La astronave El Invencible aterriza en el planeta Regis III con una misión: intentar encontar a su gemela El Cóndor, que llegó al planeta años atrás y desapareció sin dejar rastro. Una de las expediciones dará con su paradero, pero lo que encontrarán hará que el misterio aumente.
Con El Invencible, novela publicada en 1964, Stanislaw Lem vuelve a explorar uno de los temas que impregnan buena parte de su obra: la incapacidad del ser humano para comprender un mundo extraño mediante el pensamiento racional y la mirada antropocéntrica. Una vez más, una expedición humana se enfrenta a algo completamente desconocido y se ve incapaz de comprenderlo. Como en muchos otros relatos de Lem, esta obra transmite una sensación de soledad y, sobre todo, de la complejidad de los métodos de comunicación del hombre. Aquí tenemos una clara metáfora de los problemas que se nos presentan a la hora de comunicarnos unos con otros, y un buen ejemplo es la relación fría y distante que mantiene Rohan, el personaje protagonista, con su superior.
La prosa sobria y detallista de Lem destaca especialmente en las increíbles descripciones del planeta Regis III y, sobre todo, en la imposible forma de vida que lo puebla. Como sucediera con el mar de Solaris, Lem es capaz con su maestría de trasladar al lector una fotografía de algo muy difícil de imaginar, así como de otorgar una cualidad amenazante a un planeta ignoto.
Si nos ponemos exquisitos, podemos llegar a interpretar a El Invencible (la nave) como la representación del conocimiento humano, el máximo progreso alcanzado por el hombre. Y, en nuestra incorregible soberbia, denominamos «invencible» a un conocimiento que se ve puesto en entredicho al enfrentarse a unas entidades que resultan tan extrañas como inexpugnables, y que al atacarnos nos devuelven a un estado infantil.
Aunque El Invencible es más explícita y menos ambigüa que Solaris, ambas comparten el tono sobrio del autor y un texto subyacente. El Invencible resulta mucho más accesible para el lector, acercándose en muchos momentos al género de aventuras, pero eso no implica que la entidad de la novela sea menor. De hecho, creo que estamos ante uno de esos relatos que resultan tan redondos en su acabado como fascinante, es decir, verdadera ciencia ficción de altos quilates.
Es un hecho que las obras maestras resisten con firmeza el paso del tiempo, pero sin duda en el género de la ciencia ficción esto es más complicado, ya que los avances técnicos pueden dejar obsoleta una obra en pocos años, por muy bien que esté escrita. En el caso de El Invencible, pese a estar escrita hace más de 50 años, es maravilloso comprobar que no solo ha envejecido extraordinariamente bien, sino que sigue más vigente que nunca. Magnífica.
6 comentarios
No he leído a Lem. Solarias la tengo en mente y en mi lista, pero acabas de conseguir que quiera leerlo ya. Gracias por la reseña, apuntómela !!! (jeje)
Quise decir \”Solaris\”, obviamente.
Pues esta puede ser una buena novela para iniciarse y ver si te gusta el estilo de Lem. Solaris me encanta, pero reconozco que es algo más densa. También puedo recomendarte las antologías de relatos \”Diarios de las estrellas\”, en los que hay historias sublimes, y en muchas de ellas Lem introduce un particular sentido del humor.Gracias por comentar, un saludazo!
¡Hola!Me lo apunto para futuras lecturas.Muy buena reseña.¡Nos leemos! 🙂
Genial, espero leer la reseña próximamente en tu blog! Un saludo, nos leemos!
Tomo nota, gracias !!!