Título: Promesa de sangre
Autor: Brian McClellan
Editorial: Gamon Fantasy (Trini Vergara Ediciones)
Nº páginas: 560
Género: Fantasía épica, Grimdark
Precio: 22€ / 10,99€ (digital)
Derrocar a un rey es un trabajo sangriento. El Mariscal de Campo Tamas ha liderado el golpe de estado en Adro. La aristocracia decadente y corrupta ha terminado en la guillotina y el pueblo hambriento ahora tiene comida. Pero además ha provocado la guerra en las Nueve Naciones, ataques internos de los realistas y lucha encarnizada por el dinero y el poder entre quienes suponía eran sus aliados: la iglesia, los trabajadores y mercenarios.
Tamas apenas soporta la presión y necesita a Adamat, un inspector de policía retirado, cuya lealtad está en juego, y a los Magos de la Pólvora que le quedan, entre ellos Taniel, su indómito y brillante hijo. Hay quienes presagian muerte y destrucción.
Las leyendas están en boca del pueblo pero ningún hombre instruido cree en ese tipo de cosas… aunque sería mejor que lo hicieran. Los dioses también están implicados.
CRÓNICA
Ya desde el inicio se devora la obra. Sin saber cómo o por qué. Carente de un apetito que en realidad sí tenías por la lectura de fantasía épica bien construida; la que se siente y se puede trasladar a la realidad, a uno mismo. Que engancha. Esto sucede con la buena literatura, dentro de esa magia de pólvora, quizá más política en este caso, y su arranque in medias res. Pero viene a tratarse de lo que reclamamos los aficionados al género. Y reconocemos en seguida cuándo nos enfrentamos a una saga adictiva que nos tienta a sumergirnos en su particular mundo.
Varias líneas maestras para comprender la lectura y un esbozo de esa trama.
Primera: los tipos de magia. Los magos de la pólvora (su propio nombre indica la habilidad, balas, pistolas, rifles, pólvora), los privilegiados (magia elemental, clásica, de toda la vida) los dotados (una destreza en particular llevada al extremo, un rasgo concreto: no dormir, recordarlo todo…). Estas son las tres ramas principales, pero existen otros, como los poco comunes quiebramagos, exclusivos y parias. Y puede que algo más que vamos intuyendo a medida que pasan fugaces las páginas.
Segunda: las tres subtramas que confluyen dentro del argumento principal.
Tamas coordinando un nuevo gobierno, conocedor y padeciendo de antemano las mil dificultades que supondrá, y los mil frentes abiertos que deberá sofocar, por las buenas o, probablemente, por las malas, en su afán de mantener un equilibrio justo entre el pueblo, el comercio, la iglesia y el mundo criminal (no como sucedía con el derrocado rey).
La persecución de Taniel, el hijo menospreciado, rebelde y excelso consumidor de pólvora en raya quien, junto a su compañera, tan muda como misteriosa, el recuerdo de su añorada ex, y los camaradas que le imponen, persigue a la quizá más poderosa privilegia jamás conocida, y que se ha posicionado en contra del golpe de estado de su padre; la punta del iceberg.
Y Adamat, el sabueso con un don de memoria (hipertimesia a lo grande), que rastrea para contestar las preguntas claves, aquellas que pueden traer de vuelta a las leyendas olvidadas en arcaicos libros, pues este hombre es el nexo y parte de la clave; quien moverá un avispero ya de por sí agitado.
Tercera: lo descarnado del arranque. Una revolución ya ejecutada. Llevar al rey y a la reina y todes sus nobles al cadalso. Preparar el país para la lucha en fagocitación contra sí mismo, confrontando al reino vecino de insidiosa ambición, desconfiando con razón de los antiguos socios del poder, de sus propios traidores. Con el objetivo final en un horizonte lejano que consiste en la transformación: algo mejor que la opresión sufrida. A todas esas dificultades se enfrentan Tamas y sus magos de la pólvora, y no podrán necesitar más ayuda.
Los personajes, que en un primer momento se te van a mostrar insensibles, cautos, lejanos (lo achaco a que parezcan los villanos sublevadores de inicio, y a lo extraño de las armas dentro de la fantasía, en pocas páginas queda naturalizado e imprescindible), pronto, y en la intimidad de sus pensamientos, en la confianza de sus amigos, se revelan; aunque ese disfraz no caiga para el resto de los personajes dentro de su juego de ajedrez. La dualidad entre liberarse o mostrar quién eres, o quién debes ser e interpretar en cada momento puntual, con serenidad, dureza e impostura. Las voluntades y determinaciones férreas son un duelo personal al que asiste el lector.
Ellos y ellas componen en el reparto coral:
Tamas: mariscal de campo y cabecilla en el golpe de estado. Implacable e inapelable. Rígido.
Sabón: segundo de Tamas, un intrigador con conciencia y con memoria ineludible.
Olem: guardaespaldas y hombre dotado sin dormir. Con los sentidos abiertos y protegiendo las espaldas de Tamas.
Rozalia: la privilegiada enemiga con un poder nunca visto, que no sabemos lo que busca o quiere.
Westeben: penúltimo fiel a la corona depuesta. General que quisiera seguir como amigo de Tamas, pero convertido en rival.
Jakob: el niño último superviviente del linaje real, a cargo de Nila.
Nila: niñera y protectora de Jakob. Posible vengadora.
Mihali: el cocinero, otra figura enigmática que apunta a reverencial. Y divertida.
Taniel: hijo de Tamas y mago de la pólvora muy dotado, al igual que su padre. Despechado. Buscando su lugar.
Ka-poel: salvaje, valiente y capaz. Compañera de Taniel y pieza todavía por descifrar. Quizá el mejor personaje de la novela.
Julene: privilegiada y disidente, imprevisible, irascible y vengativa.
Gothen: el quiebramagos, que intenta ser digno dentro de su ingrata labor.
Vlora: exprometida de Taniel y muy meritoria soldado. Necesita reintegrarse, recuperar la confianza de su mariscal.
Adamat: investigador, sabueso, detective, curioso, conocedor de rumores y bajos fondos. Él buscará las respuestas a las más inquietantes preguntas.
SouSmith: boxeador y guardaespaldas de Adamat. Algo más que un saco de músculos.
Lord Vetas: entidad misteriosa que parece representar algo o a alguien por encima del bien y del mal.
Barbador: privilegiado de tardía aparición, gran poder y vínculos por determinar, igual que el bando en el que luchará.
Estos son los participantes, a quienes luego se añaden muchos más al casting. Además, posee una virtud curiosa el manuscrito en lo que se refiere a la cronología y sus ritmos, porque aprovecha el cambio de protagonista y foco, en esas tres tramas ya comentadas, para también avanzar en el tiempo bien remarcado, sean unas horas o unos días. Siempre evoluciones.
La primera de las claves sobre las que rondamos consiste en: ¿qué es la promesa de Kresimir? Y será solo una de las variadas cuestiones que deban resolver para poder salir bien parados de lo que les viene encima; inimaginable de arranque.
Los privilegiados, los marcados (pólvora) y los dotados que antes comentábamos, quizá no sean las únicas clases de hechicería, pueden que existan órdenes, criaturas y entidades más antiguas y poderosas, envueltas en halo de misterio y secreto. Eso destaparía los enigmas del mundo, la historia perdida que se empieza a entretejer y necesita del pasado y del futuro sin dejar de lado el presente. Porque esta es una de esas novelas en las que, aparte de presentar el planteamiento, a los personajes de inicio, y compartir las sensaciones que me produce, no se puede contar gran cosa sobre el argumento sin desvelar la trama y fastidiar su deguste junto a las sucesivas sorpresas con las que seréis disparados. Y, oh, las descripciones de esas batallas, duelos entre las diferentes destrezas arcanas, ¡un gozo!
Conclusiones; voy a repetirme sin reiterar, como hago siempre, pues si bien esta Promesa de sangre no tuvo la virtud de enamorarme de forma instantánea (como sí hicieron los Reyes de la tierra salvaje) debido a ese halo y componentes poco afines (las armas y su uso, las jerarquías, la cercanía a conflictos históricos, todo en apariencia) , sí consigue otro efecto cuando te adentras, atrapándote en su tela de araña, seduciéndote con la historia y la profundidad de los personajes, haciéndome ver, en mi caso, que las percepciones pueden ser equivocadas, pues estamos ante el primer tomo de una saga que emociona. Luchando contra un destino casi inevitable por sus propios vínculos y el dudoso deber; contra sí mismos. ¿Cómo no quererlos? ¿Cómo no leer un capítulo más para saber qué pasará a continuación? Esa es la magia de esta novela más allá de la verdadera magia. En resumen, me alegro de haber compartido mi tiempo con la imaginación de Brian McClellan, y espero la pronta publicación de su segunda entrega, porque esto no ha terminado, aunque la conclusión te deje pasmado y pasmada. Pronto volveremos a leernos…
Pd: todos tenemos una bala con nuestro nombre, quizá dos. Yo aún busco las mías, con el buen sabor que me ha dejado este manuscrito.
Román Sanz Mouta
Redactor
4 comentarios
Aplausos, tovarich!
Gracias amigo, fíjese que la postdata está inspirada en su última obra. No digo más. Dos lecturas de pólvora tan alejadas entre sí, y a la vez tan buenas. Un abrazo.
Sensaciones compartidas, y cuando a dos moscas les gusta la misma mierda es que algo tiene.
Gran reseña, compañero.
Nunca mejor expresado… jajajaja. Toda una sorpresa la magia y la personalidad de los protagonistas junto con la misma obra. Un abrazo.