LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE (Bi Gan, 2018)

por José Luis Pascual

En las últimas semanas he venido reivindicando lo que se sale de lo habitual como método efectivo y recomendable para regenerar la ficción. Gracias a películas como Climax o Piercing, o a novelas como Ritos Salvajes, parece que habitar en los márgenes sigue siendo una práctica bastante eficaz para establecer nuevas visiones de la realidad o el mundo. Con Largo viaje hacia la noche asistimos a un nuevo caso de “salida de tiesto” de lo común y normativo, con una propuesta que se asienta en el simbolismo poético y en el surrealismo escondido.

No es fácil empezar a hablar de la película de Bi Gan, ya que su concepto es bastante etéreo. Todo parece girar en torno a un hombre enamorado, que después de unos años intenta reencontrarse con la mujer que ama, que casualmente es novia de un extravagante criminal. Con esta premisa de fondo, asistimos al periplo del protagonista en busca de esa misteriosa mujer, envuelta en la bruma de un pasado turbio que parece entroncar con algunos clichés del noir más canónico. Y digo parece, porque Bi Gan no ha firmado una película de gángsters, ni un thriller al estilo asiático, ni siquiera un drama romántico. En realidad, Largo viaje hacia la noche es una inclasificable experiencia en la que el director chino aboga por lo subliminal y lo instintivo, antes que por lo firme y evidente.

Estructuralmente, la película podría dividirse en dos segmentos más o menos diferenciados. Durante el primero se establecen de un modo sutil los lazos entre personajes y se inicia el trayecto del protagonista, siempre inmerso dentro del concepto de búsqueda que flota omnipresente durante todo el metraje. Con varias y confusas alternancias temporales entre presente y pasado, esta primera mitad requiere plena atención, cosa que la película no facilita debido a su lento, lentísimo, desarrollo, con una cadencia en los planos que juega con la paciencia del espectador hasta los límites de lo soportable.
El segundo segmento comienza en un cine, cuando vemos al protagonista ponerse unas gafas de 3D. Ese es el momento que marca un punto de ruptura a varios niveles, convirtiéndose en una puerta a otra realidad metafórica, y dando paso a un eterno, fascinante e hipnótico plano secuencia que se adentra en aguas profundas. Nuevamente es complicado sacar conclusiones de lo que sucede en este segmento tras un único visionado, y poco importa, pues lo principal es dejarse llevar en ese viaje del que se nos hace partícipes y ante el que uno solo puede quedar boquiabierto por la increíble virguería formal que supone.

Tras pensar y debatir, me parece intuir una panorámica sobre un purgatorio tangible, real para el protagonista y dudoso para el espectador. Un tránsito por recuerdos de una vida, por sensaciones y emociones que adoptan una forma laberíntica y medio derruida, pero que dejan entrever una serie de impresiones que de algún modo somos capaces de reconocer aunque no nos demos cuenta. Es esta una revisitación del clásico “viaje del héroe” en clave simbólica, en la que se cambian lugares por estados mentales, y en la que Ítaca es inalcanzable porque no existe, sustituida por los ecos y las sombras de una madre o una amante.

Captemos o no el mensaje de la propuesta, lo que no puede negarse es la increíble labor de dirección de Bi Gan. El realizador muestra un repertorio de recursos estilísticos envidiable, conformando un irresistible derroche visual que abunda determinantemente en el objetivo que se busca. Ahora bien, el irrenunciable idilio del director con planos alargados mucho más de lo recomendable hace que su estilo se debata entre la genialidad y la tomadura de pelo, y que sea el espectador quien deba decidir el resultado final del combate.

Película que aburrirá y espantará a un gran sector de público, Largo viaje hacia la noche puede verse traicionada por el prestigio cosechado entre los popes de la crítica cinematográfica, así como por las siempre injustas expectativas. Pero si uno se acerca a ella con la suficiente curiosidad y amplitud de miras, descubrirá un experimento con muchas trazas de genialidad, un ladrillo más en esa deconstrucción de la realidad que tan necesaria se me antoja a día de hoy.

2 comentarios

Hemos Visto julio 17, 2019 - 7:44 am

Ostras, asumo que seguramente es por una de estas etiquetas que ponemos siempre la gente, pero es que las películas chinas me frenan (o espantan) y mucho. Con todo, de vez en cuando me dedico alguna sesión a cine poco convencional o poco comercial (bajo mi punto de vista), y sus joyas he encontrado 🙂 La dejo en la recámara.Muy buena crítica.HemosVisto!

Responder
José Luis Pascual julio 17, 2019 - 2:21 pm

En efecto, esto es cine muy poco comercial, creo que de gran calidad pero apuntando siempre a un público minoritario. Como siempre digo, gusten más o menos, son de agradecer este tipo de propuestas que te obligan a un visionado más activo de lo habitual.Pero es cierto que tendemos a hacer caso de nuestros prejuicios, yo el primero.Gracias por tu comentario. Un saludo!

Responder

Deja un Comentario

También te puede gustar

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia del usuario a través de su navegación. Si continúas navegando aceptas su uso. Aceptar Leer más