Se ha agachado justo al llegar al primer escalón. Se está atando el cordón del zapato derecho, dándome la espalda por completo. Me tomo mi tiempo, no conviene que me oiga acercarme. No le doy una patada, eso le haría saltar hacia arriba y, muy posiblemente, le daría tiempo de cogerse al pasamanos. Le empujo hacia delante, hacia el vacío de los escalones de bajada, donde no tenga cómo sujetarse y aunque ponga las manos para protegerse, se vea incapaz de evitar golpearse la cabeza contra el cemento.
Etiqueta: