Ritual Román 107: La sabiduría de las multitudes

por Román Sanz Mouta

Título: La sabiduría de las multitudes

Autor: Joe Abercrombie

Editorial: Alianza Runas

Nº páginas: 744

Género: Grimdark

Precio: 25,50€ / 13,99€ (digital)

Caos. Furia. Destrucción. El Gran Cambio ha llegado… Algunos dicen que, para cambiar el mundo, primero hay que quemarlo. Esta idea se va a poner a prueba en el crisol de la revolución: los rompedores y los quemadores se hacen con el poder y el humo de los disturbios ha sustituido al de las fábricas. Todo ha de someterse a la sabiduría de las multitudes. El ciudadano Brock ha decidido convertirse en un héroe de la nueva era y la ciudadana Savine tiene que reconducir su talento de la búsqueda del beneficio a la mera supervivencia. Orso va a descubrir que, cuando el mundo está bocabajo, nadie está en peor posición que un rey. Y en el sangriento Norte, Rikke y su frágil Protectorado se están quedando sin aliados… mientras Calder el Negro llama a sus fuerzas y trama venganza. El sol de la Unión ha caído al barro y en la sombra, tras las bambalinas, los hilos del despiadado plan del Tejedor se van trenzando poco a poco…

 

RITUAL

Tras la guerra ganada por el Rey Corso. Tras las mil confabulaciones y traiciones en cualquier dirección cardinal, y resulta que todo ello importaba tanto como nada. Porque ha llegado el Gran Cambio, y eso torna triunfadores y perdedores, beneficiando solo a aquel que sea capaz de adaptar su discurso y posición para convertirse en emblema populista. Y lo sentimos directamente relacionado con nuestros tiempos, lleno de una ironía y un cinismo que resultan en aprendizaje (los crudos paralelismos duelen). Porque, cuando sustituyes a un gobierno o a una manera de gobernar, se supone que traes nuevas fórmulas preparadas para revolucionar ese gobierno o ciertas mejoras en las leyes y normas antiguas. Pero si solo quieres derrocar, ver el mundo arder, tu discurso se sitúa mejor en el lado opositor, crítico, porque cuando llega el momento de ponerte al mando te das cuenta de las dificultades que conlleva ese cambio, porque no se puede hacer tabula rasa y reescribir las normas desde cero cuando la sociedad lleva eras en marcha (cuando la miseria no puede esperar). Además, todos esos que te impulsaron deben seguir contentos y conseguir sus objetivos, aquellos por los que se levantaron en armas. Imposible, pues cada anhelo es propio y personal, de personas y gremios o castas. Con lo cual, la alegría por las acusaciones, por las ejecuciones a millares de los opresores, pronto mutan en mirar hacia los nuevos dirigentes, igual o más inútiles y con menos herramientas, una vez destruida la base, para poner el mercado en funcionamiento y llevar pan a las bocas hambrientas. Realismo puro y sucio. Muerte, muerte y más muerte.

En eso nos encontramos cuando Adua cae y el Angriont es tomado. Los monárquicos son pasados por el filo. El rey depuesto es la marioneta, viendo al nuevo consejo de ciudadanos desde una literal jaula de pájaro. Los líderes del Gran Cambio, que no pueden ser más opuestos y tener intereses más contrapuestos, pugnan para que el verbo y la acción, con soluciones poco plausibles de por medio, concilien, ante las burlas de Orso. Ineficacia total en las charlotadas que aparentan gobierno; palabras huecas y cero hechos que incumplen las promesas formuladas. Además, la Unión se percibe débil, y no sabemos si las naciones adversarias y fronterizas, o los mismos pueblos anexionados, puedan revelarse e incluso invadir. Porque, ¿qué hacen en el Norte? El Norte tiene sus propios problemas, porque no todos esos duros guerreros o carls van a aceptar a una cría escuálida como Rikke en la Silla de Skarling.

Consecuencias, siempre consecuencias, de ahora, de antes, de pasados remotos, de futuros inmediatos. Siempre consecuencias.  

Dejamos aquí los enlaces de los rituales de la primera y segunda entrega para que hagas memoria, en caso de apetecer.

I-Un poco de odio

II-El problema de la paz

En esto estamos, disfrutando de la entrega final de la última trilogía de Joe Abercrombie, La era de la locura, que ya sabemos hace el transito desde la brutalidad y la magia hasta la industria y la modernidad, primando inteligencia e intriga, de la mano del susodicho populismo, apoyados en la fuerza de la voz comunal y democrática (excepto cuando todo se juegue en un duelo individual, excepto cuando haya que conquistar y cambiarlo todo, que para ello sirven las espadas y las lanzas derramando la sangre de siempre). Seguimos tras la estela de Orso, el príncipe borracho, el rey sorprendentemente capaz, el despuesto monarca que no da crédito. Savine, orgullosa y en la cima del mundo, luego traidora, caída en desgracia, ahora madre y ejemplo de sufrida generosidad. El joven León, guerrero indómito, derrotado indómito, y resurgido como sagaz maquinador tullido. Broad, el marido y padre, antiguo escalador de élite, guerrero de raza y hambriento de sangre, que continúa siendo utilizado y mantiene su atracción por la violencia. Vick, la espía que ya no espía y ha revelado su identidad para darse cuenta que mantiene su puesto, con diferente nombre, para amenazar, detener, torturar y eliminar en nombre de la nueva inquisición. Y Rikke, la cabeza del norte, un norte que siempre permanece en guerra y conserva su ambición, quizá incluso fuera de sus tierras, una Rikke y su ojo largo que quizá abarcan mas de lo que pueden, regalándose peligrosos enemigos a capricho de acciones incomprensibles. En derredor pululan mitos como Bayaz, el primero de los magos, el taimado Pike, la Jueza, el imprevisiblemente previsible Trebol (un grande) el escritor afilado Swordbreck, maese Sulfur, Hildi, Sabo, Zuri, Jurand, Isern, el Clavo, Caul Escalofríos (nexo entre todas las obras de Abercrombie)… y así un sinfín de personajes a los que cogeremos cariño y odio cambiante a cada escena. Sin olvidar a la banca que sustentó y es más culpable que nadie, Valint y Balk, la cual permanece en una tensa y silenciosa espera perdido el yugo con el que oprimía el mundo. Vidas que se entrecruzan con sangre, amor, odio, amistad y muerte, mucha muerte.

¿Qué hay mejor y más confiable que un buen enemigo?

Todo cambia para que evolucione y al final todo permanezca (el gran cambio trae muchos pequeños cambios y a la vez consigue que nada cambie, rotando cargos y desgracias como la presidencia de tu comunidad de vecinos). Increíble pero cierto. Y quien es más capaz de adaptarse, de improvisar y reaccionar con una palabra o un acto que adelante por medio segundo a sus rivales, se impondrá en esta carrera que es a la vez de esprint y de fondo. Pero no dejamos los clásicos de Abercrombie, porque se rumia una batalla entre tanto politiqueo, entre tanto populismo (es la palabra clave), una o unas que en verdad lo cambien todo y permitan que haya una transición (¡y menudas batallas serán!), que deje adalides permanentes y que pueden traer paz y prosperidad a todo el pueblo por igual y no solo a las clases predominantes, esas que ahora se desangran reptando, aguardando su momento.

¿Posible?

Quién sabe, dentro de este equilibrio precario.

¿Probable?

No mucho. Pero eso lo hace más entretenido, pues deviene en lectura subyugante, que sorprenderá a todes aquelles que piensen aún que la fantasía (grimdark aquí), es cosa de elfos y dragones o hechizos. La capacidad de trasladar nuestros problemas actuales a la mal llamada literatura de género (recordemos que todo es literatura con mayúsculas, y que nos referimos a la fantasía, la ciencia ficción y el terror) es fundamental para lograr la empatía del lector, para que se enganche, para que se afecte más allá del mundo o país o realidad donde discurra la trama, porque se nota hermanado, porque sufre o ha sufrido y sufrirá esos penares y dudas o miedos. Porque nos sentimos partícipes. Porque nos emocionamos.  

Más si hablamos de la maestra pluma del señor Abrecrombie, capaz de notable crueldad y de muestras de sensibilidad sincera, que describe a personajes fugaces con mimo, y cuida la progresión de los protagonistas y secundarios (con su momento de gloria) que pueblan el argumento consiguiendo que las subtramas nos importen en igual medida. Sabe cuándo y cómo, domina el cambio de ritmo, el giro narrativo (hay sorpresas por doquiera, incluso alguna que riza excesivamente el rizo… Cuidado), la destreza en las expresiones danzantes de prosa afilada, grotesca, ágil. Magnífico.

Dos características principales a la par que esenciales son el sentido del humor (cinismo, ironía, sarcasmo, burla, bromas falaces… a gusto del consumidor) y a la tremenda humanidad, para bien, para mal o peor, que destilan los personajes, que desborda y abruma, porque están vivos, y por eso cambian y se equivocan y aciertan y dudan y temen y se encabronan. Todo en uno, cúmulos de emociones que nos retrotraen a nosotros mismos. Realismo más que fantasía, sucio realismo incluso, con su disfraz adecuado. Un libro para comérselo por los ojos.

Y cuidado, la trilogía termina, pero la rueda sigue girando, la gran niveladora no se detiene, y se rumian iniquidades en El Norte, en La Unión, e intuimos que el resto de naciones no permanecerán impávidas ante los cambios. ¿Nos narrara Abercrombie tamaño futuro perturbador? Intuyo que sí.

Ya veis que revelo poco o nada del argumento (pinceladas, esbozos, secretos entre líneas), porque no debo, porque si habéis llegado hasta aquí tras las dos primeras entregas, ya sois lectores fieles, convencidos, adictos incluso. Y si no, si afrontas este ritual desconociendo al autor, va a resultar una oportunidad para que comiences a devorar su imperdible obra.

Una vez más me rindo ante el final de esta saga, solo esperando leer lo siguiente que nos ofrezca, y sugiriendo desde ya (porque aprovecharemos su visita al Celsius de Avilés) que conceda una entrevista a esta pobre plataforma que solo busca fomentar los buenos libros; a los buenos autores y autoras como él mismo. Que llevamos defendiendo al «género» desde años a. Y que nos alegramos con cada terreno que avanza, preguntándonos cuánto más debe hacer un escritor para salir del encasillamiento, y eso que hablamos de una figura a nivel mundial. Para hacérselo mirar.

Olvidad el género, olvidad la etiqueta, y poneos con La Era de la Locura de inmediato. Lo agradeceréis.

 

Pd: nada nunca es suficiente…

Pd II: se me ha terminado el chagga y el polvo de perla, si alguien sabe dónde conseguir más, que me avise, por favor.

Pd III: ¿Entrevista, por favor?

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