Gracias al catálogo de Filmin, encontré esta pequeña joya brasileña que transita entre el costumbrismo y el terror licántropo. La llegada de una niñera a casa de una mujer a la que le queda poco tiempo para dar a luz es el catalizador de una historia que se divide en dos mitades. La primera me resultó muy potente gracias a su contención y ambigüedad, explotando literalmente en un momento dado para romper con la sobriedad y abrazar el gore. En la segunda hora, el asunto pierde algo de interés al volverse más explícito y, sobre todo, al contar con unos efectos especiales bastante discutibles. Salvando esto, creo que estamos ante una película de terror diferente, pausada e intrigante, que finalmente compone una fábula perversa que sabe moverse entre el drama familiar descarnado y la alegoría de la transformación. La recomiendo.
Little Joe abraza la asepsia más extrema, ya sea en su visión científica del horror, en su cuadriculada estética de saturados colores salmón o en el comportamiento casi robótico de sus personajes. Resulta curioso que, con tales ingredientes, la directora Jessica Hausner sea capaz de otorgarle un alma caliente a su película, dejándonos leer entre líneas una ácida crítica al inmovilismo dentro del estamento familiar. Pese a su lento ritmo, la película se las apaña para atraparnos en unas redes frías al tacto pero venenosas, girando alrededor de una flor creada en laboratorio que parece ser capaz de influir en la mente humana. A ello ayuda, y mucho, la estoica pero intensa interpretación de Emily Beecham. Podríamos definir a Little Joe como una versión desapasionada pero incisiva de La invasión de los ultracuerpos. Muy curiosa.
La película póstuma del compositor islandés Jóhann Jóhannsson es el primer largometraje que dirigió. Last and first men es un curioso experimento en el que, durante algo más de una hora, la pantalla nos muestra una serie de imágenes de un mundo futuro que ha quedado despoblado de seres humanos. Estamos ante un potente ejercicio de imaginación que nos lleva millones de años al futuro, donde el poder de las imágenes se ve realzado por pequeños comentarios de una voz en off correspondiente a Tilda Swinton. Podríamos enmarcar su propuesta dentro de ese grupo de obras de ciencia ficción reflexiva como Solaris, Hacedor de estrellas o 2001, una odisea del espacio. Creo que no es necesario decir nada más.
Otro experimento del subversivo Gaspar Noé. Aquí, jugando con la metaficción y trasladándonos a los intestinos del rodaje de una película con Charlotte Gainsbourg y Béatrice Dalle (ambas interpretándose a sí mismas), el director inicia una curiosa propuesta en la que la doble pantalla simultánea nos ofrece una experiencia a la que debemos estar muy atentos. El punto de ruptura llega con una situación bastante inquietante derivada de una llamada telefónica, pero a partir de ahí Lux Aeterna se abandona a la más pura experimentación subliminal a través de unos minutos estroboscópicos difíciles de contemplar y completar, escamoteándonos de paso un final mínimamente coherente. Curiosa pero, para mi gusto, algo desaprovechada.
José Luis Pascual
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