Uf.
Eso es lo primero que se me viene a la mente a la hora de afrontar una reseña sobre una obra como Los Wrenchies. Uf. Pero no es un “uf” de pereza o aburrimiento, sino un “uf” motivado por la dificultad de una historia bastante compleja que cuenta con múltiples lecturas, capas y subtextos. Y es que hasta el nombre del creador de la obra es complicado: ¡Farel Dalrymple!
En apariencia, los Wrenchies son uno de los muchos grupos de niños preadolescentes que sobreviven en un arruinado mundo postapocalíptico. Allí, se ven acosados continuamente por una especie de demonios que cambian la voluntad de los niños y los vuelven malvados si los tocan. Un día, la pandilla encuentra un cómic que trata sobre ellos mismos, y a partir de ahí intentarán encontrarle sentido. Curiosamente, no hay seres humanos adultos en ese mundo, tan solo niños que al llegar a la adolescencia parecen caer en la desesperación más absoluta.
En un principio, podemos ver el cómic como una especie de versión adulta de Hora de aventuras, pero según avanzamos en su lectura todo se va volviendo mucho más denso. Los Wrenchies es una obra cargada de simbología que requiere un alto grado de atención por parte del lector, pero aun siendo muy observadores es posible que terminemos perdiéndonos en su complejidad. Y es que las diferentes historias que se nos cuentan van convergiendo y mezclándose durante toda la obra, creando una tela de araña metarreferencial que no es fácil de seguir. El mismo autor bromea con ello constantemente, y podemos ver cómo en muchas ocasiones los propios personajes no terminan de comprender lo que les está sucediendo y acaban cuestionándose su propia realidad. Los protagonistas intuyen que el cómic en el que ellos mismos aparecen tiene algo trascendental que no logran descifrar, de la misma manera que a nosotros los lectores nos cuesta entender el significado del cómic, o del cómic dentro del cómic. Vaya lío, ¿verdad? Supongo que ahora iréis entendiendo el “uf”.
Pese a lo difícil que resulta la comprensión total de la obra, hay que decir que su lectura es absorbente y que resulta un reto fascinante. Es cierto que el ritmo sufre altibajos durante sus 300 páginas, pero siempre están motivados por la densidad de la obra. La originalidad de todo el universo que ha creado Farel Dalrymple resulta muy enriquecedora, destacando la atención por el detalle tanto en el guion como en el dibujo.
Y ya que hablamos del arte, el trazo de Dalrymple se revela perfecto para una fábula como ésta. La caracterización de los personajes es fantástica, no es fácil ver a dibujantes que recreen tan bien rostros de niños. Además, estos van cambiando durante los continuos saltos temporales de la historia, pero siempre son perfectamente reconocibles. Para redondear, la magnífica utilización del color le da tridimensionalidad a los personajes a la vez que acompaña magistralmente el tono de las diferentes escenas, siendo muy colorido cuando ha de serlo y muy sombrío cuando es necesario.
Es difícil para mí dar una interpretación completa de lo que esconde Los Wrenchies tras solo una lectura. Lo que puedo decir es que, bajo mi punto de vista, gran parte del cómic es una enorme metáfora sobre el paso de la niñez a la edad adulta y el miedo que ello provoca, pero también sobre la soledad, sobre los traumas infantiles, sobre el sinsentido de la sociedad moderna y cómo puede conducirnos a la locura más absoluta. El mundo devastado en el que se enmarca la obra está surcado por un aire melancólico y crepuscular en el que los personajes, ya sea consciente o inconscientemente, parecen entrever cómo la magia y la inocencia se van difuminando con el paso del tiempo.
La cuidada edición de Sapristi Cómic en rústica y tamaño libro respeta fielmente la publicación original.
En mi opinión, estamos ante una obra monumental que cualquier amante del cómic debe leer obligatoriamente. Cada cual debe sacar sus propias conclusiones, pero el disfrute de su lectura es máximo. Está muy bien leer historias sencillas y entretenidas de fácil lectura, pero de vez en cuando es necesario acercarse a obras que dejen poso y alienten posteriores relecturas. Tras acabar Los Wrenchies, uno es consciente de que acaba de leer algo grande. Te hace observar, reflexionar y leer con máxima atención, y después te invita (más bien casi te obliga) a volver a leerlo. Pocos cómics logran eso, y ello nos hace percatarnos de que estamos ante algo excepcional. Sed conscientes de la dificultad que entraña su lectura, pero no temáis adentraros en ella.
4 comentarios
Uf, qué buena pinta… xD Me encantan las obras complejas, y el factor visual que ofrecen los cómics aporta un gran juego a este tipo de historias, así que me lo apunto ;). Además me recuerda a 20th Century Boys, uno de mis mangas favoritos. ¡Gracias por la reseña!
Gracias a tí por tu comentario. Desde luego es una obra compleja por las múltiples capas que propone, espero que te guste. Por cierto, muy chulo tu blog!Gracias de nuevo, un saludo!
Muy buenos Los Wrenchies.Sí es cierto que exige un poco al lector,pero mejor,así se disfrutan las re-lecturas y no se queda muerto de risa en la estantería.
En efecto Luis, se trata de un cómic de largo recorrido que da mucho juego. Gracias por comentar!