Entrañables (Santiago Eximeno)

por José Luis Pascual

Título: Entrañables

Autor: Santiago Eximeno

Editorial: Eolas

Nº de páginas: 120

Género: Microrrelatos

Precio: 15 €

SINOPSIS

Niños que regresan de la tumba, circos que siembran el pánico con su llegada a la ciudad, sirenas en bañeras, apocalipsis cotidianos, estatuas que cobran vida, jóvenes con extravagantes malformaciones, monstruos del hogar… Todo esto y mucho más se puede encontrar en estas ficciones mínimas: un incomparable carrusel de ocurrencias a cuál más original e inquietante. La inventiva y audacia de Eximeno llegan a lugares adonde pocos se atreverían, aportando pasajes y visiones difícilmente olvidables.

RESEÑA

Después de un rato persiguiendo a la niña del chubasquero rojo, cuando el protagonista la alcanza al fin, esta se gira solo para revelar que no es una niña, sino un ser enano de rostro esperpéntico. Esta escena, desenlace de una de las películas más importantes del cine de terror (punto para quien adivine el título, no es difícil), ilustra a la perfección las intenciones de Santiago Eximeno con Entrañables: sorprender, epatar, jugar con la percepción del lector y terminar rompiéndola, y experimentar con tres puntales que se utilizan demasiado poco en la narrativa actual: lo grotesco, lo esperpéntico y el humor negro, negrísimo.

Desde el primer microrrelato —pues estamos ante un libro de microrrelatos, cosa que siempre aplaudiremos y defenderemos en esta casa— ya se nos sitúa frente a la perversidad de un autor explorador: explorador de escalofríos erróneos y a menudo perturbadores. Un bocadillo delicioso que anticipa la auténtica delicatessen retorcida, malsana, maravillosa, que es Entrañables. A partir de ahí, un festín.

Allí donde el 99,9% de escritores necesita alargarse hasta la extenuación en sus historias para cumplir con el canon del terror (que si la atmósfera, que si los personajes, que si el inicionudodesenlace…), Eximeno corta por lo sano atajando por un camino que casi nadie toma. No le hacen falta los agarraderos atestados, él sabe flotar para llegar a la cumbre. A veces, basta con tres frases.

Tengo un rollo de cinta aislante en el bolsillo, pero no te lo diré. No quiero estropearte la cena con tu marido. Soy una buena canguro.

La narrativa es una carrera de fondo, dicen. Un horno gigantesco en el que las historias se hornean a lo largo de jornadas interminables. El microrrelato le permite al autor inventar su propio microondas supersónico, un plato rápido para sembrar en la mente del lector toda una selva bullente de violencia y perversidad. 
Ojo, nadie debería confundir rapidez con espontaneidad. Para que un texto tan breve sea efectivo, su creación ha de ser un complejo trabajo de planificación para, poco a poco, ir eligiendo las palabras precisas, el tono, el impacto final. El microrrelato es, si cabe, una composición más espinosa que el cuento o la novela. Controlar las variables que lo convierten en algo excepcional solo está al alcance de los buenos magos. Y, como todo buen mago, Eximeno no desvela su truco. Podría decirse que él es el truco.

Lo que más sorprende de Entrañables es su punzante sentido del daño. Este libro busca el sufrimiento a través de la ruptura de algunas fronteras que suelen permanecer inalterables. Santiago Eximeno se siente muy cómodo rondando los muros del tabú. Disfruta traspasándolos, en un juego macabro que a veces nos arranca una carcajada surgida de lo inédito, esa risa nerviosa que se experimenta al enfrentarse a algo que cruza líneas impensables con un desparpajo desarmante. Pocas veces nos golpeará un autor con estímulos tan condenadamente geniales y malababeros. Si no me creen, lean «La madre de la animadora», por poner un ejemplo.

La inocencia y fragilidad de la infancia, el concepto protector de maternidad o paternidad, la muerte… Estos temas recorren el libro vestidos con ropas muy distintas a las que acostumbran. El humor negro transforma a la muerte en algo parecido a la parodia; el tono de pesadilla le roba la impunidad a las madres y convierte a los hijos en amenaza; la pesada melancolía por un niño extraviado se torna en esperpento. Esta transmutación de temas comunes eleva a Entrañables al panteón de horrores grotescos más disfrutables de nuestra literatura.  

En la piscina flota media docena de cuerpos. Todos son niños. Sus rostros, los ojos muy abiertos, se hunden en el agua. Si pudieras verlos te sorprendería descubrir que en todos ellos brilla una sonrisa. 

El socorrista emplea un gancho metálico para atraparlos y arrastrarlos hasta la orilla. Los padres esperan junto al agua, pacientes. El socorrista les entrega los cuerpos, uno por uno. También sonríe.

En las taquillas de la entrada nuevas familias hacen cola, esperando su turno.

Vamos al parque. Con los niños. Nos han ofrecido un buen precio.

Pocas veces nos toparemos con una obra que tenga tan clara su intención de ir siempre un paso más allá de lo habitual, de jugar con los límites para verter sobre el texto un andamiaje desolador, un sentido del humor crítico, moribundo, iluminado. A veces, además, con un trasfondo social demoledor, que apunta a ciertos comportamientos del individuo en la sociedad moderna y apelan, de nuevo, a la parte más oscura que se esconde en nuestro interior. 
Por todo ello, Entrañables hace honor a su propio nombre. Con textos que dejan poso y desarman sin remedio al lector, esta colección de Santiago Eximeno es un cadáver dado la vuelta, con la piel hacia dentro y las entrañas expuestas. ¿Te atreves a mirarlo?

2 comentarios

Román abril 15, 2024 - 10:15 am

Por lo que cuentas, puro Eximeno!
Lo necesito.

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Daniel Aragonés abril 15, 2024 - 7:12 pm

Muy buena reseña. Me encanta.

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