Título: Cntrl
Autor: B.J. Sal
Editorial: Ediciones Medina
Nº de páginas: 326
Género: Ciencia ficción
Precio: 13,90€ / 3,50€ (digital)
¿No es el control la verdadera meta del ser humano? Queremos pensar en metas altruistas y utópicas como nuestro verdadero fin, sin querer darnos cuenta de que nuestra misión como individuos está marcada de antemano por poderes blindados que nos resultan invisibles. Una importante rama de la ciencia ficción clásica se delineó bajo tales directrices, conformando sin quererlo —en ocasiones con un portentoso poder de anticipación— un panorama poco idílico que fue permeando en las mentes de los lectores. A nadie le sorprende hoy una historia como la que esgrime El cuento de la criada, pero pensemos en obras como Un mundo feliz o la serie de culto El fugitivo y pongámonos en el contexto en que fueron ideadas. Su potencia debió ser descomunal.
B.J. Sal es buen conocedor de todo ello, y con Cntrl realiza un homenaje tonal al legado de Aldous Huxley centrándose en un debate que, contrariamente a lo que podría parecer, presenta aristas y esquejes que todos deberíamos hacer conscientes. El catalizador de la trama es el suicidio del anterior presidente de la nación, que nadie parece encontrar sospechoso. Casi por mera casualidad, un periodista, un veterano detective y una hacker quinceañera investigarán lo que se oculta detrás del meteórico ascenso al poder del nuevo presidente, cara visible de un partido ecologista que llega para cambiar el mundo.
En primer plano, nos plantea la disyuntiva de si el control de la población es necesario. Antes de que tú, lector, des una contestación, ten en cuenta que puedes estar condicionado por otros métodos de control sibilinos e invisibles. ¿Serás capaz de abstraerte y observar con objetividad la realidad? De un modo que admite paralelismos con el Watchmen de Alan Moore y su ambigüedad a la hora de valorar el plan de Ozymandias como algo que oscila entre la locura megalomaníaca y el objetivo razonable por el bien común, Cntrl planta la semilla de duda en nuestra cabeza. En mi opinión, solo con abrir esta interesante controversia, la novela ya es merecedora de atención. Pero hay más.
A nivel más técnico, la obra comienza con un aire de cierta candidez, estableciendo su querencia por esas obras clásicas tan influyentes y al mismo tiempo lejanas. Poco a poco, B.J. Sal va enseñando sus cartas y desmadejando una trama que denota un importante trabajo de planificación detrás. El ritmo que pone en liza el autor es algo sobre lo que merece la pena detenerse. Porque, si bien podríamos calificar la obra como un thriller tecnológico, la cadencia fluctúa entre las escenas de acción y la relación entre los personajes, en un balance muy bien compensado. Habrá quien eche en falta más acción, pero de un modo extraño esas interacciones entre personajes nos enganchan como podría hacerlo una trepidante persecución en coche. Son personajes bien construidos, algunos más detallados que otros pero con los que no es difícil empatizar.
Podrían hacerse algo farragosos los pocos tramos en los que el autor parece hacerse presente en el texto a través de ciertas reflexiones. También, las partes con más protagonismo del mundo del hacking, aunque creo que el autor también logra dosificar esa información y ofrecerla de un modo comprensible. Yo, que soy un total desconocedor de ese mundillo, pude seguir la trama sin problemas y comprender básicamente los mecanismos técnicos puestos en juego.
Con ello, puede decirse que la trama avanza a la velocidad justa, y que la narración, quizá poco arriesgada y partidaria de la sencillez, juega en este caso en favor del lector, ayudando a digerir una historia sencilla que oculta conceptos controvertidos en segundo plano.
En el tramo final es donde la novela logra el punto álgido a nivel estilístico. Allí, el autor tira de una de sus pasiones, el wéstern, para regalarnos un desenlace que funciona por varios motivos. Primero, por trasladarse a un decorado propio de una película de Sergio Leone y utilizar uno de los recursos que hicieron célebre al cineasta: detener la escena y pausar la acción para mostrarnos todos los detalles desde distintos puntos de vista. Segundo, por alterar la linealidad en la que cabalga el resto de la novela y lanzar una serie de pistoletazos en forma de pequeños momentos que juegan con la temporalidad sin que la acción principal se resienta; más bien al contrario, sirven para reforzarla. Tercero, por atreverse a otorgarle a un thriller tecnológico una pátina de epicidad que entronca con códigos del mencionado wéstern o, si lo preferimos, con una concepción tarantiniana de la resolución visual de escenas. Lejos de quebrar la unicidad de la novela, encuentro que esta decisión enriquece el conjunto y contribuye decisivamente a elevar la obra y dejar un regusto inmejorable en el lector.
Por todo ello, no puedo más que felicitar a B.J. por una obra perfectamente estructurada que conjuga las virtudes del buen bestseller con un apego a esa antigua ciencia ficción que siempre miraba un poco más allá de lo evidente. Además, se sientan aquí las bases de una historia que promete ser mucho más grande. Porque, ahí va la primicia, hay toda una trilogía ya arquitectada que dará continuación a Cntrl. ¿Estamos ante un futuro clásico? Quién sabe.
José Luis Pascual
Administrador
2 comentarios
Seguro que es una reseña cojonuda, pero no la voy a leer, y no por chulería ni trollearte, José Luis, sino porque quiero leerla y me gustan las sorpresas, ni siquiera quiero saber de qué trata 🙂 Seguro que trantándose de B.J. está genial.
Haces muy bien. Siempre intento no destripar nada, pero lo mejor es ir totalmente virgen y dejarte sorprender. Y creo que te sorprenderá el amigo Sal!