DURMIENTES (Juan Antonio Oliva Ostos – Dilatando Mentes)

por José Luis Pascual

Los “what if” han sido caldo de cultivo para un buen número de obras literarias y cinematográficas que han apostado por presentar ideas muy atractivas. Novelas como El hombre en el castillo (Philip K. Dick), Patria (Robert Harris) Estados Unidos de Japón (Peter Tieryas) han puesto sobre la mesa un tipo de propuesta en la que hechos históricos relevantes para la humanidad toman un curso diferente a su desarrollo real. En el mundo del cómic, no podemos obviar el monumental Watchmen de Alan Moore, que posee un alto contenido ucrónico con unos Estados Unidos liderados por un Nixon muy decadente. De la misma manera, el cine nos ha brindado obras como Malditos Bastardos (2009) Iron Sky (2012).
Como puede comprobarse en muchos de los títulos mencionados, uno de los subgéneros ucrónicos por excelencia es aquel que atañe al final de la Segunda Guerra Mundial. Y es que los nazis han protagonizado buena parte de esas historias en las que salían victoriosos de la contienda, configurando una serie de futuros posibles a tal alternativa. Con Durmientes, el escritor Juan Antonio Oliva (Las guerras infinitas) va un poco más allá, puesto que retuerce esa premisa de manera insospechada al introducir un potente elemento fantástico con toques de ciencia ficción.

«Durmientes» nos lleva a un año 2012 en el que Germania celebra el aniversario de su victoria en la gran guerra. Pese a ello, el eje asiático comandado por el ejército japonés compromete el dominio germano sobre el planeta. En ese contexto se desarrolla el proyecto “Durmientes”, con el que se pretende establecer un puente entre la Tierra y Odinthal, mundo situado en una dimensión paralela.

No es la primera vez que se plantea una ramificación temporal en la que los alemanes ganan la gran guerra, pero si a eso le añadimos un portal dimensional que lleva a un mundo cuasi mitológico, la cosa cambia. Es cierto que la mezcla puede resultar chocante en un principio, pero en mi opinión Juan Antonio Oliva la desarrolla de un modo tan adecuado como sugerente, sabiendo dosificar la información para que el lector vaya descubriendo ciertos detalles poco a poco. Posiblemente, el gran logro de «Durmientes» resida en la imaginativa construcción no ya de la ucronía que nos propone la trama, sino del doble universo que se nos presenta. Alternando continuamente escenas de ambos mundos, el texto avanza con gran agilidad, convirtiendo a la novela en un entretenimiento altamente adictivo que nos ofrece un doble conflicto (tanto a nivel planetario como personal) que aumenta de intensidad gradualmente.

Podemos encontrar similitudes con otra obra de Dilatando Mentes como es Babilonia (Richard Calder), en cuanto a que se recoge un momento de la historia de la humanidad y se integra dentro de un conjunto fantástico, creando una ucronía que alberga elementos de ciencia ficción pulp. El autor aprovecha muy bien algunos datos bien documentados, como por ejemplo el proyecto de creación de diferentes estructuras como el formidable Volkshalle, lugar que acoge una de las escenas más importantes de la novela.
Por otra parte, encontramos un pequeño componente romántico que juguetea con un aire juvenil. Esto, que no es malo de por sí, me supone un pequeño problema causado por mi edad. Por suerte, la novela consigue una cosa curiosa, y es que cada vez que el relato bordea ese tono juvenil, el autor nos recuerda la presencia de los nazis y el drama inherente a la locura de cierto personaje, aportando con ello un baño de realidad que pone las cosas en su sitio.

Formalmente, la novela avanza siempre a un buen ritmo gracias a la concatenación de capítulos cortos que alternan decorados. La trama que propone Juan Antonio tiene un aire de tragedia clásica modernizada, consiguiendo bajo mi punto de vista un adecuado término medio entre la mitología y el relato pulp. Todo se desarrolla, como digo, a muy buen ritmo y de un modo bastante natural, enganchando pronto al lector para acompañar a unos personajes que resultan interesantes. En este sentido me gustaría destacar al villano de la función, un personaje totalmente canónico que recoge la tradición de aquellos antagonistas cuya obsesión era dominar el mundo, y que aquí funciona como un reloj en su necesario papel de personificación de la maldad.
La prosa es sencilla y funcional, quedando al servicio de la historia y el ritmo. Eso no impide la existencia de algún pasaje en el que Juan Antonio se permite una ligera experimentación. Por ejemplo, hay un capítulo dialogado entre dos personajes en el que solo se nos muestran las líneas de uno de ellos, con un resultado magnífico.

Aunque no encontramos grandes golpes de efecto inesperados, el autor consigue introducir un par de puntos de giro que sorprenden al teñir a la novela de ese aire trágico que va adquiriendo peso a medida que sumamos páginas en la lectura. Con todo lo expuesto, creo que queda claro que estamos ante un notable debut (sí, «Durmientes» es la primera novela larga de Juan Antonio), lleno de imaginación y buenas ideas, y ante la confirmación de un nuevo autor al que habrá que seguir de cerca.

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