No me resisto a empezar con la mezcolanza de homenajes y reminiscencias que esta novela gráfica, en blanco y negro y de dibujo manganiano, ofrece. Junto con sus características principales. Ya se avisa de entrada; un personaje canónico y diletante del Maestro, una herencia en forma de castillo y granja abandonados junto a un acantilado, una aldea perdida cruzando el lago Ness, un pueblo descastado que solo habitan niños (sí, Chicho, suena a Quién Puede Matar a un Niño) de aspecto acuoso, unas leyendas sobre maldiciones y rituales, y una llave y un libro con símbolos cthuloidianos a modo de legado póstumo; prometedor. Este revoltijo de elementos componen un cuadro tentador, sobre todo bajo el auspicio de nuestro adorado Lovecraft.

Así arranca y avanza la historia, siniestra, llena de sombras, con agilidad, sucinta desde sus ochenta y pocas páginas, directa. Sin adornos. Preludio terrible con nefastas consecuencias. Algo que repta el tiempo, que mora bajo las aguas. Que está por llegar. La herencia. El viaje en el tren solitario. Los pescadores supersticiosos que no hollarán tales orillas condenadas. Y el protagonista, al que conocemos por medio de sus acotaciones narrativas, pensamientos que también son los nuestros, dudas y curiosidades. No tardamos en llegar al destino. Y allí, entre sospechas sobre lo real y lo imaginado, explota el argumento.

De las dudas se pasan a los hechos, al descenso a la locura y la incomprensible comprensión que es abismo a la demencia, cogiendo, bajo una trama original, esbozos de Innsmouth y otras obras destacadas cuyos nombres no puedo pronunciar (Cthulhu…)

El dibujo, realista con toque de manga, cartoon y caricatura, en esos tonos grises, sombras dentro del agradecido blanco y negro que nos retrotrae a otra época, la misma en que transcurre la historia y en la que el Maestro perpetraba sus ominosas maquinaciones. Muy espectacular por momentos cuando llegan los desenlaces y la visión de horrores primigenios. Y un detalle que resulta extraño pero gratificante, solemos contemplar la obra del propio HP o de sucedáneos con dibujos abstrusos, complejos, de intrincado descifrado, como si no supieren o atrevieren a traducir en ilustraciones tamaños mitos. Pues no, simpleza bien elaborada, atractiva, que satisfará a los nuevos lectores por estilo y a los viejos por respeto y argumento clásico. Repito, se agradece el cambio de registro.

Como debo decir que la historia es simple, heredada y canónica, sin novedades, con los giros esperados, los monstruos habituales, las maquinaciones humanas, la atmósfera ominosa de lago y bosque y cueva, ese descenso a la locura difícil de plasmar bien en un cómic tan breve, pues no llegamos a percibir el temor reverencial, esa insignificancia que anhelaba plasmar el Maestro en todo y cada texto, esa inmensidad cósmica u oceánica que apabulla al mínimo ser humano. Tampoco es necesario. Pues tratamos con una novela gráfica sencilla, lo cual es virtud, clave para los códigos que maneja. Tiene un objetivo y lo consigue; llevarte al mundo visual de Lovecraft, que no a su terror ignoto o nefando. Yo he pasado un buen rato, he disfrutado de argumento e ilustraciones, y desde luego, me ha sacado una sonrisa de homenaje. ¿Qué mejor? Pues cumple lo que promete. Ni más, ni menos. Bienvenido a Drumnadrochit, nunca lo abandonarás…

Pd: se me hace la imaginación ascuas solo pensando que la mitológica criatura del lago Ness pudiere tratarse de la que aquí contemplan…