JURASSIC WORLD: EL REINO CAIDO (J.A. Bayona, 2018)

por José Luis Pascual

Tras el baño de realidad que, en contra de la “crítica especializada”, supuso Un monstruo viene a dormirme verme, no puedo negar que tenía cierta curiosidad por ver lo que Juan Antonio Bayona era capaz de hacer metiéndose en una franquicia tan comercial como la de «Jurassic Park». Jurassic World: El Reino Caído es la continuación de ese reinicio de saga que fue Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015), situándonos un par de años después de los acontecimientos que tuvieron lugar en ella. 

Aquí la trama gira alrededor del debate sobre el destino de los dinosaurios que aún viven en la isla, aislados del resto del mundo, y que se ven abocados desaparecer por la violenta erupción del volcán de la isla. ¿Qué hacer? ¿Se debe dejar que todos perezcan, o es recomendable salvarlos trasladándolos a algún otro lugar sabiendo de su peligrosidad? Aunque este planteamiento me parece interesante, me temo que el enfoque dado dista mucho de ser acertado. Y es que la película parece rodada con desgana, casi por inercia, desaprovechando de mala manera un componente dramático que podía haber aportado un mayor empaque. Todo es demasiado familiar, demasiado descafeinado, y se basa en repetir esquemas y utilizar a personajes que se parezcan lo más posible a otros de la saga. Con ello, se pierde la poca frescura que sí me pareció ver en «Jurassic World». Además, el componente de aventuras se ve lastrado por algo imperdonable en una producción de este tipo, y es un ritmo muy irregular y poco dinámico. Hasta la mitad de metraje, la película va dando bandazos como un pollo sin cabeza, sin tener demasiado claros ni su tono ni su ritmo. Por suerte, durante la segunda mitad la cosa crece en todos los sentidos, brindando al menos algunas escenas que consiguen algo de intensidad y brío. Aún así, el conjunto queda para mi gusto muy por debajo de su predecesora.

Para ser una película de gran presupuesto, los efectos visuales no están a la altura, notándose el “cartón piedra” en momentos que no debería. Ya sé que en este tipo de productos el guion no es lo más importante, pero hay que decir que aquí el libreto me resulta francamente lamentable, siendo capaz de utilizar algunos recursos que dan vergënza ajena (sin soltar spoilers, lo que han inventado para justificar cierto comportamiento del personaje de la niña es de traca) que nos harán preguntarnos en más de una ocasión si estamos viendo una entrega de la saga creada por Spielberg o su explotación por parte de Asylum.

En favor del director español diré que no creo que el resultado final sea en gran parte culpa suya. En una superproducción de este tipo supongo que los márgenes para que el director juegue sus bazas han de ser bastante limitados y que cualquier amago de introducir un toque de autor se va a ver reducido a la nada. Eso sí, algo de culpa hay que achacarle, y cierto es que Bayona intenta acoplarse a la labor de “artesano” y no termina de salirle, quedando su trabajo en algo muy irregular.
En la parte actoral, da la sensación de que el personaje de Chris Pratt ha cedido unas cuantas dosis de carisma y protagonismo a su partenaire femenino, una Bryce Dallas Howard que le supera en presencia (tal vez el público femenino no esté de acuerdo con esta apreciación, todo hay que decirlo).

En definitiva, estamos ante un claro paso atrás en la franquicia, que solo queda taimado por la promesa implícita dentro del epílogo de la película, que muestra algo que muchos llevamos años queriendo ver. Espero que merezca la pena.

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