Ofrezco hoy un repaso de cuatro filmes recientemente estrenados en cine. Aunque predomina el thriller entre las películas elegidas, el resultado final es muy diferente entre ellas.
PURASANGRE (Cory Finley, 2017)
Pese a tener un inicio con el que cuesta conectar, Purasangre (Thoroughbreds) supone una estimulante sorpresa que se impone sobre los convencionalismos. Con sutilidad, el debut del joven director Cory Finley arma una sofisticada trama que se mueve entre la comedia negra (muy negra) y el thriller, y que basa su fuerza en una puesta en escena subyugante que transmite más de lo que enseña. Buen ejemplo de todo ello es una de las últimas secuencias, magistral momento en el que todo transcurre fuera de plano sin perder por ello un ápice de impacto.
También en ello inciden las interpretaciones del remarcable dúo de jóvenes actrices, con el talento enorme de Olivia Cooke y el magnetismo extraterrestre de Anya Taylor-Joy trascendiendo la pantalla. Sirva además la película para recordar al malogrado Anton Yelchin, que también hace un buen papel, aunque secundario. Apunten el nombre del director.
BUENOS VECINOS (Hafsteinn Gunnar Sigurosson, 2018)
Versión apócrifa y seria de La guerra de los Rose, Buenos Vecinos se apoya en su premisa para tratar de ganarse al espectador. La lucha encarnizada entre dos familias vecinas, símbolo de guerras de clanes o conflictos entre naciones, nos vuelve a dejar claro que no importa quién tenga razón (si es que alguien la tiene), y que a la larga el instinto es el que nos gobierna. La película de Hafsteinn Gunnar Sigurosson se muestra demasiado nórdica en su tonalidad, cayendo en un parsimonioso desarrollo que dificulta nuestra conexión con ella. Se echa en falta una mayor decantación hacia la comedia oscura, quedando la cosa finalmente en un sobrio telefilme que termina aburriendo. Había material para hacer una película con alto poder de destrucción, pero los daños han sido mínimos.
EL PACTO (David Victori, 2018)
Tras la reciente No dormirás, volvemos a tener otra ración de Belén Rueda como protagonista de una película de terror. El Pacto arranca fantásticamente, con una historia que se presta a un terror clásico que bebe de una fuente tan jugosa como Fausto. Aunque el director David Victori consigue mantener el interés durante todo el metraje, las promesas de ese magnífico inicio se ven traicionadas por un ritmo algo irregular y unas ocurrencias fallidas del guion. Una pena, porque la ambientación y algunos recursos visuales le otorgan cierto empaque a una cinta que, como digo, termina cayendo víctima de una pendiente cuesta abajo demasiado pronunciada.
Aún así, las buenas maneras e ideas de «El Pacto» hacen que esté atento a los siguientes proyectos de este director.
ALPHA (Albert Hughes, 2018)
Película que juega en la misma liga que otras producciones como 10.000, en el sentido en que se trasladan a una época lejana en el tiempo y modifican todo lo que se conoce para crear una historia del todo inverosímil. Evidentemente, Alpha requiere que el espectador deje el cerebro en suspensión durante su visionado, tras lo cual asistirá a una trama de aventuras vista mil veces anteriormente. Será mejor no entrar a valorar el guion ni sus constantes incoherencias. Tampoco me queda excesivamente claro el target al que va dirigido la película, ya que su trama (la alianza forzada y posterior amistad entre un humano y un lobo salvaje) parece influenciada por historias de corte juvenil o infantil, pero sin embargo algunas escenas (tampoco muchas) parecen querer ser más explícitas de lo habitual en este tipo de productos. Totalmente prescindible.