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Año 2029 . Los rebeldes humanos encabezados por John Connor están a un paso de derrotar a la máquinas. Previendo su derrota, Skynet envía a uno de sus Terminators al pasado para que cambie la historia y evite el triunfo humano.
Como podéis leer, la sinopsis es prácticamente la misma que la de la original Terminator (1984) que dio inicio a la franquicia. Y es que Terminator Génesis, sin ser exactamente un remake, vuelve sus ojos hacia la primera película para darle una nueva vuelta de tuerca. El primer tramo de la película es una repetición de la película fundacional, pero poco a poco se van añadiendo más elementos que enrevesan la trama y que sirven para convertir a “Terminator Génesis” en un puro homenaje a toda la saga.
Lo más destacable de la película es su propia autoconsciencia de ser un tributo que de alguna manera cierra el círculo, y para ello consigue integrar al mejor Arnold Schwarzenegger de los últimos años. Pese a su edad, el austríaco sigue siendo el alma de la fiesta, y en esta nueva entrega le da a su T-800 un tono autoparódico que, a estas alturas, es lo que corresponde.
Está claro que si nos ponemos tiquismiquis, al guión se le puede sacar un buen puñado de incongruencias, pero si nos abstraemos de ellas y nos centramos en la diversión, la trama se sigue bien y la película se hace muy disfrutable.
No cabe duda de que los efectos especiales no están a la altura de muchas producciones de hoy día, incluso parecen inferiores a los que ofrecía Terminator 2: El juicio final (1991) hace casi 25 años. De hecho, el aspecto de la película en muchos momentos casi la emparenta con la serie B, y eso me hace preguntarme si el motivo es un presupuesto más ajustado de lo habitual, o si se ha buscado a drede esa “cutrez”. Sea como sea, el ritmo trepidante de la película logra entretenernos de tal manera que los efectos digitales quedan en un segundo plano.
No cabe duda de que los efectos especiales no están a la altura de muchas producciones de hoy día, incluso parecen inferiores a los que ofrecía Terminator 2: El juicio final (1991) hace casi 25 años. De hecho, el aspecto de la película en muchos momentos casi la emparenta con la serie B, y eso me hace preguntarme si el motivo es un presupuesto más ajustado de lo habitual, o si se ha buscado a drede esa “cutrez”. Sea como sea, el ritmo trepidante de la película logra entretenernos de tal manera que los efectos digitales quedan en un segundo plano.
Como decía antes, Schwarzenegger se come la función con su carisma cada vez que aparece, haciendo buena la frase que repite su personaje: “viejo, pero no obsoleto”. Junto a él, resulta refrescante la presencia de Emilia Clarke (mundialmente conocida por interpretar a Daenerys Targaryen en Juego de Tronos). Siendo muy diferente a la recordada Linda Hamilton, lo cierto es que Emilia Clarke resulta convincente como una Sarah Connor 2.0. En cambio, Jai Courtney no termina de cuajar como Kyle Reese, creo que su nivel interpretativo es bastante inferior al de sus compañeros. Muy desaprovechado queda J.K. Simmons (ganador del Oscar a mejor actor por Whiplash (2014)), en un rol muy secundario que podría haber hecho cualquier otro actor del planeta.
El director Alan Taylor (realizador de la irregular Thor: El mundo oscuro (2013)) consigue dotar a la película de un ritmo tremendo que logra atrapar al espectador y darle dos horas de diversión que no se hacen nada largas. “Terminator Genesis” es un más que correcto cierre a la franquicia (o tal vez un nuevo reinicio) con guiños a las películas anteriores y, aunque parezca lo contrario, resulta muy apta para esta época veraniega. ¡Viva “Chuache”!
Mi nota: 6,5