Título: El Rastro del Rayo
Autora: Rebecca Roanhorse
Editorial: Red Key Books
Nº de páginas: 334
Género: Fantasía
Precio: 19,95€
«Las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes».
Pero, ¿es Maggie Hoskie, Mags para los amigos que nunca tuvo, una buena o mala chica? No se puede simplificar El rastro del rayo en eso. Ni en que se trate de una historia de humanos y monstruos, ni en una novela de fantasía, o distópica, o de aventuras. Ella, y el libro, son bastante más que una calificación, un adjetivo. Y ahí radica la clave de la obra de Rebecca Roanhorse.
(…) yo no soy ninguna heroína. Soy, más bien, el último recurso, la táctica de la tierra quemada. Soy esa persona a la que se contrata cuando los héroes han vuelto a casa en una bolsa para cadáveres.
El mundo ya no es el lugar que todos conocemos. Un cataclismo climático ha dejado gran parte de la tierra sumergida bajo el agua y ha hecho renacer muchas cosas. Cosas que la autora muestra con naturalidad; nada nos sorprende en el Sexto Mundo, pero todo nos sobrecoge. La magia se muestra desnuda y desaprensiva, porque no existe distinción entre lo bello y lo terrible, porque la propia protagonista es una mezcolanza, una combinación, un híbrido entre el bien y el mal que aflora cuando sobrevivir es la única opción posible. A la caza de monstruos va nuestra protagonista acompañada de Kai Arviso, un tipo que cura y pone toda la intención, y una serie de personajes cuyo retrato se convierte en algo divertido y particular, como la vieja Grace y sus peculiares hijos o Hastiin y los Chicos Sedientos. Sobre ellos, sobrevolando como una promesa que cumples entre tequilas y olvidas con la resaca, la sombra de Neizghání (el innombrable nombrado mil veces, el héroe inmortal, la causa y consecuencia de todo lo que Maggie representa) y el Coyote. ¿Habrá cosa que me guste más que la extravagancia en un personaje? Si tuviera que ponerle un pero a la novela sería cierta cuestión respecto a la evolución final del Coyote. Me parece un punto fuerte que se debilita o desdibuja hacia el final del libro. Sea como fuere, el Coyote merece un relato aparte. Su propia historia de ángeles y demonios.
Poco más que desvelar sobre el argumento, El rastro del rayo es esa comida entre amigos en la que los temas van surgiendo sin premeditación y con alevosía. La cultura y mitología del pueblo navajo son el telón perfecto para los acontecimientos que se van narrando en capítulos breves pero intensos (como el buen café, ese café tan preciado a lo largo de las páginas). Recursos estos que se utilizan con maestría sin caer en el exceso. Forma parte de ese lenguaje natural y sencillo (que no simple) con el que la autora, de manera eficaz y contundente, se desnuda y nos desnuda sin hacernos sentir incómodos. Una forma de mostrarnos cómo una novela de fantasía con tantos nombres desconocidos para los ignorantes de dicha mitología (es una delicia asimilar los conceptos con tanta facilidad pese a lo difícil de los vocablos) puede convertirse en algo reconocible y reconocido, en algo que no nos crea problemas sino soluciones: en este caso el mito no corrompe la veracidad de la historia. Los monstruos existen y están ahí, los poderes de los clanes existen y están ahí, la ambientación tóxica, desarraigada y dolorosamente real existe y está ahí, todo se hace amigo y enemigo nuestro, todo fluye, sin prisa pero sin pausa, para beberte las páginas sin miedo a perderse en el contenido. No, no vas a necesitar una guía ni te vas a perder en términos nunca antes escuchados: Rebecca ya ha hecho todo el trabajo por ti. Rebecca te lleva de la mano, te acompaña, te describe con soltura y te dice: eh, no importa que no recuerdes el nombre o te resulte farragoso. Lo que importa aquí es otra cosa. Lo que importa es Maggie, porque Maggie es el principio y el fin de todo.
¿Y qué representa Mags para la historia?
(…) El mal es una enfermedad.
De eso se trata El rastro del rayo.
Maggie actúa contra el mal. Maggie cree ser el mal. ¿Dónde ponemos la línea entre cazador y cazado? ¿Entre ser humano y bestia? Maggie tiene un pasado terrible, pero no es un recurso que se emplee al azar. Sí, ella es como es por lo que ha experimentado, sin embargo, este recurso que podría sonar a manido se convierte en algo refrescante: Maggie lo hace único. Te narra en primera persona y consigue que sientas lo que siente, porque no es una heroína ni una mujer desesperada, es algo roto, es un artefacto desconocido, es algo que se contrae y se expande, es una mujer con todo lo que conlleva, es una cazadora con todo lo que conlleva, es un caos, con tooooodo lo que conlleva. Maggie es letal, sí. Maggie es una lágrima furtiva. Porque, como dice en uno de los pasajes, a veces, los peores monstruos habitan en tu propia casa.
Por eso, el libro es una fantasía distópica que no se puede reducir a fantasía distópica. Es una historia de reconocimiento. De toma de decisiones. De aceptación. De una heroína que no sabe lo que quiere, que se enamora y desenamora, que sufre. De una heroína que teme. Es una rareza y de la rareza mama, como el bebé de los pechos de su madre. Es un soplo de aire fresco en lo distópico. Un regalo viejo, nuevo, prestado, un eco antiguo revestido de una ambientación que baila entre Mad Max y el recuerdo del lejano oeste. Una historia que se lee rápida y te aparta del monumental tedio de los días asfixiantes de verano: no creo que Rebecca Roanhorse haya pretendido más. Llegar, ponerte un espejo delante para que seas capaz de ver tus propios monstruos, y alejarse lentamente para observar el resultado.
Me encanta que a mis cuarenta años un libro aún sea capaz de removerme por dentro mientras me provoca sonrisas ligeras y un pelín (solo un poco) de remordimientos.
Porque a veces aquellos a quienes llamamos héroes son los monstruos más aborrecibles de todos.
Porque Maggie es un poco como todo lo que negamos ser.
Y un mucho como lo que realmente somos.
Lorena Escobar
Redactora
3 comentarios
Hola, puede leerse como una novela autoconclusiva o te deja “in media res”??. Gracias, y también por la reseña
Hola!! Sí, aunque el mundo que ha creado la autora da para más libros, no deja la sensación de quedarse a medias. Eso sí, deja con ganas de más, lo cual es muy bueno!
Gracias!!!!