“Despierto en mitad de la noche con una sensación desagradable de agobio. Los continuos desvaríos del mecanismo no me permiten descansar. Los números rojos del reloj me inquietan en la oscuridad de la noche. Marcan las 00:06 y el seis se convierte en un siete tras una rápida combinación de líneas rojas, rectas y dobles que salen de la pantalla digital y que forman figuras imposibles entre la distancia existente y variable desde el reloj hasta mis ojos”.
Imagina que llegas a tu nueva casa compartida, en la que has alquilado una habitación junto a dos compañeros a los que no conoces, y al entrar en la cocina por vez primera te topas con una extraña maquinaria, un complejo dispositivo del que ignoras su función, su procedencia y su naturaleza. Lo único que sabes es que está en marcha, y que el sonido que genera no deja de taladrar tu cerebro. Pues bien, esta es la interesante premisa de El Mecanismo, primera novela del escritor almeriense Juan Antonio Núñez.
Estamos ante una nouvelle o novela de corta extensión que alberga en su interior dos aciertos significativos. El primero es la manera en que el texto se agarra a la potente idea que tiene como base, sabiendo su autor aprovecharla de modo que el misterio se mantenga hasta el final y el lector quede enganchado durante toda la lectura.
El segundo radica en el tono empleado, y es que Juan Antonio Núñez apuesta por los espacios cerrados como claustrofóbico decorado donde desarrollar su historia. De la misma manera en la que el protagonista se introduce en la casa y comienza a obsesionarse con el mecanismo y el espacio que ocupa, nosotros nos vemos adentrados en la mente de dicho personaje, convirtiéndonos en testigos y cómplices de lo que ve, oye y hace. En este sentido, la narración en primera persona se hacía imprescindible y Juan antonio consigue exprimir este recurso con naturalidad. Me gustan mucho ciertas repeticiones con las que el autor siembra el texto, y que tienen un curioso efecto acumulativo que empasta perfectamente con la temática. Además, el oído es una parte que cobra mayor importancia de lo que pudiera parecer, y es que el autor ha añadido en el relato una serie de audios (a modo de códigos QR que contienen enlaces a archivos sonoros) que intentan hacer la experiencia aún más inmersiva y completa.
Hay ciertas influencias más o menos evidentes en «El Mecanismo». Sin llegar a alcanzar los exagerados tintes de extrañeza del escritor checo, el aire kafkiano de la historia es patente, tanto que el propio Franz Kafka es mencionado en el relato. En otra referencia, tal vez más velada pero igualmente importante, la novela rasca la superficie de la “nueva carne” cronenbergiana, remitiéndonos también lejanamente al Tetsuo de Shinya Tsukamoto. Y tal vez ahí es donde «El Mecanismo» acuse la falta de una última vuelta de tuerca, ya que quedan sugeridos algunos conceptos que no terminan de explotar en el desenlace, y cuando lo hacen es de un modo raro. Dicho de otro modo, personalmente me hubiera gustado una mayor profusión de detalles truculentos o explícitos que aportaran todavía un mayor impacto. Es cierto que los hay, pero se me quedan un poco cortos, cosa comprensible dada la brevedad de la novela. Pese a ello, la situación que se produce al final con el personaje femenino, y que según lo que he dicho sería perfecta para satisfacerme, no me termina de convencer.
Pese a ello, creo que para ser una primera novela se trata de una buena pieza de género que cuenta con suficientes atractivos. Su corta extensión hace que sea perfecta para leerse del tirón en una tarde; su ejecución, sin contar con demasiadas estridencias, encuentra un tono perfecto para contentar a todo tipo de lector; y por último, el misterio que encierra el mecanismo al que alude el título es tan absorbente como sugestivo.
Podéis encontrar «El Mecanismo» en el catálogo de Editorial Nazarí.