Nuestro barrio es precioso. Céntrico, pero tranquilo. Todo el mundo se conoce. Hay comercio de proximidad, y los niños pueden jugar tranquilamente en la calle. Sin embargo, nadie entra aquí. La gente de otras partes de la ciudad nos evita, y a veces incluso da unos rodeos enormes para no tener que entrar.
Creo que es porque las aceras sudan.
Etiqueta: