Título: Con pájaros muertos dibujo coronas
Autor: José Luis Pascual
Editorial: Pez de Plata
Nº de páginas: 144
Género: Relatos inquietantes
Precio: 18,90 €
SINOPSIS
Oscuridad y locura son los eslabones que conectan los trece relatos que componen este libro. De las realidades más crueles al surrealismo más simbólico, adentrarse en ellos es penetrar en las sombras de mentes cuarteadas por el trauma, de psicopatías y esquizofrenias conscientes, de trastornos sin cura nacidos de la más absoluta desesperación.
Un hombre que le arranca la cabeza a una rata viva a mordiscos, una madre que repta por el inodoro, una plaga de cucarachas que parasita a la humanidad. Una niña enterrada viva en las inmediaciones de un pabellón industrial, una vieja actriz interpretando su último papel, una prostituta de lujo con piernas de metal.
Por estas páginas vagan los fantasmas de Cormac McCarthy y Lorrie Moore, Stanislaw Lem y Salman Rushdie, Kurt Vonnegut y Mónica Ojeda. Y, sobre todos ellos, Kafka. De ellos bebe José Luis Pascual y sus ecos laten en este exorcismo personal y terrible.
RESEÑA
Con pájaros muertos dibujo coronas, una obra muy recomendable escrita por José Luis Pascual. Así es como quiero comenzar esta reseña. Las siguientes frases que he escrito han sido borradas. No me gustaban. Será que ando un poco sin ideas, no sé. El caso es que la propia cubierta es maravillosa. ¿Qué puede salir mal? Ya conozco al autor.
Lo abro y leo, sin remilgos, algo eufórico. Entre medias de la apasionante amalgama de letras, me aborda el recuerdo. Hace justo un año leía: Conocerás el mar, esa ancha tumba, del mismo autor. Acababa de morir mi padre y lo guardo con cariño, ya que me acompañó en la sala de espera de sus últimos días. Con este nuevo trabajo todo es distinto. Me encuentro tranquilo, dispuesto recrear cada corte, interludio, cuento, de un modo ideal. ¿Se parecen ambas obras? Son compatibles, como las piezas de un rompecabezas.
Podría decir que no existen autores especiales, pero sería una patraña. Nuestro país tiene potencial. Buena base. El problema es el márquetin. Es difícil crear necesidades. Por lo tanto, el lector medio se ahoga entre títulos. Bracea sin control en ese mar de estantes repletos de libros. Si buscas una obra que te sumerja en rincones inquietantes e insólitos, deberías probar un poco de la sopa de José Luis Pascual. Te aseguro que no te dejará indiferente.
Ahora voy a mimetizarme con la obra y dejar que el autor que llevo dentro se transforme en un expresionista alemán del siglo XX y lance sus impresiones de un modo surrealista. ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE CONVENCIONALISMOS!
Comienzo.
Hablamos de ambigüedad dirigida. El ambiente onírico como escenario. Voces inaudibles que te explican cada pasaje. El autor se deja arrastrar por lo absurdo de la existencia. El toque fantástico es imprescindible. ¿Qué ocurre? El monstruo pretende llegar a un sitio inexistente para obligarte a pensar e imaginar caminos alternativos. Cuando te quieres dar cuenta ya es tarde.
Se trata de surrealismo. Una voz que revindica la existencia de escritores de raza. Tonos y estilos únicos.
Acabo de hundirme en el fango.
Me veo a mí mismo conduciendo mientras formo parte de otra cosa. Una niña en los asientos de atrás. Sosiego. Soy un párrafo tras párrafo. Mi vida es una road movie. ¿Qué? El lector convertido en guardia de seguridad. La incertidumbre. Juego de sombras. ¿Quién eres? ¿Quién fuiste? No importa. Algo intenta tocarte.
Así abre José Luis este incorrupto compendio —quería decir corrupto—. Una frecuencia precisa. En conjunto, moldea contenidos universales hasta hacerlos propios. No es nada fácil cincelar una voz. Es peculiar. Envolvente. Su método incisivo a la hora de corroer mentes es lento. Como si una pluma, después de dos millones de pasadas, fuese capaz de abrir una herida en la piel.
Intento salir del lodazal, pero algo agarra mi pierna.
Aparece ese dedo salvador. El fetiche. Lo cotidiano. Y de nuevo todo se pierde. Es como estar en Praga, con Bohumil Hrabal, recordando a Kafka que el surrealismo también se oculta en la literatura oscura. ¿Terror? No, inquietud, angustia, locura. Franz contesta. Nos dice que su vida era horrible y que podemos irnos al infierno.
JL es un escritor extraño. Capaz de convertir una cáscara de piñón en un simbionte. Nada sencillo.
La clonación. El mal uso marcado por reglas ridículas. Esa mirada en un espejo inexistente. ¿Qué le ocurre al mundo? ¿Acaso queremos controlar el libre albedrío?
Quizás entienda mal el síndrome del impostor. Caminar pegado a la línea que une lo habitual con lo insólito, rozando el palo de la portería de Carver. ¿Eres escritor? Lo eres. Aunque tiren de ti los cangrejos.
Un gorrión esquizoide se come tus últimas palomitas. Estás en el cine. ¿Me crees? Pues es mentira. Todo es mentira. Esquizoide lo serás tú. Los gorriones no existen. Ni yo, Daniel, mil novecientos setenta y nueve.
La muerte en vida. El olvido. La luz de un recuerdo mágico que lo enturbia todo. Y después la cerrazón. El ruido seco de un disparo. Tu cuerpo levitando sobre la cama.
Corre. Acude a la convocatoria. Echa de comer a la bestia. Olvida aquella mañana. Corre. No tienes a nadie, y el tiempo pasa. Tu hermano eres tú mismo. No hay nada que buscar. Corre.
La realidad ya no existe.
Adoro el término Ausencia Consciente y el nombre de su autor. Me pierdo entre imágenes y pasajeros de metro, y niñas y trucos y juegos. Una vida en blanco y negro. Ahora estoy en un periódico, vivo en su interior. Estoy con Harold hablando de Nikolayev. El editor nos odia.
¿Qué es esto?
El canibalismo en modo poema surrealista. Comer encía. Sentir el sabor a óxido en la boca. Caminar hacia el interior de la incomprensible rutina. No eres nadie.
¿Qué intenta decirnos?
Una sociedad parasitaria. Depresión. Ansiedad. Conformidad. Un insecto nadando a contracorriente. Mochilas cargadas de ideas vacuas. ¿Dónde estás, Isabela? Ya lo entiendo.
Los remordimientos son algo parecido a masticar una rata. A matarla. El desierto son las emociones. Largo. Largo de aquí. Vivir en la calle es duro. Vivir.
Voy a parar.

Daniel Aragonés
Redactor
1 comentar
Buena reseña, putazo. Justo empecé a leerlo hace un par de noches.