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Tras el inmejorable sabor de boca que me dejó el volumen 1 de Bedlam (podéis revisar la reseña aquí), quiero cerrar el círculo con un comentario sobre el segundo volumen que engloba los números 7 a 11.
Lo primero que llama la atención es el cambio de dibujante. Ryan Browne intenta copiar el estilo tan sucio y personal que instauró Riley Rossmo en los primeros números, pero sólo lo consigue a medias. Aunque el trazo de Browne sigue la línea sombría y emborronada de Rossmo, el nivel de detalle es notablemente inferior, siendo esto evidente en la falta de definición de los personajes. De todos modos no es un mal trabajo ni supone un gran obstáculo para disfrutar la lectura.
Una vez acostumbrados al nuevo dibujante, nos centramos en la trama. Podemos decir que el guión de Nick Spencer sigue un esquema similar a la del primer arco argumental, presentando momentos impactantes a los que de algún modo ya nos hemos acostumbrado. Por tanto, también en este sentido hemos perdido algo de frescura y originalidad. A pesar de ello, el volúmen logra enganchar de la misma manera que hacía su predecesor. Además de presentarnos otro villano potente, se abunda más en el personaje de “The First”, ofreciéndonos sorprendentes revelaciones sobre su identidad.
En general podemos decir que este segundo volúmen nos da más pero no mejor. La sensación que nos queda es que el nivel está un par de puntos por debajo de los primeros 6 números. Sin embargo, al acabar la lectura, nos quedamos con muchas ganas de continuar con la serie, pero lamentablemente Bedlam fue cancelada tras estos 11 números, por lo que es bastante improbable que vuelva. Aunque pienso que la idea es muy adecuada para hacer una serie de TV.
Mi nota: 6,5