Título: El resto de nuestras vidas
Autor: Benjamin Markovits
Traductor: Juan Nadalini
Editorial: Chai Editora
Nº de páginas: 228
Género: Narrativa contemporánea
Precio: 19,90 €
SINOPSIS
Tom, el protagonista de esta novela, se entera de que su esposa tiene una aventura y decide no separarse hasta que su hija menor cumpla dieciocho. Doce años más tarde emprende un viaje para llevarla a la universidad y, en el camino, recuerda esa especie de pacto que se había hecho a sí mismo. Entonces, en lugar de volver a casa, sigue manejando. El recorrido comienza a extenderse por distintas ciudades y paisajes donde se reencuentra con personas de su pasado. Ese arco es también un repaso por momentos de su vida, una vuelta atrás para entender dónde se encuentra y cómo seguir a partir de ahí.
RESEÑA
La carretera de la existencia no suele admitir rectas demasiado largas. El camino está lleno de curvas, de desvíos, de paradas en lugares insospechados. Perdón por la cursilería, pero El resto de nuestras vidas sugiere este tipo de metáforas, pues nos conduce por ciertos momentos vitales particulares, de esos que no solemos tener previstos. A veces se necesita tomar la salida errónea.
Me apetecía mucho leer una novela de estas características, una obra en la que la carretera adquiere consistencia de personaje, una historia de huida de lo cotidiano para reencontrarse con uno mismo. Me encantan esos decorados infinitos que atraviesan Estados Unidos, casi se perciben como entidades sagradas que te van moldeando a su antojo según los atraviesas. Algo de eso hay en la novela de Benjamin Markovits, aunque reconozco que en su inicio le cuesta arrancar.
Los personajes me resultaron algo antipáticos, sin excepción, durante el primero de los tres capítulos en que se estructura la novela. Asistimos ahí a la intención principal del autor: retratar la vida tal y como es. El problema, quizá, es que sus personajes habitan en un mundo muy diferente al mío, tanto que cuesta comenzar a empatizar con cualquiera de ellos. Por fortuna, tras las primeras cincuenta o sesenta páginas, todo se pone en movimiento y se nos ofrece lo que promete la imagen de portada: el viaje hacia ninguna parte y hacia todas.
Tom, el protagonista, es un hombre frío, de trato distante aunque amable. Si bien es un personaje que puede resultar molesto para un lector sensible, a lo largo de la novela vamos entendiendo su proceder y su forma de pensar. El camino que emprende no es algo espontáneo, sino premeditado y rumiado durante muchos años, aunque él no se lo reconozca a sí mismo. En efecto, es esta una de esas obras de autoconocimiento y búsqueda interior, pero también es un texto que nos muestra cómo aceptar nuestras limitaciones o nuestro modo de ser.
En ese sentido, funciona a ratos como las buenas películas indies americanas que exploran viajes interiores, y en otras ocasiones como una radiografía más íntima de la contradicción humana. Por esta razón, el lector conectará más con la obra en determinados momentos que en otros. Pero Markovits sabe lo que se hace, y es apreciable la forma en que clava una estructura lineal pero llena de recovecos a modo de flashbacks y recuerdos que conduce a un desenlace, para mi gusto, brillante.
No conocía a Benjamin Markovits, y sin duda ha de ser un tipo peculiar. Amante del baloncesto y de la literatura, ambos aspectos quedan recogidos en la novela. Tampoco sé cuánto de autobiográfico tiene la obra, pero en todo momento se siente como si el autor estuviese hablando de sí mismo. De hecho, leí El resto de nuestras vidas con la imagen física del propio Markovits atribuida al personaje protagonista. Quizá todo lo que se narra es pura ficción, y ojalá sea así. Eso demostraría, una vez más, la magia de la que hace gala la buena literatura.

José Luis Pascual
Administrador
