La inmortal figura del faro y los misterios que es capaz de acoger. Con esta frase inicial abro el proceso crítico sobre la peculiar obra de Arcadio Rodríguez Tocino. Nos vamos a enfrentar a una soledad evidente, no por ello menos devastadora.

El faro se desmarca y abre un camino clásico con un toque novedoso difícil de encontrar. Me ha devuelto a la memoria una serie de novelas leídas en el pasado. Con esto no quiero decir que tenga similitud. Debe ser el mar, la inmensidad, el aislamiento, ese enquistamiento emocional producido por el encierro mental. Y, por supuesto, la tormenta y el monstruo.

Voy a lo importante, que me liais. Después de un verano enfrascado con autores malditos, historias crudas y experimentación literaria —mi área real—, llega el momento de adentrarse en el terreno de la búsqueda y la novedad editorial, ese mercado tan fugaz del que siempre hablo. El faro fue una de las elecciones. Una sorpresa muy agradable, la verdad. Me recuerda a esas primeras incursiones en la mente de Lovecraft.  Envuelta en un entorno histórico muy bien escogido: La isla de Bengtskär, Finlandia. Allí, un faro en proceso de mejora es el protagonista, la antítesis, el superviviente. Adoro esa cosa tradicional mezclada con el presente literario. Turnos de seis semanas. Primeros del siglo XX. Tres personas. En este caso, padre e hijo, casi en un cuerpo, y un capitán alcohólico. El comienzo se centra en el aislamiento y la relación que mantienen unos con otros. La llegada. La preparación. Esa explicación que te mete en la historia. Una frialdad narrada con maestría.

Personajes construidos para una evolución que se ve truncada por un suceso que nos conduce al horror cósmico. En modo realista. Podría tratarse de una noticia de sucesos plasmada en cualquier periódico, algo paranormal y arcaico. La llegada de algo y el miedo exploratorio. John Carpenter sabe de lo que estoy hablando. The thing tiene mucho que ver, es un hecho. Un evento abordado por infinidad de autores y que nunca deja de gustarme. Pero con ese punto de no explicar demasiado. Lo deja todo claro sin aclarar nada.

La forma en la que está escrito tiene ciertas peculiaridades. Uno se ve allí, rodeado de rocas. Con el mar tragando emociones. Con el faro soltando susurros. Y con esa cosa que trae la tormenta. El engaño al que nos somete el grupo y las señales de socorro.

No creo que haga falta decir mucho más de la obra. Es sencilla, la ambientación es sobresaliente y el estudio que ha realizado el autor se muestra exhaustivo —tampoco hace falta tirarse cuatro semanas sumergido en libros de historia—. Una historia de terror que no puede tener mala nota. De verdad, siempre lo digo, hay ciertos parámetros que, si los manejas bien, como hace Arcadio, tienes el éxito asegurado.