Entre 2017 y 2018 apareció en algunas tiendas especializadas un cómic en grapa llamado AION. Fui uno de los afortunados que se topó con un ejemplar en una librería, y a pesar de que su portada carecía de cualquier logo identificativo —de hecho, ni siquiera aparece el nombre de los autores—, algo en ese cómic me atrajo lo suficiente como para comprarlo. Después de hacer una pequeña investigación, pude saber que estamos ante una obra autopublicada por el guionista Pedro García Fernández y el dibujante Bruno Hidalgo, que hasta el momento no ha encontrado editorial. A día de hoy, desconozco si el proyecto llegará a buen puerto —me consta que los autores están trabajando en ello—, pero gracias a los autores he podido acceder al segundo número, y una vez leído puedo afirmar que AION es uno de los proyectos más fascinantes, estimulantes y ambiciosos de cuantos se producen en nuestro país en el mundillo de las viñetas.
No resulta sencillo definir AION, aunque en esencia parece tratarse de una obra de ciencia ficción especulativa con toques de historia de superhéroes entre otras muchísimas aristas. Su trama promete ser compleja, y nos presenta en su inicio una especie de evento global que parece amenazar la existencia del ser humano. Esto viene a avivar aún más la creciente tensión entre distintos gobiernos de la Tierra, cada uno dispuesto a utilizar sus mejores armas para lograr la supremacía. Americanos y rusos se encuentran inmersos en una nueva guerra fría, y todo está a punto de estallar.
Esa sería la trama principal en un breve esbozo. Pero tenemos mucho más detrás, ya que la historia de AION se desarrolla en distintos puntos de lo que se antoja una realidad alternativa con poso político en clima beligerante. La influencia de Warren Ellis es patente desde el inicio, pero el misterio en torno a una historia que se va abriendo poco a poco, animando al lector a involucrarse para desvelar el dibujo completo, remite directamente al estilo de Alan Moore en algunas de sus obras más reconocidas. A ello también contribuye la distribución de personajes y la aparición del denominado “Proyecto Praetorians”, un equipo de sujetos con habilidades extraordinarias que han de velar por la paz que promueve la OTAN. ¿Es el Proyecto Praetorians un equivalente de los vigilantes de Moore? Puede ser.
Pero, como digo, hay mucho más. La realidad alternativa a la que hacía mención implica un pasado distinto al nuestro. Así, en el segundo número asistimos a la historia de Giordano Brunogini, misterioso Doctor en matemáticas por la Universidad Pontífica de Roma. Contado a modo de flashback, este pasaje nos muestra cómo Brunogini describe, en cartas dirigidas a un tal Stoker, la manera en que ha logrado descifrar los llamados 4 enigmas de Rotterdan, y que parecen desvelar una verdad nada halagüeña para el ser humano. Aquí tenemos un atisbo de los cimientos del cómic y de la original mitología que se esconde en su interior, ya que se toman pedazos de nuestro pasado real y se retuercen en un guion en el que aparecen personajes históricos reconocibles pero con ligeras variaciones.
Los demás personajes que se mueven por las páginas del cómic también resultan enigmáticos, pues se demoran en mostrar sus cartas, creándonos la necesidad de conocer más de ellos mientras intuimos que forman parte de algo mucho más grande que posiblemente abarca más de lo que aparenta. Tenemos, en ese sentido, ciertas similitudes con Watchmen en cuanto a esa sensación de plan oculto y fatalidad, pero también en el despliegue del grupo de personajes que deben hacer frente a la amenaza. Los “vigilantes” de AION quedan más difusos dentro de la historia coral y total, pero todo parece indicar que hay mucho trasfondo que se irá desvelando poco a poco.
El apartado visual está cubierto con maestría por Bruno Hidalgo (Heavenly blues), quien gracias a su estilo logra situarnos en la historia desde sus primeras viñetas. El trazo de Hidalgo es desenfadado en ocasiones pero plagado de detalles en otras, y hay algo en su dibujo, o en su uso del color, que trasciende las páginas. La imaginería que idea el artista es sumamente estimulante, y deja la sensación de ser capaz de trasladar todo un sugerente universo a nuestras retinas. Y es que da la impresión de que AION será una de esas obras que dejará poso en los lectores. Así, el contraste entre la exigencia del guion y la habilidad del dibujante para convertir lo indescriptible en algo concreto y muy visual, deriva en una conjunción especial.
En definitiva, vislumbramos una amenaza global al orden mundial, asistimos a las evoluciones de lo que parece ser un grupo de soldados con capacidades sobrehumanas y se nos anticipan los movimientos de una organización en la sombra. Pero también somos testigos de un pasado alternativo que influye en la situación geopolítica actual, o de claves crípticas encerradas en el ascetismo de seres que desafían la razón. Todo regado por una filosofía extraña.
Sé que mis palabras pueden crear intriga en lugar de aclarar de qué trata AION, pero después de dos números, aún no queda demasiado claro cuál es la verdadera intención del cómic. Esto, que podría ser un problema en otro tipo de obra, invita aquí a degustar cada detalle y a disfrutar de la relectura mientras esperamos la continuación. No es sencillo, en los tiempos que corren, encontrar una obra que traslade la sensación de historia cerrada que se va abriendo poco a poco a través de múltiples detalles, y que nos apremie a cultivar la paciencia. Desde aquí, solo puedo recalcar mi entusiasmo ante lo que está por venir, y aconsejar a todo el mundo que esté atento a esas cuatro maravillosas y misteriosas letras cuyo significado aún no ha sido revelado: AION.
José Luis Pascual
Administrador