La salsa de la vida está en cosas pequeñas, como ir un día a una tienda de cómics y quedar deslumbrado por la portada de un pequeño tomo. Te lo compras, te lo lees y te encuentras en un estado de plena satisfacción por haber descubierto una pequeña joya sólo para tí.
“Carroñero” es un tebeo que te va cautivando desde su aparente sencillez pero que va calando poco a poco y termina impregnándote con su fascinante crudeza. La trama no puede ser más sencilla, y nos presenta a Khanis Fhou, un guerrero que antaño fue conocido y temido en todo el reino de Tarsis, pero que cayó en desgracia y ahora deambula robando y emborrachándose en cuanto tiene ocasión. Tras cometer un robo, es capturado por casualidad y se ve inmerso en el corazón de una guerra que no le incumbe.
El valenciano Ricardo Vilbor enmarca su guión en un reino medieval que nos recuerda inevitablemente a la saga Canción de hielo y fuego, pero al eliminar cualquier tipo de glamour nos sumerge aún más si cabe en la mugre y la turbiedad de esa época que lo que hacía la obra de George R.R. Martin. El primer título que se barajó para esta obra era Derrotado, y eso nos da la clave sobre el tema principal que trata esta novela gráfica. Aquí bajamos al barro del campo de batalla, donde los hombres combaten con miedo y sin esperanza en medio de un gran caos, y saben que su destino es poco menos que irremediable. Los gobernantes son despiadados y la pobreza inunda al hombre de a pie. El protagonista es un hombre con pocos escrúpulos, que fue aplastado en su momento por esos mismos gobernantes a los que antaño sirvió, y que ahora se encuentra en primera línea de batalla sin comerlo ni beberlo. El egoísmo y el instinto de supervivencia parecen ser sus únicas motivaciones para seguir vivo, y eso le hace ser totalmente impredecible.
Es este un cómic de lectura absorbente, de esos que cada página se lee en un santiamén y que, antes de que te des cuenta, has llegado a su desenlace. Se lee muy fácil, pero ello no quiere decir que no tenga segundas lecturas. Todo lo contrario. El guionista consigue plantear situaciones que crean un claro paralelismo con la época de crisis que estamos atravesando actualmente. Las muchas flechas que vemos volar en “Carroñero” apuntan certeramente a los gobiernos, a las religiones, y a la sumisión con que se aceptan los preceptos de ambos. Pero esto no resta un ápice de entretenimiento a la lectura, sino que le añade una profundidad que a menudo muchos autores prefieren evitar.
El encargado del dibujo es Vicente Montalbá, que nos sorprende con un trazo muy al estilo de obras underground y con toques de cartoon que, pese a que a priori pueda parecer lo contrario, le va como un guante a la historia. El blanco y negro me parece muy acertado, y le aporta un toque extra de suciedad tanto a los personajes como a los decorados. Montalbá no se anda con chiquitas a la hora de mostrar violencia, algo que encuentro totalmente necesario en una obra como esta. Es cierto que algunas viñetas de batalla pueden resultar un tanto confusas, pero creo que ésto puede ser algo hecho a drede para mostrar el caos que reinaría en una situación así en la vida real. El artista realiza un trabajo maravilloso a la hora de recrear las diferentes vestimentas y el armamento de todos los personajes, poniendo en ello un gran mimo y alcanzando un nivel de detalle muy minucioso. Y sobre todo destaca la creación del personaje de Khanis Fhou, una especie de Conan venido a menos al que Montalbá ha logrado convertir en un bárbaro salvaje pero con un tono crepuscular que le aporta un necesario toque de humanidad.
Por cierto, no sé si es casualidad o es intencionado (apuesto por lo segundo), pero el rey y su acompañante están dibujados de modo que tienen un gran parecido con… bueno, mejor que lo descubráis por vosotros mismos porque me resulta un guiño muy gracioso.
En fin, que en estos tiempos es un auténtico gustazo que haya cosas que le pillen a uno desprevenido y que le dejen tan satisfecho. Vaya pues mi total recomendación de este “Carroñero” que, ya desde el mismo título, ha resultado ser un tesoro oculto dispuesto a que lo descubramos.
Mi nota: 9