Título: Los años de internet
Guion: Damien Bradfield, David Sánchez
Dibujo: David Sánchez
Editorial: Astiberri
Nº de páginas: 88
Precio: 17 €
Algo de demoníaco ha de tener la modernidad líquida cuando los iniciadores de la sociedad digital, aquellos que hoy consideramos pioneros por haber creado las redes sociales que controlan el mundo, desaconsejan de forma vehemente su utilización. Es fácil —y cobarde, dirían algunos— huir cuando has contribuido de manera decisiva a la generación de un monstruo incapaz de saciarse. Es fácil esconderse de tu propia criatura cuando esta ya es un gigante que, tarde o temprano, parece destinado a devorarnos a todos. Pero, al menos, un puñado de estos grandes “popes” tecnológicos parecen estar cambiando de bando para, esta vez sí, tratar de cambiar las cosas a mejor. El problema, quizá, es que todos intuimos que ya es demasiado tarde.
Los años de internet es un esfuerzo narrativo por denunciar la tiranía que las nuevas tecnologías —conviene recordar que ya no son tan nuevas— ejercen de manera decisiva. Damian Bradfield, fundador de la plataforma WeTransfer, se une aquí al español David Sánchez para empujarnos a una reflexión interna que nos lleve a alejarnos de pantallas, dispositivos y redes wifi. El modo en que internet controla nuestras vidas está en el punto de mira de todo el cómic, especialmente dirigido a las megacorporaciones que están sacando provecho de todo ello para “mejorar nuestras vidas”. Google, Apple y Amazon son las que más presencia tienen en las páginas de esta obra, y no quedan demasiado bien paradas.
A través de cinco historias independientes, este peculiar equipo creativo nos habla directamente a nosotros, instándonos a poner nuestro granito de arena para voltear la situación. La gracia está en trasladar la experiencia de la esclavitud internetera a la vida real, mostrando cómo sería el bombardeo de publicidad en nuestro correo electrónico si en lugar de recibirlo en nuestros ordenadores o móviles, un hombre nos acechara en todo momento para ofrecernos distintos productos. Ese cambio de foco de lo digital a lo humano resulta tan acertado como inquietante, exponiendo la realidad de un modo verdaderamente didáctico y aterrador.
En un alarde narrativo, los autores nos llevan en el último capítulo a un futuro que, visto lo visto, está a la vuelta de la esquina. En ese capítulo somos testigos de la inevitable decadencia que lo consume todo y de la que nada ni nadie escapa, y menos a la velocidad a la que avanza todo hoy por hoy. También se hace un velado llamamiento a la reconexión con la naturaleza, algo tan necesario como poco popular. No es difícil pensar en productos afines en temática y acabado como Black Mirror o Love, Death & Robots. En esos parámetros de creatividad y denuncia se mueve el cómic.
El retrato social e individual que muestra el trazo de David Sánchez hace hincapié de manera magistral en la alienación a la que nos vemos abocados. El estilo del dibujante es perfecto para ahondar en esa deshumanización y frialdad que dominan hoy en día nuestra forma de vida. Es, además, un dibujo perfecto para devorar la obra en apenas una tarde, sin que perdamos un ápice de información por sutil que esta sea.
El mensaje de Los años de internet no puede ser más desesperanzador, pues nos habla de una guerra que parecemos haber perdido sin darnos cuenta. Si lo pensamos, por primera vez en la historia no es la tecnología la que se adapta a nuestras necesidades, sino que somos nosotros los que hemos de amoldarnos a las nuevas formas de comunicación e interacción social. Terrible, ¿verdad?
José Luis Pascual
Administrador