Es curioso cómo, en una época en la que el horror ha ido perdiendo protagonismo, sustituido por ese «terror elevado» de tramas complejas y profundas implicaciones psicológicas, de vez en cuando siguen apareciendo obras que se limitan a «sacar las entrañas». Hideout es una historia de despiece sin contemplaciones, una de esas obras que, disfrazadas de crítica social, se esfuerzan en buscar el impacto a través del exceso y el gore.

Seiichi es un escritor fracasado que arrastra un profundo trauma familiar. En pos de arreglar su matrimonio, propone a su mujer viajar a una isla para desconectar y relajarse. En el lugar, se toparán con una cueva de la que les resultará extremadamente difícil salir.

Hideout viene a ser una alucinada mezcla entre Hostel y The descent. Con ello, el lector ya irá prevenido ante lo que puede encontrar en el tomo. Tortura explícita, oscuridad y mal rollo se dan la mano en una historia de descenso a los infiernos que tiene mucho de aquellas películas ochenteras que no se cortaban un pelo. Que nadie busque aquí una trama coherente, pues lo que prima es dar rienda suelta a una violencia que nos remite en primer lugar al subgénero del slasher y, en segundo lugar, emparenta la obra tonalmente con el denominado «nuevo extremismo francés» de inicios de los 2000.

El dibujo de Masasumi Kakizaki es tan sucio como detallado. Bien es verdad que a veces a uno le cuesta ver el movimiento de las escenas más explícitas, pero en general los trazos del autor japonés cumplen con su misión de sumergirnos en un lugar tenebroso, claustrofóbico y pesadillesco. El diseño del «villano» me trajo a la memoria algunas ilustraciones del gran Bernie Wrightson, y en determinados momentos adopta un aire a aquellas antiguas revistas de cómic de terror como Eerie o Creepy.

Poco más que decir. Hideout es un manga de tomo único que el lector podrá disfrutar si sabe a lo que atenerse. Esto es, ritmo frenético, violencia desmedida y un pequeño subtexto algo forzado pero adecuado. ¿Te animas a entrar en el agujero?