Acaba de llegarnos la secuela de Deadpool (2016), la película que rompió esquemas dentro del género de superhéroes al ofrecer una propuesta basada en el humor gamberro y la parodia. Esta continuación nos cuenta cómo Deadpool, en su primera misión como un X-Men, conoce a un niño mutante que parece destinado a convertirse en una gran amenaza en el futuro. En sus manos estará el intentar evitarlo.
En Deadpool 2 se nos pone sobre la mesa un guion que sigue al dedillo la estructura canónica a la que nos ha acostumbrado el actual cine de héroes con superpoderes, y de nuevo se le da una vuelta de tuerca al tamizarla con recursos humorísticos más propios del spoof. Como ya sucediera en la primera película, algunos chistes funcionan mejor que otros, pero en general son bastante acertados y sacarán más de una carcajada a cualquier espectador. El humor negro se alterna con el chusco, uniendo escatología e ironía en una mezcolanza que resulta bastante agradecida. Por supuesto, no se escatima en guiños hacia otras películas del género, referencias a la cultura popular e incluso pullitas a los propios actores, que demuestran saber reírse de sí mismos.
A nivel técnico se notan las costuras si nos ponemos a comparar con otras superproducciones contemporáneas. Pero en una película como «Deadpool 2» esto no es problema, ya que el espíritu de la propuesta abraza sin remilgos cierta cutrez de manera autoconsciente, y al tratarse de una cinta donde el humor tiene tanto protagonismo esto no deja de ser coherente. Ojo, con ello no quiero decir que los efectos especiales sean malos, sino que saben adecuarse al tono de la película, lo cual es bastante meritorio. El mejor ejemplo lo encontramos en las escenas de acción, repletas de gore y excesos como corresponde a la marca “Deadpool”.
Ryan Reynolds vuelve a ser el alma de la fiesta derrochando carisma, contando tal vez con más minutos sin máscara (pero con maquillaje) que en la cinta predecesora. Esta vez le acompaña Josh Brolin en el papel de Cable, personaje que me ha gustado más de lo que pensaba. La presencia de Brolin es una garantía, y aquí está muy metido en el papel. Repiten Morena Baccarin, Briana Hildebrand y T.J. Miller, y se incorpora Zazie Beetz haciendo de Domino. Además, contamos con multitud de cameos de actores populares que no voy a desvelar para no arruinar la sorpresa.
Tim Miller, director de la primera «Deadpool» es sustituído aquí por David Leitch (responsable de Atómica) sin que el cambio sea perceptible, ya que se continúa con el mismo aire descacharrante y de no dejar títere con cabeza. Aunque algunos gags sean meras repeticiones, creo que «Deadpool 2» se mantiene a un buen nivel sin haber perdido la gracia. Por ello no dudo en recomendarla a todo aquel que disfrutara con su primera parte. Al fin y al cabo, si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?