¿Qué le voy a hacer, si soy racista? Seguro que pierdo amigos (si acaso me queda alguno), que me censuran, me vilipendian, me meten en una jaula con la momia de Hitler y la de Mussolini y nos arrojan sin piedad mondas de patata y otros condumios de mala fama; ¡me pondrán en la lista de los intolerantes! Mis libros dejarán de venderse, condenaránme a ostracismo sempiterno y patético, me instarán a seguir las malas costumbres cicuteras del racista también Sócrates.
¡Pero!