Título: La ciudad que no descansa (Inspector Pendergast #17)
Autores: Douglas Preston, Lincoln Child
Editorial: Plaza & Janés
Nº páginas: 352
Género: Policial y suspense
Precio: 9,45€ / 9,49€ (digital)
Cuando Grace Ozmian, la bella pero temeraria hija de un millonario, desaparece, la policía asume que la chica se ha dejado llevar de nuevo por sus ansias de aventura. Hasta que encuentran en un almacén su cadáver decapitado.
Vincent D’Agosta lidera la investigación junto con el agente especial Pendergast, pero ninguno de ellos está preparado para lo que les espera: un ser diabólico está aterrorizando el área metropolitana de Nueva York y Grace ha sido su primera víctima.
Antes de que el pánico se extienda, Pendergast tendrá que hacer acopio de sus habilidades para desenmascarar al enemigo de la ciudad que no descansa y vivir para contarlo.
CRÓNICA
Cuando llegas a la novela diecisiete sobre un personaje, el autor, autores a cuatro manos en este caso, deben preguntarse si les queda algo que contar sobre el mismo, algo novedoso. Y el personaje, Aloysius Pendergast, tremendamente interesante y con muchos matices e intento de Sherlock Holmes moderno (del que se debe reseñar que, en el único acercamiento al cine sobre sus novelas con The Relic; El ídolo perdido, ¡el protagonista de la misma no aparece en la película!), se encuentra en esa divergencia. Las preguntas son: ¿el personaje va a alguna parte? ¿Las historias siguen entreteniendo?
En mi opinión, debieron dejarlo tiempo atrás. Pero es cierto que soy un lector muy fiel, de autores y personajes (por ello no suelo entrometerme en demasiadas obras por entregas, las cuales arrancan bien pero bajan el nivel a la que uno se despista, por conformismo asumo, por pereza quizá). Y también es verdad que estos dos escritores tienen tan interiorizado el género que hacen funcionar cada manuscrito como un mecanismo de relojería. Y sabes que va a resultar una narración pulcra y amena, lo cual puede significar que guste pero que no cale, porque no se consiga expresar la pasión, la adicción por empatía y contagio desde el otro lado del libro. Además de las expectativas para con un personaje ya casi parte de la familia de uno. Complicado no deteriorar esa confianza.
El conflicto que nos cuentan trata sobre un asesino cortacabezas en la ciudad de Nueva York, que parece sumido en una purga de las clases altas. Con el agente especial del F.B.I. Pendergast tras su pista hasta la colisión entre ambos. Mientras, alrededor, pasan cosas irrelevantes.
No encontramos aquí a un Pendergast lleno de hastío, agotado y descastado, como nos lo hemos encontrado de inicio muchas otras veces tras el final de algún anterior volumen que devastó su intelecto y energía con pérdidas irreparables. Y metido con calzador en un caso que no parece interesarle, como también sucedió en algún tomo precedente, pero que va despertando su curiosidad para sacar su pericia y mostrar todas sus habilidades superlativas (no tan exageradas y presuntuosas aquí por lo que luego desglosaré). Y es un duelo de inteligencia vacío, de pistas falsas y egos. De insuficiente crítica social.
Es cierto que esta vez, y tras agotar todas las tramas familiares posibles, retoma las historias independientes, concediendo más papel a los personajes habitualmente secundarios que vienen del origen de la saga, los pocos que han sobrevivido a la misma (son diecisiete novelas). Pero no se percibe, no hay verdadera motivación en Pendergast (quizá por eso no se esfuerza ni se prodiga con sus mejores trucos y prestigios detectivescos o mentales). No sentimos una amenaza más allá de lo truculento de los crímenes. No se denota evolución ni emoción. No existe empatía ni siquiera con un carácter tan ufano como nos resulta D´Agosta, que es alejado del lector y de su propia mujer en el texto. Además, la belleza de esta saga siempre estuvo en los secundarios y la interacción entre todos ellos (incluso algunos pasaron a protagonizar novelas propias), y cómo van hilando las tramas corales para la resolución final. Aquí este espacio tampoco resalta. Todo fluye plano como un rio carente de peces para un pescador que sentado espera que algún día vuelvan.
Así transcurre la novela, a base de escenas, avances poco significativos, revanchas entre secundarios y un acercamiento paulatino y poco intenso al supuesto núcleo del conflicto, que dará paso al enfrentamiento final sin su debida preparación, con un adversario supuestamente terrible que no solo resulta poco estremecedor, sino que su presencia falta de carisma hace perder el halo místico que envuelve a Pendergast, en lo que quiero entender como una especie de reinicio de la saga y del personaje. Reinvención y reformulación.
Las sensaciones de la obra me dejan frío, algo doloroso y paulatino, más incluso sabiendo todo lo compartido con Pendergast tras tantos años de vivencias para un agonizar en mal morir. Pero es una visión exigente por el cariño y la admiración que le profeso. Porque la novela resulta pulcra y correcta de sencilla lectura con sus recovecos.
Recomiendo la lectura solo para muy cafeteros de la colección y que tengan necesidad de saber sobre los devenires de este particular mundo colindante con nuestra realidad. Para el resto, que retrocedan a los inicios, donde encontrarán emoción, investigación, crimen, misterios improbables, monstruos incluso… Lectura y sentimientos que los dejarán llenos tras el deguste.
Pd: lo mejor, los grandes momentos de novelas antiguas, que puede se repitan en alguna futura, ya que de seguro habrá más. Lo peor, que habrá más.
Román Sanz Mouta
Redactor