558
Tarde o temprano tenía que pasarme. He leído muchos libros en mi vida, gustándome sobre todo aquellos de ciencia-ficción en los que sucedían todo tipo de hechos extraordinarios que desafiaban la imaginación. Cuando terminaba de leer una obra, rápidamente buscaba otra que la sustituyera ofreciendo nuevas odiseas másgrandesquelavida, nuevos descubrimientos interestelares o nuevas disquisiciones científico-filosóficas con las que prolongar mi visión de niño inocente y agrandar mi sentido de la maravilla. Pero inevitablemente uno ha de crecer, y a mis cuarentaytantos años me encuentro con una obra sencilla como En el lago, que me hace ver que ya no soy ese niño. Porque por primera vez (bueno, tal vez no sea la primera pero sí la que me ha hecho recapacitar sobre ello) en un libro con tintes fantásticos, me ha interesado más la historia humana que el componente fantástico.
El lago del título no es otro que el lago Torridon, situado en una de las zonas más hermosas del planeta, las Highlands escocesas. A su orilla vive el viejo Adam Neville, un antiguo lobo de mar que se vio anclado a una silla de ruedas tras sufrir un accidente marítimo. Encerrado en su cabaña, el único contacto de Adam con las aguas es visual, y su única relación con la humanidad es gracias a Patrick, un rudo pescador que le ayuda en todas las tareas básicas que ya no puede desempeñar. Edward, el nieto de Adam, regresará al pueblo para reencontrarse con su abuelo y con su cabaña, la cual tiene la curiosa costumbre de “viajar”.
Pues sí, el elemento fantástico viene dado por los viajes de la cabaña. De vez en cuando, sin un patrón definido, la pequeña casa deja el lago Torridon y aparece brevemente en todo tipo de lugares. ¿Por qué? Tendréis que leer la novela para averiguarlo.
Como podéis ver, la premisa es tan loca como llamativa. De hecho, el misterio de la cabaña es lo que captó mi atención cuando conocí la existencia de esta obra, y puedo decir que es un misterio bastante bien llevado durante toda la novela. Pero, como decía arriba, toda esta trama increíble ha quedado en un segundo plano por el magnífico hacer de Javier Martos y Jesús Gordillo (autor de uno de los relatos de Horror Dummies), quienes han creado un maravilloso trío de personajes que logran conquistar al lector por encima de la historia.
Adam, Patrick y Edward son totalmente diferentes entre sí, pero pronto nos daremos cuenta de que se complementan al punto de convertirse casi en un ente único que se mueve siguiendo las pautas de un pasado común. No es difícil empatizar con ellos, ni llegar a preocuparse por su incierto destino, y esa es la gran virtud de «En el lago».
El otro punto sobresaliente lo tenemos en la ambientación. Las descripciones de los autores son bastante naturales, consiguiendo trasladarnos con éxito a esos escarpados parajes de las tierras altas escocesas. Casi podemos oler el ambiente marino que desprende el lago y sentir en nuestros huesos los rigores del frío clima norteño. Esto se completa con un acertado retrato del carácter seco y rudo de las gentes que habitan esas tierras.
Tras haber leído un puñado de obras en las que la narración saltaba entre líneas temporales continuamente, resulta muy agradable encontrarte con una estructura narrativa convencional donde la trama avanza de manera lineal. Esto contribuye a que la lectura sea muy fluida. Además, los autores han sabido imprimir un ritmo bastante bueno a la historia, algo que resulta curioso ya que durante muchos tramos asistimos a las relaciones entre los personajes sin que pasen demasiadas cosas.
Como todo no puede ser perfecto, encuentro que el mencionado componente fantástico queda un tanto deslucido como elemento sorpresivo. Evidentemente, los saltos o viajes de la cabaña funcionan bien como metáfora, pero cuando el libro se involucra en las posibles explicaciones del fenómeno, siento que el recurso pierde fuelle y el misterio queda un tanto enfangado a mi parecer. También hay algún pequeño giro que se ve venir de lejos, aunque el dúo de autores ha logrado que durante todo el libro no perdamos el interés por descubrir la verdadera naturaleza de lo que nos cuentan.
Como ya viene siendo habitual, la edición de Dilatando Mentes no admite peros. Volvemos a encontrar los extras habituales en forma de link a música recomendada para la lectura, ilustraciones firmadas por Cecilia García, prólogo de Lluis Rueda y ensayo de Emilio López Sith. Además se incluye una galería fotográfica relacionada con la temática de la novela y las letras de un par de canciones tradicionales escocesas. Chapeau!
No puedo negar que hubiese preferido un desenlace aún más abierto y ambiguo, aunque la historia queda bien cerrada tal y como está. Pese a que algunas partes de la trama fantástica no me han terminado de convencer, pocos peros pueden ponerse a «En el lago». Su capacidad de trasladarte a un lugar remoto ya es motivo suficiente como para apreciar la novela. Si además te regala unos personajes para el recuerdo, no cabe duda de que estamos ante una obra muy recomendable. Y si encima te hace pensar en cómo has madurado, el consejo es inevitable: lean «En el lago».