosis de «credibilidad» y, sobre todo, de truculencia con la que agitar los estómagos de los lectores. 

La novela se estructura en base a una alternancia entre el seguimiento al personaje central, Brady, y una serie de escenas con otros vecinos, en las que las babosas hacen de las suyas sin miramientos. Este continuo toma y daca nos acerca de alguna manera al subgénero del slasher, y al mismo tiempo hace que la lectura resulte muy fluida y que el efecto de repetición no se acuse en exceso.

Una de las cosas que más me ha sorprendido de una lectura en la que supuestamente predomina la falta de pretensiones es el tiempo y esfuerzo que Hutson emplea en dotar de un trasfondo a casi todos los personajes que desfilan por el relato. Con esto, el autor demuestra un dominio en cuanto a diseño de personajes más propio de obras más ambiciosas. Sin embargo, tal vez aquí tengamos uno de los principales problemas de la novela, y es que el perfecto dibujo que Hutson hace de muchos personajes secundarios casi excede a la poca profundidad de Brady, el protagonista, quien queda apenas esbozado a través de unos cuantos pasajes. Pese a ello, es muy de agradecer la continua humanización de todos estos personajes secundarios cuyo final no suele ser muy halagüeño.

Aunque está claro que nos hallamos ante una obra que huye de originalidades y extravagancias para homenajear confesamente a títulos anteriores, es indudable que Shaun Hutson sabe jugar sus cartas. Unido al buen ritmo con que avanza la novela, es destacable la habilidad del escritor inglés para recrear pasajes con cierto contenido perverso e inesperado con el que añadir carga de inquietud en el lector. En este sentido, son reseñables varios capítulos como el 9, que involucra a un niño con retraso mental y un conejo, y en el que no sabes hasta dónde se va a atrever a llegar Hutson; o todo el tramo del personaje de Watson, donde el escritor consigue algunos momentos en los que empatizar con el personaje supone un esfuerzo para el lector por conseguir mantener la «normalidad estomacal». Todo ello no hace más que reforzar la idea de que el gore, cuando se utiliza bien y se intercala con pasajes que inciden en una mayor profundidad psicológica, termina impactando el doble.

Aparte de esto, hay que sumar un componente más, y es la inclusión de un buen número de escenas eróticas que, aunque no son muy necesarias, sí que abundan en el espíritu gamberro y de pura serie B del que Shaun Hutson hace gala.

Aun estando ambientada en el Reino Unido, no es difícil que la mente del lector se traslade a uno de los pequeños pueblos residenciales americanos a los que nos acostumbró el cine de los años 80. De hecho, toda la novela tiene ese aire de terror ochentero tan reconocible, y aunque el continuado homenaje que muchas películas rinden a esa época ha terminado por llegar a un punto de saturación, a día de hoy es un placer leer una historia escrita por aquel entonces. Por supuesto, es imposible leer Las babosas y no visualizar la historia como si fuera una película. Este gusto por lo visual en Hutson, extremado en las escenas más sangrientas, lleva marcado un evidente carácter cinematográfico que, recordemos, cristalizó en una adaptación firmada por el español Juan Piquer Simón —adaptación que he tenido el «placer» de revisionar con motivo de la lectura, y que para mi gusto no ha acusado nada bien el paso del tiempo—.

Está claro que Las babosas está pensada para entretener y llevar al lector de la mano a un viaje gamberro y divertido, idóneo para disfrutar con su violencia descacharrante y su desvergonzada osadía. Ahí la novela cumple a la perfección. Pero además, quiero terminar reivindicando la prosa de Shaun Hutson. No solo porque este tipo de relatos requieran de un manejo de ritmo y escenas excepcional, sino porque en algunos pasajes se atreve a ir algo más allá, introduciendo miradas de mayor poso de lo esperado. Para ilustrar esto, sirvan estos dos textos que encontramos en el capítulo 20, uno de los mejores de la novela:


«Se las compuso para sacar el pecho por encima del nivel del suelo, pero el formidable peso de las criaturas le resultaba excesivo, y cuando una de ellas, especialmente grande, empezó a perforarle la base del cráneo, cayó de nuevo al interior. Chocó con un crujido dentro del ataúd, de nuevo sobre el cadáver devorado, y su cuerpo se convulsionó bajo el ataque de las babosas, una de las cuales penetró por uno de sus ojos. La sangre manó como un torrente de la órbita ya devorada, y Charlie se vio sumido en la oscuridad».

Unas líneas después, tenemos el siguiente párrafo:

«El búho apartó la vista de su comida cuando oyó el último grito de Charlie. Estaba posado sobre la rama de un árbol cercano, contemplando indiferente la muerte del enterrador. Sus enormes ojos parpadearon un momento, y luego aluló dos veces, acompañando al viento con su sonido, como si aullara a la muerte».

Sin artificios rimbombantes, Hutson revela en ambos pasajes su calidad. Primero nos escupe una descripción truculenta que impacta por lo explícito, para seguidamente cambiar el foco y contar la misma escena desde un punto externo. Esta transición nos da la pista de que Shaun Hutson sabe lo que se hace, y al explotar este tipo de recursos deja deslizar —sutilmente, generando apenas un rastro para el lector atento— su dominio del género. Bravo.

 

 

Los miembros del Club hablan:

Vicente Barceló (@venamisteriosa en twitter):
«A veces, cuando uno se para a analizar un libro, busca lo que le ha aportado al finalizarlo, los conocimientos que te da o el poso que ha dejado en ti. Se suele comentar si te ha sorprendido, las vueltas de tuerca que te han flipado o cómo afecta a tu estado anímico. Pero que siempre busquemos algo así no debe ser motivo para que un libro, simplemente, sin ninguna otra motivación, entretenga. Slugs, sencillamente, entretiene.
Slugs es un libro muy sencillo, pero a la vez muy completo y divertido (y espeluznante). Shaun Hutson nos mete en su novela en una historia muy gráfica, viscosa y asquerosa de babosas asesinas. Desde las primeras páginas vas adquiriendo la sensación de estar viendo las escenas en vivo. El autor no se anda por las ramas, es sincero y describe lo que hay sin florituras. Desde luego, es un escritor muy expresivo, por decirlo de alguna forma. Además de que el argumento ayuda a seguir las escenas de forma muy explícita, Hutson nos lleva a cada pasaje muy claramente, sin exquisiteces ni descripciones banales que nos separen de lo que quiere que veamos. En ocasiones nos muestra la escena como en una toma cercana, con el diálogo personal de dos personajes, para en breves intervalos mostrarnos cómo el mal en forma de babosa se acerca lenta e inexorablemente en otro párrafo. Esto recuerda a las ya mencionadas películas en las que puedes ver con angustia cómo el peligro se acerca desde otro ángulo. Es sorprendente y refrescante, pues la narración se hace muy ágil y la tensión se va mascando en cada renglón.
No por ello todo el libro es una insulsa historia de horror gratuito. Es sorprendente ver cómo cada personaje, por poco que dure, es perfectamente perfilado y metido en las escenas con su historia. Hutson nos prepara el aperitivo haciéndonos empatizar con el personaje, para luego cepillárselo (o no) delante de nuestras narices. En ocasiones llega hasta el punto de ponernos en la situación de plantearnos si seguirá el hilo de la escena hasta una muerte que consideramos políticamente incorrecta como la de bebés o cosas que vemos más delicadas. Desde luego, este señor es un genio de la literatura de este estilo, y la hace muy entretenida».

(Extracto de la reseña que podéis leer completa en el blog La vena misteriosa)


Kike Mollá:
«Si en la literatura existiera como en el cine tanto la serie B como la Z, Shaun Hutson sería uno de sus máximos exponentes. Este escritor no se complica lo mas mínimo, premisa facilona, escritura sencilla, estilo muy directo, escenas lo más explícitas posibles, coherencia la justa y profundidad tanto del tema que expone como de profundidad de personajes… cero!!! Y, ¿dónde está el problema? En ningún sitio. Cumple lo que promete, se lee rápido, no se hace pesado, repugna o asquea en unas cuantas escenas, van muriendo personajes que te la traen floja, alguno te da pena, llega el final, chin pum!!! Y a otro libro. 
Faltan más escritores en los últimos años como Hutson, hoy son todos demasiado profundos y complejos, con escritura recargada y se olvidan que la lectura es para disfrutar y Las Babosas estas lo cumplen.
Por mí… perfecto!!!»

Bernard J. Leman (@bernardjleman en twitter):
«Quiero ser sincero desde el inicio: no se puede negar que este libro tiene algunos problemas. Se trata de soluciones precipitadas, que apelan a la credulidad del lector, y a la falta de carisma o definición en los personajes, que se agudiza en el caso de un protagonista que me ha resultado totalmente anodino.
Pero quedarnos en esto sería algo totalmente injusto con este libro, porque a modo de compensación Hutson despliega un enorme dominio del oficio, jugando con las expectativas del lector y dilatando la intriga en las apariciones del enemigo, llegando a niveles magistrales en algunos pasajes en los que también emplea, a modo de homenaje, códigos clásicos del terror.
El arranque es algo lento, pero pronto la novela coge ritmo e interés, resultando finalmente una lectura adictiva, amena y de calidad, lo que puede parecer paradójico, dado lo ridículo del planteamiento inicial. Por el camino nos deja varias apariciones memorables de las babosas come-hombres, descritas de una manera bastante visual.
Lo recomiendo si quieres ver cómo un narrador profesional despliega sus armas de manera implacable para mantener en vilo al lector. Absténganse estómagos delicados». 


Asen Ahab (@Asen_Ahab en twitter):
«La novela es tan simple (para bien y para mal) que no sé qué aportar más allá de lo que han opinado mis compañeros de lectura. Así pues, salvo ciertos pasajes, es una novela que a los pocos días de terminarla ya la olvidas. Entiendo perfectamente que ninguna editorial, de un tiempo a esta parte, se haya decidido a reeditarla. Al mismo tiempo también podría decir que, claramente, es de las historias de terror más directas que hemos leído en el club. Fue graciosa mientras duró».

Olivia:
«Cuando se propuso en el Club la lectura de esta novela, he de confesar que tuve muchas reticencias a leerla, porque la temática “bichos y gore” no me atrae nada. Sin embargo, después de leerla, me ha sorprendido para bien. No es que sea una obra maestra, pero está bien contada, es entretenida y mantiene el ritmo hasta el final. El gore aparece en solo en unas cuantas escenas, y no son excesivamente desagradables. 
Por ponerle un pero, diré que me ha faltado que explique más en detalle la mutación de los bichos».

Jota García Romero (@jotagarcaromero en twitter):
«Entretenidísima novela la que hemos tenido oportunidad de descubrir este mes en el paraíso llamado Club de lectura Dentro del Monolito. Lo que a priori parece o podría ser un pasarratos de aeropuerto, pronto se impone como una novela  intensa, con un (muy) ligero toque de humor negro y sin ningún tipo de pudor a la hora de narrar las peripecias de esta implacable y terrible horda de Babosas.
Y sí, tiene algunos peros, y el relato está muy lejos de ser perfecto. Pero es muy decente en sus objetivos, sabe en qué liga juega y ni engaña nadie ni trata de hacerlo. Esto es lo que es, un festival gore, absurdo y tremendamente disfrutable, y no me parece justo, dado lo que me ha aportado, sacar a relucir sus carencias. Tan satisfecho quedo como estas Babosas después de sus sangrientos festines».


Tintanegra (@ctintanegra en twitter):
«Hablemos de babosas. El libro me ha parecido bien, lo he disfrutado. Se lee fácil , se lee rápido y es lo bastante ligero como para no cansar. Hay muertos, asco, claustrofobia y, por supuesto, muchísimas babas. Pero también hay una galería de personajes cotidianos, reconocibles, tan bien dibujados que crees conocerlos desde siempre y te meten de lleno en cada escena.
La pega, para mí, es la falta de desarrollo de las historias, los personajes y sus vidas más allá de unos breves retazos. La desconexión y lo aisladas que están algunas escenas a veces me ha dejado con la sensación de “vale, ¿y qué?”. Si bien no es que hubiese puesto muchas expectativas, me parece que explica poco y que las situaciones resultan difíciles de tragar. Es como ver una película cuyos efectos no han envejecido nada bien pero aun así la ves porque es entretenida. Y digo esto porque el tono me ha parecido en muchas ocasiones directo y cinematográfico. Muy visual.
En resumen, es entretenido, pero tampoco repetiría».

 


 

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Próxima lectura : Un verano tenebroso (Dan Simmons)

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