Entrevista a Sergio Lozano, editor de Editorial Gradiente

por Daniel Aragonés
Sergio Lozano

Introducción

Estamos en una nave abandonada. Un bidón de aceite lubricante para barcos hace de mesa. Estamos de pie. Dos cervezas frías y muchas ganas de que el mundo arda. Nos conocemos de hace unos años y siento gran admiración por sus inclinaciones filosóficas. Nos gusta la divergencia, el pensamiento crítico y la birra. Escribir es un modo de vida.

Entrevista

¿Quién es Sergio Lozano? ¿Tú lo conoces? ¿Qué es Vicio?

Podría decir que soy un militante de la literatura. Como tantos otros escritores, no puedo vivir de ello, pero es una de las facetas esenciales de mi vida, de la que no puedo desprenderme. En cuanto a conocerme, es un proceso continuo. Afortunadamente sigo sorprendiéndome de algunas cosas, como de este libro. Vicio son tres novelas cortas escritas a golpe de pulsión, reflexionando lo justo y dejando que salga lo que tenga que salir. No es mi método habitual y es algo que quería probar. El resultado me asusta un poco, la verdad. Hay cierta rabia literaria, que supongo que es un reflejo de los acontecimientos convulsos de los últimos años, en lo social y en lo personal.

 

Quiero afirmar que tus novelas son especiales, ¿cómo describirías tu literatura? ¿Ciencia ficción suave, realismo mágico, locura filosófica? No me hagas caso, puedes decirme lo que quieras.

En mi primer libro coqueteé con la ciencia ficción, la distopía, que supongo que me arropaba para estrenarme. A partir de ahí me cuesta catalogarme cuando me preguntan. No hay géneros reconocibles, aunque pico de todos lados. Es ficción contemporánea, sin más, que suena algo pobre pero que está cargada de elementos. Escribo para entender cosas de la vida. No siempre lo consigo, pero a veces funciona.

 

Ostracismo creativo. Encarcelamiento voluntario. Encierro intelectual. ¿Qué quiere el autor que araña tus entrañas? ¿Formas parte de la contracultura o pasas de las putas etiquetas?

Como te decía, me cuesta etiquetarme. Pero creo que no cambiaría mucho que pudiera hacerlo, seguiría habiendo en lo que escribo mucho más de lo que cabe en una etiqueta. Esa sí podría ser una seña de identidad, la cantidad de palos que toco cuando escribo. Y eso no es premeditado, sale así. En cuanto a la contracultura, va cayendo uno en ella por su propio peso. En cuanto uno se sale de lo normativo, se empeña en mantener una editorial anémica y demás, es carne de cañón.

 

Cuando hablamos de mainstream también lo hacemos de una parte del underground. Cuando hablamos de artista multidisciplinar también la cagamos. Pero es cierto que llevas un editor dentro, un realizador, un escritor. ¿Quieres contarnos algo, o pasas? ¿Abiertos en canal, o Reabiertos…? No, no te estoy interrogando, pero el mundo debe saber.

El mainstream es un monstruo que lo devora todo, incluso a sí mismo. Necesita alimento constante, búsqueda, movimiento. A veces engulle parte del underground, y eso no es malo. Malo es perder la esencia de lo que uno es y querer aparentar otra cosa. Si lo que hacemos le gusta al monstruo, bien, y si no, que se busque la vida, no es mi problema. Casi nunca le gusta, la verdad, pero eso tampoco es malo.

El fracaso comercial es siempre un buen punto de partida porque no hay que contentar a nadie. Llevar una editorial es una forma de compartir con otros semejantes esa forma de vida. Y Reabiertos es también una forma de explotar por otro lado. Hacer lo que nos da la gana, pero en otro formato. Soy bastante lobo solitario porque no es fácil trabajar con otros, que tienen sus propios ritmos y sus propias ideas. Pero a veces es liberador compartir esos desvelos.

Con Ratero tengo una conexión muy natural, no hay nada forzado, a pesar de nuestras diferencias, y podemos decirnos las cosas a la cara. Eso es muy enriquecedor. Y luego están el resto de colaboradores, que tampoco tienen reparos a la hora de ponerse a hacer el imbécil delante de una cámara con esa misma naturalidad. Somos niños grandes jugando y nos lo pasamos en grande. No es que tengamos una gran audiencia, pero es un método mucho más directo de llegar al público. Se podría decir, cogido con pinzas, que el audiovisual es la literatura de nuestro tiempo. Es fácil de digerir y nadie se cuestiona si es malo pasar ocho horas al día viendo vídeos en Youtube. Sentarse ese mismo tiempo leyendo un buen libro sí que suena a ciencia ficción hoy en día.

Portada de Vicio, nueva novela de Sergio Lozano

La fama, ese bicho infecto que nos obliga a soñar despiertos. Recoger un premio y aprovechar para cagarnos en dios. ¿Qué opina Sergio de esto?

Me habría gustado que mi madre hubiera visto algo parecido a eso, aunque tampoco lo necesitaba para nada. Tenía una fe ciega en lo que hago, mucho más que yo mismo, y lo importante para ella era verme disfrutar con lo que hago. Sí que me gustaría un poco de reconocimiento moderado, que la editorial viva momentos más relajados y que un puñado de valientes aprecie lo que hacemos. Al final, el escritor siempre escribe para alguien. Si no hay lectores el mensaje no llega al otro lado, queda incompleto. Todo lo demás me trae sin cuidado.

 

Tres novelas imprescindibles, tres autores y tres cervezas más, una para el fantasma que nos acompaña.

No voy a tratar de acertar con las tres mejores obras de la historia, ni siquiera en lo personal. Tiro de recuerdo cercano y te digo Diario de un viejo cabezota (Reus, 2066), de Pablo Martín Sánchez, Taxi, de Carlos Zanón y La vegetariana, de Han Kang. Y te digo estos, como podría nombrar otros, porque han ido cayendo recientemente en mis manos y tienen en común la honestidad de la buena literatura, sin pretensiones, sin querer aparentar nada que no son. Y venga esa cerveza.

 

El mundo editorial apesta. El mundo apesta. ¿Verdadero o falso? ¿Por qué?

Apesta cuando los libros se convierten en un producto sin más. Cuando llenan sin sentido las estanterías de Carrefour y las tiendas del aeropuerto. Pero de esto no solo tienen la culpa las grandes editoriales. Muchas veces es el lector el que apesta, que no está dispuesto a correr riesgos, que prefiere que le den la papilla acomodado en su sillón. La lectura es una lucha activa, que requiere buscar entre la basura, ensuciarse, equivocarse. Hay grandes obras que leer y publicar, y editoriales que aún creen en la importancia de lo que se lee.

 

Me pienso leer Vicio en cuanto caiga en mis manos. ¿Por qué debería hacerlo todo el mundo? Quizás no sea para todos los públicos. ¿Algo que añadir?

En Vicio creo que se juntan todas esas cosas de las que hablo cuando me refiero a la honestidad. Hay transgresión y ligereza, pero también hay profundidad. Es cierto que no es para todos los públicos, y muchos de mis lectores se llevarán las manos a la cabeza (de hecho algunos ya lo están haciendo). Pero es lo que ha salido, y sus motivos tendrá. Uno no siempre decide qué contar. A veces son las historias las que lo eligen a uno. Supongo que es el reflejo del tiempo que me ha tocado vivir, con guerras, catástrofes y pandemias, que me han empujado a llenar las páginas de lenguaje malsonante y situaciones escabrosas.

No quisiera hablar muy alto, en los tiempos que corren, pero afortunadamente la literatura ha sido siempre un reducto de libertad. Y me refiero a la ficción pura. Pasa a menudo tan desapercibida que es posible escribir cómo y sobre lo que quieras. Lo más que puede pasarte es que te dejen de lado. Pero sigue habiendo cierta incomodidad con algunas cosas. Nadie (o casi nadie) se alarma cuando los niños juegan a videojuegos violentos o con contenidos muy sexualizados. Y estamos hablando de niños. Ver escritas ciertas cosas en un papel sigue poniendo nerviosos a muchos adultos que luego no tienen ningún conflicto moral mientras participan en el desembarco de Normandía matando soldados alemanes a espuertas. Atrévanse a leer, les diría. Prueben, investiguen. Busquen su género, sus autores, y verán. Estar leyendo un libro que nos llena, eso sí que es adrenalina.

Epílogo

Para redondear la entrevista, diré que Sergio me acoge en el seno de Editorial Gradiente, ofreciendo un hueco a Open City. Al margen, monta y realiza el programa Reabiertos en canal. El autor y sociópata del que habla en la entrevista es Rodrigo Ratero —escritor y creador del programa en cuestión—, una bestia creativa de la que me considero fan. No sé si somos amigos, solo puedo decir que moriremos con las botas puestas. Algo nos une, quizás esa zancada que nos desbanca del pensamiento globalizado. Sin duda, es un placer contar con personas así.

Cambiad el rumbo de vuestras lecturas y leed Vicio.

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