El catálogo de bolsilibros de Cazador de Ratas se ha visto ampliado recientemente con El butacón beige, relato breve de Yolanda Camacho que viene a proponer una lectura breve para nuestros ratos muertos.
En «El butacón beige», la autora se sirve de un espacio que, gracias al cine y a algunas novelas, se ha convertido en un decorado perfecto para ambientar una historia de terror: la habitación de un hotel. Una vez establecido el entorno, el relato nos presenta el verdadero objeto alrededor del que gira la trama, y que no es otro que el solitario butacón beige del título. Este es el único mueble que adorna la habitación, además de un pequeño armario y la cama. Con esos pocos elementos, Yolanda Camacho nos regala un breve cuento de terror que aprovecha razonablemente bien su corta extensión.
Tenemos aquí a una protagonista que enseguida ve al butacón como un adorno innecesario y molesto, incluso como algo fuera de lugar, y una situación que se beneficia del claustrofóbico espacio en el que se desarrolla. La autora hace un buen uso de estos componentes para crear una historia que se lee en un santiamén y que logra que no apartemos los ojos de las páginas hasta el final. Tal vez es ahí, en el desenlace, donde encontramos lo más flojo, aunque siempre he sido de la opinión de que no es fácil cerrar una historia de este tipo. Lo que sí nos deja el relato es la sensación de que algunas escenas se podían haber alargado un poquito más en beneficio de crear una mayor tensión para el lector.
Por tanto, creo que «El butacón beige», pese a hacerse demasiado corto, te mantiene pegado a sus páginas durante su lectura gracias a una situación absorbente y a un misterio inquietante.