¿Cómo se sale del laberinto de El Resplandor? De ninguna manera. No hay salida. ¿Quién es quién en La Cosa y cuándo cae la última máscara? No se sabe. Lo sentimos, ninguna explicación es definitiva. La sospecha nunca desaparece del todo.

Los adultos que acudieron al cine en 1982 encontraron en MacReady a un hijo de Vietnam y del cine desencantado de los 70. Los adolescentes de 1982 vieron en MacReady a un héroe, emparentado con ese Han Solo que dispara primero. La siguiente generación descubre La Cosa gracias al videoclub. Para entonces, los espectadores han establecido ramificaciones que ligan a La Cosa con la literatura de terror, manuales de psicología, la Nueva Carne, los cómics y el cine de los 90. Con las redes sociales y la cultura del camuflaje asociada a ella, llega una diferente percepción del alienígena. Y en 2020 sirve como representación de las situaciones de confinamiento.

La paranoia remite al horror cósmico. A H. P. Lovecraft. A esos científicos y exploradores que pierden la razón cuando se enfrentan a la realidad siguiente: una humanidad insignificante, como una mota de polvo, ocupa un lugar minúsculo dentro un universo que la ignora.

El camuflaje remite al horror al vacío. A Thomas Ligotti. A esos tipos que se enmascaran como payasos y aceptan la realidad siguiente: una humanidad ridícula, con todos los individuos que la forman disfrazados de carnaval, actúa dentro de un teatro que está a oscuras y sin público.

RITUAL

Hoy volvemos con un tratado sobre, quizá, mi película de terror preferida (y la tuya, no quieras engañarme); The Thing, la versión del director John Carpenter en 1982 del relato perpetrado por John W. Campbell. Un cuento siniestro, y una película perturbadora, sugestiva, de horror y paranoia sobre el descubrimiento de una entidad extraterrestre en el Polo Sur, y que por vericuetos del destino (los noruegos), acaba llegando al Puesto Fronterizo 31 de la Antártida cual canino, para comenzar un juego de suplantación, intriga y miedo donde nada es lo que parece dentro de una atmósfera sobrecogedora por su blanco níveo y su imposibilidad de escape. Y esta es una sinopsis menor; si la has visionado, lo sabes, si no, ponte a ello.

El autor, Daniel Pérez Navarro, sobre el que ya hablamos por otra de sus obras (Ritos salvajes) crea un compendio capaz de abordar cada vértice y vórtice del film con cuasi obsesión amorosa (y científica con ojo experto), sin dejar cabo suelto, pues acabaremos duchos en: biología, cine, literatura, música, tiempo-momento-oportunidad, entrañas del séptimo arte, actores y directores, interpretaciones, comparativas, especulación y paranoia (sip, la palabra del ritual), cosmos, ciencia, física o verosimilitud. Todo esto afrontamos en esta novela donde la raíz y núcleo se elabora alrededor de La Cosa (título acertado por una vez en castellano). ¿Y por qué este ensayo? Porque existe un antes y después de la película debido a su concepción, significados, efectos especiales o resolución y entorno. Además de ser una jodida obra maestra que cambió las normas.

Procedamos.

El autor sería algo que antes se llamaba transgresor (término ahora ha pasado de moda), que cuenta con una manera de abordar este tratado (maestro en lo suyo) que mezcla la admiración con la erudición y la información al detalle, ofreciendo ciento perspectivas, como ahora explayaremos. Porque Daniel es ácido, inmersivo, comprometido, provocador y muchas cosas más, como ya ha demostrado en su bibliografía con polivalencia (también dadle una merecida oportunidad).

¿Qué cuenta tan supremo despliegue? Mucho y tanto; aquí una pequeña exposición por capítulos:

• La introducción por medio de su año de estreno, las películas coetáneas, y las reacciones bien diferentes del publico según sus espectros o edades, gustos, cultura. Un estudio del cine de género.
• Lovecraft y su relación con The Thing. Interpretaciones de la película. Monstruos, filosofía y variantes. Aquello humano y numénico que debemos valorar.
• Mujeres y su ausencia. La ironía y por qué el cine de terror les ha otorgado ese papel de víctimas o parejas. La vagina dentada. Osease, el ojo en la llaga.
• El encierro sin escape, la ansiedad, el miedo, la complicidad con el público, las pistas sobre lo cierto y falso. Jugamos a desmontar el film, y nos encanta.
• Objetos, colores, localizaciones, origen del metraje. Necesitas saberlo.
• La hermandad con Los Odiosos 8 de Tarantino. Kurt Russell dual. El tono y otras semejanzas con homenajes primos.
• La música. Morricone y el antecedente de Alien y Goldsmith. El metraje desechado de banda sonora. Las notas y su influencia en el suspense y la acción. Para genios de la melomanía y el solfeo.
• El disfraz. Sobre cómo todos nos camuflamos, portamos un disfraz, interpretamos un papel para no ser descubiertos. La relación con la sociedad pasada y presente. Junto a un extra de ciencia didáctica.
• Del horror cósmico al terror vacío. El cinismo y la ironía. La metáfora. La literatura en el cine. Y una oda a tan tremebundo autor.
• Miscelánea. Ven a divertirte, con curiosidades, con traslados a otras formas de arte, con referencias primigenias a La Cosa…

¿Te parece poco?

No debo ahondar más porque te arrebataría la innumerable cantidad de sorpresas que contienen sus páginas, seas o no fan de The Thing. Pero sí afirmo, sin lugar a duda ni debate, que se trata de un ensayo tan elevado como ameno, instructivo, sumergido en facetas conocidas y desconocidas, en secretos, en sus magnos efectos especiales, en la lírica que todo lo envuelve, el pavor que desprende, la relación entre los personajes, la incertidumbre del final…

Indaga en cada aspecto para que cuando vuelvas a la película esta multiplique su influencia sobre ti y la veas con más ojos, con los sentidos mejor desarrollados (como La Cosa).

Un magnifico despiece, una disección notable en forma y fondo que se lee fluida y que aporta a cualquier aficionado a cine, literatura o novela gráfica.

¿Quieres saber más sobre The Thing? Vuela hasta el Puesto Fronterizo 31 de Investigación en la Antártida. Es un viaje que no olvidarás…  

Pd: no quiero terminar sin un halago para las ilustraciones de Alfred Portátil, simples, efectivas, cautivadoras, y que nos retraen a la película o a fusiones de la misma, entre sí y con otras muestras de arte.

Pd II: las últimas líneas de este tomo, esa visión alternativa, deliciosa.