La naturaleza secreta de las cosas de este mundo (Patricio Pron)

por José Luis Pascual

Título: La naturaleza secreta de las cosas de este mundo

Autor: Patricio Pron

Editorial: Anagrama

Nº de páginas: 232

Género: Narrativa contemporánea

Precio: 18,90 €

SINOPSIS

¿Quiénes somos realmente? ¿Qué nos convierte en las personas que creemos ser y qué sucede cuando lo que pensábamos que éramos deja paso a otra cosa? ¿Cuál es la naturaleza secreta de las cosas de este mundo? Olivia se dirige a Mánchester. Y lo que recordará es algo que olvidó que sabía sobre su padre, quien desapareció cuando ella tenía catorce años. Olivia es actriz. Edward Byrne era artista visual; cuando se marchó, dejó cientos de preguntas sin respuesta, pero ninguna evidencia, ninguna certeza, ningún cadáver…

RESEÑA

Patricio Pron es un gran escritor. Vaya esto por delante. Cualquiera que lea La naturaleza secreta de las cosas de este mundo no podrá sino corroborar esa aseveración. No hay muchos autores que se introduzcan en la mente de sus personajes y trasladen sus dudas, sus temores, sus contradicciones, al papel de un modo tan creíble. La simulación del comportamiento humano o, si queremos, del alma humana, que realiza Pron me parece tan portentosa como clásica a su manera. Uno de esos prodigios narrativos que de vez en cuando se publican. Sin embargo, aun siendo una obra de la que muchos escritores podemos y debemos aprender, he de concluir con la afirmación de que me parece una novela fallida.

La frustración es mayor cuando uno comprende que Pron escupe una y otra vez «proyectos de escenas» absolutamente geniales, como por ejemplo el acceso de furia de la protagonista contra un carrito de bebé en un supermercado, que se resuelve en breves líneas y de manera anecdótica. Ese continuo escamoteo de escenas le lleva a uno a la desesperación y a las ganas de cerrar el libro y huir, que es justo lo que hacen los personajes de la novela*. 

Dicho esto:

*Las líneas anteriores fueron escritas durante la lectura de la primera de las dos piezas que componen la novela. Después de terminar la segunda pieza, no me queda más que desdecirme y aplaudir al autor. Si bien todo lo anterior está y sigue estando, se puede contemplar la obra como un conjunto en el que un segmento completa al otro, algo así como la perfección que el yang otorga al yin, y viceversa. Todos los vacíos que se manifiestan en la primera pieza son ocupados poco a poco por lo que narra la segunda mitad, con una sutileza tal que es imposible rendirse a la maestría con que las palabras adquieren la circularidad. Lo que parecía un ritmo quebrado, casi un coche averiado, se revela tan solo como un viaje sin asfalto. La segunda pieza, por tanto, es el asfalto.

Olivia habla de la relación con su madre, del arte, de su trabajo como actriz, de niñas y niños feraces. Es cierto que habla de todo ello desde su mente y su juventud, una mente que podría resultar demasiado analítica; en realidad lo es en cuanto a su anclaje a la sociedad, a sus ataduras con el sistema de vida que nos atenaza a todos, a la propia juventud que realmente no entiende nada. Edward, sin embargo, habla desde sus ojos. Flota como un espectro, es el observador perfecto, al que el viento y las circunstancias atraviesan sin que le afecten lo más mínimo. Describe lo que tiene delante, nunca (casi nunca) lo que deja atrás. No analiza, no juzga; solo fluye. Es, si lo queremos, El invencible de Stanislaw Lem

Resulta muy interesante la presencia invisible de los niños feraces en la novela. Se podría definir a los dos personajes como niños perdidos, cada uno a su manera. Pequeños que huyen y que olvidan por el camino cualquier lazo con la vida. Sabios que buscan la soledad más absoluta, y la iluminación que esa soledad desprende.
Puede que moleste el terco eruditismo que golpea a la manera de un percusionista durante la primera pieza; no lo reprocharé, yo mismo lo sufrí. En cambio, que nadie abandone la novela antes de tiempo, o se perderá una obra importante de la narrativa contemporánea. Relevante, diría, incluso.

1 comentar

Daniel Aragonés abril 23, 2024 - 1:39 pm

Muy interesante, de verdad. No da uno para más. Pero sin duda, esta obra me la tengo que leer.
Gracias

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