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Sin saber muy bien qué esperar, ya que mi único conocimiento de la película consistía en un tráiler que vi hace ya tiempo, acudí a ver Atómica (Atomic Blonde), película de David Leitch, director que hasta ahora había codirigido, aunque no se le acreditó, John Wick (2014), y que estaba especializado en dirigir unidades de secuencias de acción. Sin duda estos conocimientos le han servido para dotar a «Atómica» de una relevante carga de acción.
La película transcurre sin demasiados artificios y de forma un tanto plana durante su primera hora, lo cual estaba significando una gran decepción para mí. Charlize Theron es una de mis debilidades, lo confieso, pero su presencia no me parecía suficiente al encontrarme con un planteamiento y una estructura tan de thriller de los noventa, dicho esto en el mal sentido. Afortunadamente, cuando estaba a punto de tirar la toalla y el aburrimiento me empezaba a invadir, llegó LA ESCENA. Muchos recordamos la increíble secuencia de Kingsman (2015) que transcurría en una iglesia y que nos dejó ojipláticos hace un par de años. Pues bien, David Leitch ha logrado superar ese momento con un plano secuencia magistral en el que asistimos a una de las mejores peleas del cine reciente. Se trata de una pelea en la que todo está planificado al milímetro, pero consigue desarrollarse de manera natural y, sobre todo, desprendiendo una autenticidad sublime para que resulte totalmente creíble. Cada golpe que vemos en pantalla nos duele como espectadores, y de la misma manera terminaremos tan agotados como la protagonista. Sin duda es una secuencia de las que dejan sin aliento. Chapó. Pero lo mejor es que dicha secuencia supone un punto de inflexión a partir del cual todo mejora, y lo que parecía un olvidable film de espías termina siendo un recomendable ejercicio de prestidigitación guionística.
Al final, uno sale con un buen regusto de su visionado, ya que el guion (que adapta el cómic La Ciudad más Fría) empieza a virar hacia diferentes situaciones consiguiendo sorprender en algunos momentos. Ambientada en Berlín en los días de la caída del muro, el personaje de Charlize Theron es el típico agente secreto misterioso y taciturno, que se ve envuelto en una trama complicada y que incluso tiene a su propia femme fatale en el personaje interpretado por Sofía Boutella. Es decir, estamos ante una película que, ya sea por los tiempos que corren o simplemente por querer ser fiel a la obra que adapta, coloca a una mujer en un personaje masculinizado (todo lo masculinizada que puede ser Charlize, claro). El resultado me parece tan original como excitante.
Charlize Theron es el alma de la película, demostrando a las claras que es mucho más que una cara bonita. El contraste de su belleza y la letalidad de su personaje resulta lo más estimulante de la cinta, y sin duda la sudafricana lo clava. Sus compañeros de reparto palidecen a su lado, aunque gente como James McAvoy, John Goodman o Toby Jones siempre cumplen. Quiero destacar a un convincente Roland Moller, actor danés que borda su papel de villano. Tal vez quien desentona sea Sofia Boutella, en un papel en el que no me pega demasiado.
Aunque en conjunto no es una cinta redonda ni mucho menos, las virtudes que muestra «Atómica» en su último tercio terminan pesando más que su plano inicio. En contra de lo que pueda parecer, hay poco humor y eso me gusta. Y, sobre todo, hay dos cosas memorables en la película. Una, Charlize Theron. La otra, una secuencia de acción digna de verse. Hay más cosas positivas, pero con eso me vale para recomendarla.
Mi nota: 6,5